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Sin clases y sin alimentos

Sin clases y sin alimentos

  • Adiós a las Escuelas de Tiempo Completo

Rosalinda Cabrera Cruz

La 4T la cumplió, al aterrizar su propuesta de 2020 respecto a los programas educativos implementados por sus predecesores, a los cuales había que borrar del panorama político, y por fin la secretaría de Educación Pública (SEP) eliminó esta semana el programa “Escuelas de tiempo completo”.

Lo anterior se dio a conocer a través del Diario Oficial de la Federación (DOF), en el que dispusieron las nuevas reglas de operación del programa morenista “La Escuela es Nuestra” (LEEN) para el año fiscal 2022; el acuerdo fue el número 05/02/22 publicado en el Diario, donde ya no aparece el rubro de “Escuelas de Tiempo Completo”.

Las reacciones no se hicieron esperar: la organización Mexicanos Primero aseguró que la eliminación de la escuela de tiempo completo significa un robo para maestras, maestros y directivos y lo calificó como un desprecio generalizado a los derechos de niñas, niños y adolescentes.

Mediante un comunicado explicaron que “en el contexto de regreso a clases presenciales, las escuelas de tiempo completo tenían la oportunidad de ser el vehículo para revertir la desnutrición y malnutrición, así como recuperación de aprendizajes académicos y la salud emocional de los niños y adolescentes”, lo que ahora ya no sucederá.

Y es que para privilegiar el gasto en edificios, se dejó de invertir en la educación y la alimentación de niños y jóvenes estudiantes, según precisó en una “mañanera” esta semana la secretaria de Educación Pública (SEP), Delfina Gómez Álvarez.

Siendo su testigo el presidente López Obrador, subrayó que “ahora se dará prioridad a la infraestructura de escuelas como parte del programa La Escuela es Nuestra”, como si fueran excluyentes o que no pudieran ser ambos programas prioritarios y complementarios a favor de los niños y jóvenes.

Es de destacarse que con esta cancelación y privilegio del gasto en lo material, se vieron afectados 3.6 millones de niños y jóvenes estudiantes y se cierran 27 mil escuelas, de acuerdo a denuncia de organizaciones civiles inconformes con esta decisión gubernamental.

Gómez Álvarez justificó: con la necesidad de otros planteles, la desaparición de las Escuelas de Tiempo Completo era necesaria (sic). Incluso recordó que las ETC se solventaban, en la presente administración, con los recursos del programa La Escuela es Nuestra, “pero de momento hay muchas con necesidades básicas como agua y sanitarios que se deben atender”.

A manera de un viso de esperanza y para aplacar los ánimos y la inconformidad, lanzó que “se está haciendo el análisis de cómo trabajar lo de tiempo completo y alimentación; de momento, puede causar inquietud o, por qué no, molestia”, admitió.

Esas justificaciones no ayudan a quienes se vieron afectados, como Brenda, madre soltera que vive de vender Yakult y de limpiar casas en Morelia, quien veía como una gran ventaja el que su pequeña hija Alicia regresara a casa contenta y ya comida. La mayoría de las ocasiones le daban sopa, arroz y un guisado, que podía ser pollo, pescado o carne. De postre, era común que les dieran alguna fruta de temporada.

Esta vecina del poniente de la capital michoacana considera que eliminar las escuelas de tiempo completo ocurrió en el peor momento: en el de la pandemia, porque “muchas familias se quedaron sin empleo y muchas hasta sin la posibilidad de llevarse comida a la boca. Muchas familias pobres, como la mía, llevábamos a nuestros hijos a estas escuelas ya sea porque algunos trabajan o porque simplemente les daban de comer bien a nuestros hijos”, asegura, algo que comparten cientos de padres más.

Incrementa el riesgo de deserción

El programa Escuelas de Tiempo Completo se dedicaba exclusivamente a dar alimentos y actividades extracurriculares para alumnos de primarias y secundarias de zonas marginadas y vulnerables y para 2021 simple y sencillamente le desaparecieron los recursos que se les otorgaba.

Son alrededor de un millón y medio de estudiantes de todo el país quienes recibían alimentos en sus planteles y 534 mil los que tenían actividades educativas o deportivas en horario extendido. El ETC tenía un horario extendido de 6 u 8 horas por jornada. Inició en 2006 con 500 escuelas y tras 14 años de operación ya sumaban 27 mil planteles en todo el país hasta 2020, de las cuales 19 mil son indígenas y rurales, lo que representa 70.5 por ciento del total, de acuerdo con el segundo informe de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. 

Todas las escuelas primarias y secundarias que participaban en programa recibían aproximadamente 90 mil pesos cada año para pagar los salarios de maestros que impartían clases en el horario extendido, los materiales para las actividades y lo necesario para la provisión de los alimentos para estudiantes. 

Durante la presente administración federal (desde hace tres años), las ETC vieron afectados los recursos con los que se mantenían, hasta llegar al momento en que el gobierno central no contempló recursos para ellas en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) de 2021, pese a que fueron varias las organizaciones civiles las que destacaron los efectos positivos del proyecto en la educación y economía familiar de los alumnos más necesitados.

Cabe recordar que durante 2020, las ETC tuvieron una reducción del 50 por ciento en su gasto, puesto que pasó de 10 mil 189 millones de pesos en 2019 a 5 mil 100 millones de pesos para 2020; además, la secretaría de Educación Pública (SEP) no entregó el 95 por ciento de los recursos de este programa durante el ciclo escolar 2019-2020, es decir que el 5 por ciento restante se tuvo que ejercer en lo que restaba de 2020, lo cual no ocurrió bajo la justificación de la pandemia.

