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Frente a la violencia, perdimos a la niñez

Frente a la violencia, perdimos a la niñez

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

Cuando se piensa en inocencia, lo primero que viene a la mente son los niños; se les considera los seres más nobles que habitan este planeta; sin embargo, hay ocasiones donde esa inocencia se ve interrumpida por la maldad, dejando que los pequeños se conviertan en seres temibles que dejan ver que la oscuridad no sólo se da en los adultos.

Hay momentos en la vida de la sociedad que se transforman en una película de terror, donde vemos que los niños son capaces de hacer cosas terribles y esto en la vida real llega a suceder. Estos infantes, por alguna extraña razón, se convierten en agresores o asesinos feroces, capaces de hacer las cosas más atroces.

¿Por qué existen los niños violentos que incluso pueden llegar a cometer crímenes?, según el psicólogo Raúl Jiménez Andrade, del Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación, esto se da por varias razones: que haya un daño cerebral que afecte los mecanismos reguladores de la conducta y provoque una impulsividad extrema, o que tenga alguna vulnerabilidad de tipo biológico o psicológico.

En este sentido, el mundo se ha conmocionado en más de una ocasión por noticias de crímenes cometidos por menores de edad, porque en muchas ocasiones el crimen va cargado de un gran sadismo, que es difícil de creer; en México han existido casos en donde adolescentes han sido los encargados de orquestar los crímenes, algunos lo hicieron por ser parte de una célula delictiva, otros por salir de algún conflicto familiar y otros por venganza, algunos más “porque era sólo un juego”.

Pero la vida es un juego: de niños, de adultos y de ancianos jugamos; cambian las reglas, pero siempre estamos jugando. Es una necesidad  humana  y las culturas han usado los juegos como medios para educar a sus nuevos integrantes. En México nuestros adolescentes juegan ya a secuestrar, a golpear el rostro con piedras, a asfixiar y a  clavar puñales en la espalda para no ser denunciados y así, jugando, llegan a agredir físicamente a sus compañeros o compañeras de aula, causando graves daños no sólo físicos, sino mentales, conduciendo esto a elevar al conocido bullying como un problema de salud mental.

Cuidando a la niñez

La Convención de los Derechos del Niño nos obliga a respetar el derecho a jugar que niñas, niños y adolescentes en el mundo tienen y en México está protegido por la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes que entró en vigor a finales del 2014 y que desde ese año cuenta con su reglamento. La LGDNNA marca un cambio de paradigma en la concepción de los derechos de la infancia en el país destacando las siguientes características:

  • Reconoce a Niñas, Niños y Adolescentes como titulares de derechos.
  • Articula la política en materia de infancia a través de principios rectores y criterios que orientarán a las instituciones de todos los órdenes de gobierno.
  • Establece un régimen de concurrencia para la implementación homogénea de mecanismos, acciones, políticas y programas.
  • Establece las bases para la participación de los sectores privado y social en las acciones de protección y ejercicio de derechos de NNA.
  • Se robustece el principio del interés superior de la niñez al establecer que las acciones que lleven a cabo las autoridades deberán considerar aspectos culturales, morales, afectivos, educativos y de salud de NNA e incorporar sus opiniones.
  • Reconoce a los grupos de NNA en particular vulnerabilidad (con discapacidad e indígenas).
  • Amplía los derechos de NNA en situación de migración.
  • Reconoce 18 derechos y contempla dos grupos específicos.

Desafortunadamente, estos principios básicos de protección a la infancia, en el caso de los menores agresores, hoy son el principal obstáculo para juzgar con objetividad y sobre todo con justicia en México el acto de herir, torturar o incluso privar de la vida a una pequeña víctima a manos de un pequeño victimario.

Menores de edad agresores siempre han existido, nunca han faltado quienes están en conflicto con la ley y son parte de historias sórdidas, causando dolor a todos quienes les rodean. Algunos han sido procesados y han pagado sus condenas en lo que conocimos como tutelares de menores; ahora los nombres se han modificado y la LGDNNA tiene disposiciones muy especiales al respecto de menores de edad en conflicto con ella.

