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El juego del sexo inseguro

El juego del sexo inseguro

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

Adriana* camina orgullosa hacia su consultorio médico de la clínica 80 del IMSS en Morelia. Lleva en sus brazos un pequeñín de apenas dos meses de edad; a sus 16 años, la jovencita parece que está jugando a las muñecas. Esta chiquilla rebosa orgullo maternal, pero en sus ojos se ve una gran preocupación y una carga emocional muy grande para su edad.

Los medios de comunicación han declarado nuevas tendencias de castidad o virginidad entre los adolescentes de hoy. Los datos acerca de la actividad sexual juvenil, así como los embarazos no deseados y las enfermedades muchas veces mortales (como el sida), sin embargo, dicen otra cosa, pues los últimos reportes indican que existen mil embarazos adolescentes al día en México y Michoacán es una de las entidades federativas donde el problema es más grave.

La actividad sexual es bastante rara entre los adolescentes más jóvenes, pero se vuelve más común con la edad. La proporción de quienes son activos sexualmente es 9 por ciento entre los adolescentes de doce años, pero aumenta a 23 por ciento para aquellos de catorce años, 42 por ciento entre los de dieciséis años y a 71 por ciento entre los de dieciocho.

El embarazo no deseado y el rechazo general

En el caso de Adriana, cuyo nombre nos reservamos por causas obvias, tras de saber su embarazo, el padre de su bebé la rechazó, ella tuvo que abandonar temporalmente la escuela (apenas tenía un semestre en un centro de bachillerato tecnológico industrial y de servicios). Aunque sus padres le permitieron seguir viviendo en su casa, le impusieron como condición que ella misma cuidara de su hijo y además ayudara en los quehaceres domésticos. Por otra parte, le prohibieron recibir visitas o asistir a reuniones con sus amigos y amigas, por lo que casi todos se han alejado de ella. Ahora, con las lágrimas casi aflorándole en sus ojos infantiles, se siente sola, rechazada y esclavizada.

Al igual que ésta casi niña, cada día, alrededor de mil adolescentes mexicanas de entre 12 y 19 años se vuelven madres, un poco más de la mitad sin planearlo o desearlo; Michoacán está entre los primeros lugares a nivel nacional en este problema de salud pública, según se señala en el estudio “El embarazo temprano en México: panorama de estrategias públicas y análisis de la Enapea”, publicado en la Red de Estudios sobre Desigualdades de El Colegio de México y presentado esta semana.

Conforme el análisis del Colmex, la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (Enapea) implementado por el gobierno federal, está aún lejos de alcanzar su objetivo de erradicar, para 2030, el embarazo entre mujeres de 10 a 14 años, y reducirlo en 50 por ciento entre mujeres de 15 a 19 años.

Según el estudio, aunque durante el tiempo de operación de la estrategia de gobierno la tasa de fecundidad en adolescentes se ha reducido de 74.3 nacimientos por cada mil adolescentes en 2015 a 67.7 en 2021, estos números aún se encuentran distantes de la meta fijada para 2030 de 37.2 nacimientos por cada mil adolescentes.

La falta de coordinación en la implementación de la estrategia, la falta de recursos económicos, infraestructura y personal necesario, así como acciones dispersas que no corresponden al enfoque de derechos sexuales y reproductivos, se ubican entre los principales obstáculos para la estrategia.

Además, el embarazo en la adolescencia se sigue asociando de manera dominante con las mujeres, sin incluir el tema de paternidades ni reportar acciones específicas para involucrar a los hombres en la corresponsabilidad de cuidado y crianza de hijas e hijos. El análisis del Colmex muestra deficiencias en la coordinación intergubernamental, en particular, la vinculación entre gobiernos estatales y municipales, así como las capacidades burocráticas para atender el embarazo adolescente como problema público.

Por otra parte, el problema de los embarazos adolescentes se intensificó con la pandemia de COVID-19, pues según el estudio, entre 2020 y 2021 ocurrieron poco más de 29 mil nacimientos adicionales a los proyectados y hubo un aumento de 30 por ciento de los embarazos adolescentes no intencionados, según estimaciones del Consejo Nacional de Población en México (Conapo).

Las tasas de fecundidad adolescente de todas las entidades federativas son elevadas si se comparan con las del resto del mundo. Las “muy altas” se registran en dos de los estados más pobres del país: Chiapas, con una tasa de 96.13 por cada mil adolescentes, y Guerrero, con una tasa de 82.80. En cuanto el resto, son aquellas que registran 66 o más nacimientos por cada mil adolescentes. Entre ellas están Zacatecas, Durango, Tlaxcala, Chihuahua, Aguascalientes, Puebla, Michoacán, Coahuila, Tabasco, Guerrero y Chiapas.