Nada alivia el dolor

Pero las letras y las palabras ahora no son suficientes para mitigar el dolor de las familias y sobre todo de las víctimas que tuvieron la desgracia de caer en manos de otros niños o adolescentes que también tienen graves problemas mentales que los convirtieron en agresores

El tema del bullying esta semana volvió a ocupar los titulares en los medios de comunicación; en Morelia ante la denuncia de una madre de familia que alegó que su hija tuvo que ser hospitalizada tras la presunta golpiza que le propinaron sus compañeros de aula en la secundaria 4 de Morelia, lo que posteriormente se aclaró que no fue tal agresión, sino una apendicitis que ameritó el tratamiento adecuado en un hospital de la ciudad, aunque lo que sí fue real es que la pequeña de 13 años era víctima constante de las burlas y maltratos por parte de sus condiscípulos.

La otra terrible noticia, donde mucho tuvo que ver el acoso escolar, fue lo acontecido en Texas, Estados Unidos, donde Salvador Ramos, un joven que recién había cumplido 18 años, el pasado martes entró a la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas, donde mató a 19 niños y dos maestras, antes de ser abatido, y quien, sin pretender justificarlo, no tuvo una vida fácil.

Lo que hasta ahora han podido establecer las autoridades norteamericanas, es que el adolescente desde niño se auto infringía heridas en varias partes del cuerpo “por diversión” y que en la escuela su tartamudez y su fuerte seseo lo convirtieron en víctima de bullying, siendo constantemente acosado por sus compañeros, pasando a ser de un niño agradable y tímido, a un ente que decidió pelearse con el mundo que conocía, pasando a ser de agredido a agresor.

Nada justifica el asesinato o la violencia; los niños y jóvenes están en proceso de crecimiento y muchas veces no son capaces de darse cuenta que la agresión no los empodera ni los ayuda a superar sus frustraciones; la interrogante radica en el entorno en el que se desarrollan, donde son sus propias familias las que propician que sean víctimas o victimarios.

La ley encuentra una madurez mental para que los jóvenes de temprana edad puedan copular, sin embargo, cuando se trata de criminalidad o bullying, los menores difícilmente pagan por sus acciones. En las escuelas donde se denuncian agresiones, a lo sumo los niños infractores se hacen merecedores de una sanción administrativa, que puede consistir en una llamada de atención a ellos y a sus padres o una suspensión temporal, que rara vez llega a definitiva. Las medidas de fondo en contadas excepciones son tomadas en cuenta.

En algunos colegios, cuando el escándalo se hace mediático, implementan charlas para padres, para los niños incluso, pero no ejecutan medidas activas que lleven a solucionar el problema de fondo, como podría ser la atención a los niños que denotan problemas mentales, sociales o existenciales, “porque eso es ya cosa de las familias” cerrando los ojos a que la educación debe ser compartida.

Sobre todo las víctimas de bullying merecen justicia y que el problema se erradique, algo que se requiere en este país, porque hace mucho tiempo perdió su inocencia.

Tomando medidas

En la entidad existe la figura de Consejo Preventivo de la Violencia Escolar, dependiente de la secretaría de Educación en el estado; su integración obedece a criterios de participación ciudadana, teniendo como sus principales funciones y atribuciones elaborar y dar seguimiento al protocolo de actuación y prevención de la violencia escolar; atender las denuncias de violencia escolar; acreditar a las instituciones libres de violencia; coordinar las acciones con dependencias del Poder Ejecutivo del estado con autoridades municipales en materia de atención y prevención de la violencia escolar; construir, analizar, dar seguimiento y evaluar propuestas de formación, intervención y prevención de la violencia escolar, así como las políticas públicas diseñadas en esta materia.

“Para atender estas tareas se conformó un equipo interdisciplinario compuesto por psicólogos, abogados y docentes con experiencia en la temática de la violencia escolar y la perspectiva de género. Por ello, este espacio tiene como propósito fortalecer una mayor comunicación con docentes, autoridades educativas, padres y madres de familia de todos los niveles de educación en el estado interesado en denunciar, prevenir y erradicar la violencia en las escuelas”, según reza en la página web de la SEE.

No obstante, como esto implica la participación social, rara vez funciona como tal, dejando la carga del combate al acoso a las propias autoridades educativas y en ocasiones a los padres de familia.

Tras el escándalo en la secundaria 4, de nueva cuenta se pusieron sobre la mesa las declaraciones, aclaraciones y la expiación de culpas. De esta forma, a través de un comunicado la Comisión de los Derechos Humanos (CEDH) en Michoacán informó que han iniciado una investigación de oficio por el caso de violencia escolar que tuvo lugar en el mencionado centro de estudios.