Las complicaciones de los embarazos adolescentes

Los embarazos no deseados sin duda representan en los adolescentes y jóvenes de los países subdesarrollados un grave problema, sobre todo porque se interrumpen con mucha frecuencia por peligrosos abortos ilegales. Las complicaciones de los abortos ilegales son una de las causas principales de la mortalidad materna en estos países, pues muchos de ellos no se realizan tempranamente, sino hasta ya avanzado el segundo trimestre del embarazo.

Pero además, las adolescentes, según explica el doctor Julio Romero Ramírez, del hospital de la Mujer, suelen verse abandonadas por el padre de la criatura y tienen que interrumpir sus estudios. Después, como por lo general carecen de estudios completos y de experiencia en el trabajo, quedan condenadas a la pobreza de por vida o bien se ven obligadas a depender de sus familias durante largo tiempo, sobrellevando muchas veces la carga de las tareas domésticas como castigo. No se debe olvidar aquí que muchas de ellas caen en las garras de la prostitución.

Por otro lado, en el remoto caso de que la pareja se llegue a casar, es casi seguro que el matrimonio se malogre, pues según señala la socióloga Rosalía López  Paniagua, del IMCED, “a esa edad la jovencita no está lo suficientemente madura para afrontar la responsabilidad de la maternidad y el muchacho siente que le han coartado su libertad”.

Pero las consecuencias no sólo las tienen que cargar las jóvenes, sino también los niños producto del embarazo no deseado. En nuestro país, las tasas de mortalidad infantil son más elevadas entre los hijos de madres de menos de 20 años que entre los de madres de 20 a 30 años de edad.

Como es natural, las madres demasiado jóvenes no han alcanzado aún la madurez biológica, y hay muchas, entre ellas, que no se alimentan adecuadamente ni buscan la debida atención médica. De ahí que sus partos a menudo sean prematuros.

También son más frecuentes en estas criaturas los trastornos respiratorios, las afecciones neurológicas, la epilepsia, el retraso mental y otros padecimientos de mayor o menor gravedad. Se estima, por otro lado, que el maltrato infantil sobreviene más frecuentemente entre padres muy jóvenes, pues estos tienden a impacientarse con las exigencias normales de la crianza.

Las fallas de la Epanea

La Enapea, coordinada por el Conapo, comenzó en 2015 y se ajustó en una segunda fase en 2021 para reforzar los trabajos entre los tres niveles de gobierno y priorizar los esfuerzos en la detección temprana del abuso sexual, el embarazo forzado y la educación integral en escuelas y espacios comunitarios. Sus instrumentos principales son educación sexual, salud reproductiva y prevención de la violencia de género.

La fase II de la estrategia vincula el problema del embarazo temprano con la necesidad de reconocer la agenda de las infancias y adolescencias, y propone acercar e involucrar a la población objetivo. El problema ya se concibe como un tema social donde el contexto explica en buena medida la frecuencia de los embarazos adolescentes.

Para el Colmex, el embarazo temprano se relaciona con las desigualdades sociales y es más frecuente que se embaracen las adolescentes con acceso limitado a la educación sexual, las de hogares con ingresos bajos, las indígenas y las que residen en zonas con niveles altos de violencia. De este modo, el embarazo temprano puede profundizar desigualdades sociales preexistentes y crear nuevas.

No obstante, la evaluación del Colmex identificó que la población objetivo todavía no está participando en la implementación: es decir, las personas adolescentes y sus familias todavía no se involucran de manera activa en las actividades del Grupo Estatal para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (GEPEA).

El análisis del Colmex detectó una deficiencia: los gobiernos de las entidades parten de una percepción distinta de la gravedad del problema del embarazo temprano. Para el estudio, se revisaron los informes de los grupos estatales para identificar tendencias generales y prácticas destacadas en las 32 entidades, y se investigó a detalle la implementación de la estrategia en Baja California, Michoacán, Querétaro y Tabasco.

Entre los hallazgos se encuentra que todas las entidades reportan que planifican estrategias de prevención y atención con una perspectiva de derechos. Sin embargo, los informes estatales no distinguen entre derechos sexuales y reproductivos. En México, solo 19 entidades reconocen el embarazo adolescente como un problema de responsabilidad colectiva, que involucra a gobiernos, organizaciones sociales, comunidades y familias (y Michoacán no se encuentra entre ellos).

Los gobiernos estatales tienden a dirigir las acciones a la población adolescente de manera general sin atender en específico a las poblaciones con mayores riesgos de embarazos durante la adolescencia, violencia sexual o matrimonios forzados. 

Prácticas sexuales y anticonceptivas

 Pero ¿por qué tantos embarazos en adolescentes? Según coinciden los expertos entrevistados, un motivo importante es el desconocimiento respecto a la sexualidad. Hoy día, las adolescentes hablan y oyen mucho sobre el sexo, pero en realidad sus conocimientos son muy superficiales. Algunas de ellas tienen relaciones sexuales estando plenamente convencidas de no les va a ocurrir nada. Aunque en la escuela tratan el tema de la reproducción, por lo general a las niñas no se les ocurre que eso puede pasarles a ellas.