Luego de que la comisión exhortara a las autoridades a garantizar un entorno seguro en las escuelas, porque el bullying es un fenómeno social que vulnera derechos humanos de la infancia y adolescencia, se dejó en claro que la investigación se iniciaba porque es un proceso de oficio recabado en los medios de comunicación, así que están obligados a darle seguimiento, no porque exista un interés real por combatir el problema.

A su vez, la titular de la secretaría de Educación en el estado, Yarabí Ávila, reconoció que el número de denuncias que se presentan por los casos de violencia escolar o bullying en las escuelas es muy bajo, debido a que persiste el miedo y también se ha generado desconfianza en las autoridades, al no atenderse de la mejor manera.

En entrevista con medios de comunicación, Ávila González consideró que el tema de la violencia escolar es algo que desgraciadamente ha pasado en todo el estado, pero son pocos los afectados que deciden dar a conocer el caso a través de una denuncia.

Desde su óptica, indicó que “Hay mucho miedo, mucho temor a las denuncias, yo diría que 3 de cada 10 se denuncian. Sigue siendo muy bajo, no hay la cultura de la denuncia, yo creo que tiene que ver con la ineficacia que hemos tenido los funcionarios, la gente no tiene confianza en que va hacer una denuncia y se le va a dar seguimiento, creo que esa es una de las razones, la poca operatividad, el tema de corrupción también tiene que ver”, aclaró ante las cámaras.

Hizo hincapié en que la violencia escolar no solo se da entre alumnos, sino que han detectado incluso casos en el que los alumnos son golpeados por sus padres de familia o un familiar cercano y que hasta los docentes han tenido que intervenir para emprender acciones legales. Añadió que también se han presentado casos en el que incluso los adultos son los que propician conflictos entre estudiantes y que se puede considerar violencia emocional.

Advirtió que si también se presentan casos de agresión de un profesor, directivo o trabajador administrativo a un alumno, en la SEE le dan seguimiento para emitir las sanciones correspondientes, es decir, se toman medidas correctivas basadas en la denuncia, pero siguen sin existir las medidas preventivas.

Recordó que fue implementado el Copreved, arriba mencionado, con el que se pretende prevenir la violencia infantil en las escuelas y es con ello con lo que se pueden tener los primeros acercamientos para presentar una denuncia o dar seguimiento a un caso.

¿Dónde quedó la inocencia?

Humberto Padgett describe: “Hay miles de adolescentes y jóvenes mexicanos que ya perdimos. No son el mejor ejemplo de las bondades del bono demográfico que llevaría al país a contar con un gran potencial humano. Para ellos no hay escuela, ni círculo familiar, ni empleo, ni futuro… Nadie sufrirá por ellos ni estará atento a lo que les pase”.

La violencia se ha incrementado en el estado y en el país, a grado tal que ya es una noticia común que niñas y niños jueguen a herir en las escuelas, no que sean parte de grupos de delincuentes, sino que simplemente jueguen a lo que ya ven como algo cotidiano.

El bullying o el acoso escolar se refiere a cualquier forma de agresión y/o maltrato psicológico ya sea verbal o físico generado entre la comunidad escolar de manera constante entre estudiantes de forma reiterada.

Es así como miles de niños y niñas de todas las edades sufren hoy al sentirse excluidos, incomprendidos, amenazados y violentados. Tienen una dinámica de vivir todo el tiempo con miedo por el maltrato que reciben en las escuelas, incluso de los mismos profesores quienes dejan ir comentarios despectivos o apodos que pueden generar que el estudiante crezca con rencores y sentimientos negativos que si se juntan con una historia de vida de maltratos, puede convertirse en un detonante importante para que pueda atentar contra su vida, tener conductas de Cutting o agredir a sus compañeros como ha resultado en las masacres en Estados Unidos y el caso más reciente de bullying en Morelia, Michoacán.

Tiene toda la razón el doctor Sigmund Freud, al decir que “infancia es destino”, ya que si no se corrigen las conductas negativas durante la niñez, en la etapa adulta es casi imposible erradicarlas, por lo que es de suma importancia que se eduque en valores, pero sobre todo en el respeto a los demás.

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