En el caso de Adriana, se había tomado una píldora anticonceptiva después de tener relaciones sexuales, creyendo que eso bastaría para evitar el embarazo; ignoraba que debía de haber tomado, con anterioridad, una gragea diaria durante todo un ciclo. Pero al cuestionarla un poco más, señaló que “debí no excitarme, porque según me dijeron mis amigas, así no me habría pasado nada”.

El embarazo no planificado en menores de 20 años, que no es intencional, es un problema porque las tasas son bastante altas. En Michoacán la tasa es de 77 embarazos-nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad, lo cual fue aseverado por Yazmín López Vera, responsable del Módulo de Valoración de Riesgo Reproductivo y Anticoncepción del Hospital de la Mujer, quien explicó que en Michoacán hay una población menor de 20 años de más de un millón 700 mil, de éste el 61.6 por ciento son mujeres cuyo porcentaje es de más 750 mil adolescentes; añadió que a nivel nacional, de cada seis de diez adolescentes en su primera relación sexual usaban algún método anticonceptivo, en Michoacán solamente lo usan cuatro de cada 10.

La especialista indicó además que el inicio de la vida sexual, en la media nacional está en 18 años, y la media estatal se ubica en los 17 años de edad, lo que va a provocar que se tengan adolescentes embarazadas que inician muy temprano su vida sexual, y que obviamente no recibieron la información del uso de los anticonceptivos, o no se han animado a ir al sector salud a pedir algún método.

Pero se supone que hay educación sexual en las escuelas

Con todas las cifras y datos anteriores se puede ver que algo anda mal en lo que toca a la educación sexual en las aulas. Cuando se puso en práctica el Programa Nacional de Educación Sexual, de la secretaría de Educación Pública, se supuso que todos los niños y jóvenes de primaria y secundaria estarían enterados de su sexualidad y como enfrentar los riesgos que su práctica irresponsable podría acarrearles, pero esto no fue así, puesto que por falsas creencias de moralidad o bien por falta de preparación entre los docentes, lo que se enseña es el aspecto biológico de la reproducción, pero normalmente no se les hace reflexionar sobre la forma en que los sentimientos, el respeto y la responsabilidad van vinculados a la sexualidad.

A veces la educación sexual la imparte gente que no sólo carece de preparación adecuada, sino que además es incapaz de entender la psicología de la sexualidad adolescente; pero no se debe soslayar la responsabilidad que en estos aspectos tienen los padres. Algunos quisieran orientar a sus hijos al respecto, pero no saben cómo, otros rehúsan tratar estos temas con ellos por el temor de incitarlos a experimentar en sus relaciones. No comprenden que con esa actitud los exponen a los mismos peligros que quieren evitar.

No hay que olvidar que con los modernos medios de comunicación, el internet, las redes sociales, la música y hasta las caricaturas que “inocentemente” se trasmiten por televisión, los jóvenes están rodeados de sexo, el que se les presenta como cosa de moda, divertido y que además les da categoría. Si a todo ello se le añade que no hay instrucción en la materia, no es sorprender que los muchachos y muchachas se dejen llevar por sus impulsos.

Aunque en menor grado, también puede influir la falta de atención y de cariño en el hogar, advierte en sus hallazgos el estudio del Colmex, donde se señala que cuando las adolescentes ven que todos los miembros de su familia están enfrascados en sus propias vidas, busca una relación de afecto permanente a través de la maternidad.

Pero la desilusión que sufren les destruye la vida, puesto que la mayoría de los jóvenes que las embarazan les dejan a ellas la responsabilidad de interrumpir el embarazo, dando por sentado que toman anticonceptivos o usan otro método de control natal.

Hay otros falsos conceptos juveniles. Las jovencitas que consideran las relaciones sexuales como una “prueba de amor”, o bien piensan ingenuamente que el embarazo es el recurso número uno para que se casen con ellas también se topan con un enorme muro. Nuestra entrevistada Adriana pensó que su novio se casaría con ella cuando supiera que ya venía el niño; pero la respuesta del novio fue que “no era suyo”.

Desgraciadamente, ante la falta de educación, de atención por parte de padres y maestros, e incluso que muchas jóvenes prefieren embarazarse antes que ir a la farmacia a pedir un anticonceptivo o con especialistas a solicitar orientación por el temor de ser consideradas malas mujeres por planificar sus relaciones sexuales, el problema continúa creciendo y enterrando en la incertidumbre y el fracaso a muchas adolescentes que tenían un futuro promisorio, y todo porque no hemos actuado para informar y orientar a nuestros jóvenes antes de que sea demasiado tarde.

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