En el análisis del PPEF 2021, se puede ver que las ETC estaban dirigidas a menores en situación vulnerable o en contextos de riesgo social, para así combatir los índices de abandono escolar. El 70.5 por ciento de las escuelas atendidas eran indígenas y rurales,  mientras que el 53.8 por ciento de los centros educativos ofrecían servicios de alimentación a 1.4 millones de niños y jóvenes de México, los cuales en su mayoría tienen carencias sociales.

A través de este programa, además de los alimentos que se brindaban a los escolapios, el horario escolar ampliado permitía a los padres de familia mantener a los estudiantes en un lugar seguro mientras ellos laboraban; asimismo, los docentes recibían compensaciones económicas por sus servicios extras.

Santiago Ruiz Jiménez, investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Morelia, afirmó que la suspensión de este plan educativo tendá un impacto negativo en el aprendizaje de los menores, dado que el confinamiento por la pandemia de coronavirus provocó retrasos académicos, por lo que era importante el tiempo extra al regresar a clases presenciales, así ocurra esto dentro de uno o dos años.

Apuntó que el currículum educativo de la SEP es ambicioso, por lo que se ve complicado que se cumpla si se contempla que la jornada escolar para educación primaria es de 4.5 horas, lo cual no es suficiente para la instrucción de los estudiantes y el grave rezago y abandono al que se están enfrentando.

¿Qué se propone en su lugar?

Mientras se desaparecen las ETC, el presupuesto de la 4T propone un aumento de 63 por ciento para su programa La Escuela es Nuestra, existente desde 2019 y cuyo objetivo en el primer año de operación en 2019 fue entregar recursos a padres de familia para que se hicieran cargo de mejorar la infraestructura educativa pero, a partir de 2020, también incluyó la contratación de “asesorías y tutorías”, según los lineamientos publicados hace un año.

El programa cuenta con 12 mil 280 millones de pesos, lo que significa un aumento de 63 por ciento, equivalente a 5 mil millones de pesos, lo que coincidentemente es el presupuesto de 5 mil 100 millones de pesos que tuvo el ETC en 2020 y que ahora tendría cero recursos. 

¿En qué consiste este programa?, según lo estipulado, los recursos pueden ser utilizados para el mantenimiento del inmueble escolar; construcción de aulas, baños, laboratorios, entre otros; adquisición de mobiliario y equipo escolar como computadoras, tabletas, televisores; creación de condiciones de seguridad; compra de materiales educativos como biblioteca, actividades artísticas, software educativo, actividades deportivas, entre otros; pero no se puede dejar de observar que mientras las escuelas estén paradas, el destino de las inversiones quedará en el limbo y en la indefinición.

El presupuesto también se aplica en la “contratación de servicios de conectividad, adquisición de insumos y materiales impresos y en línea, asesorías, tutorías para alumnos, docentes, padres de familia y directores” (sic).

Cada comunidad, a través de los Comités Escolares de Administración Participativa (CEAP) –conformado por padres y madres de familia, directivos, docentes y alumnos–deben realizar asambleas para que, a partir de sus necesidades, decidan qué comprar o contratar, en otras palabras, las famosas reuniones democráticas que le son tan necesarias a la 4T. 

En la Escuela es Nuestra, después de definir sus necesidades, número de alumnos y grado de marginación, pueden recibir entre 150 mil y 500 mil pesos, que son depositados directamente en la cuenta del Comité Escolar, cuyo tesorero se encarga del manejo y comprobación de los recursos.

Al buscar información acerca del análisis que la SEP realizó para determinar el recorte de 100 por ciento al programa Escuelas de Tiempo Completo y el aumento presupuestal a La Escuelas es Nuestra, no se encontró nada dentro del proyecto de presupuesto, su página de transparencia ni en su área de Comunicación Social, argumentando que esto se dará a conocer “posteriormente”.

Resultados tangibles

De acuerdo con evaluación del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y la Auditoría Superior de la Federación (ASF), el programa Escuelas de Tiempo Completo, iniciado en 2006, mejoró el aprovechamiento escolar entre alumnos de educación básica.

El programa inició en el sexenio de Felipe Calderón, continuó en la administración de Enrique Peña Nieto y cada año tuvo incrementos presupuestales, pero desde el primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador comenzó el recorte, primero de 5 por ciento en 2019, luego de 50 por ciento en 2020; y para el presupuesto de egresos de 2021, el Ejecutivo no le asignó ni un centavo.

La más reciente evaluación de impacto realizada por el Coneval en 2018 analizó los resultados obtenidos por los alumnos en la prueba PLANEA respecto al aprendizaje de matemáticas y lengua, y concluyó que las escuelas integradas al programa lograron disminuir el número de estudiantes en rezago. 

Los alumnos de sexto grado de ETC, según los reportes, “registraban una disminución promedio de 3.1 puntos porcentuales en el porcentaje de alumnos correspondientes al nivel I de desempeño en matemáticas y un incremento de 1.6 puntos porcentuales en el nivel IV”. 

Los mayores beneficios se detectaron entre las poblaciones más vulnerables, pues de acuerdo con el análisis, el incremento de la duración de la jornada escolar en un esquema con servicio de alimentación “es una intervención efectiva para mejorar el logro educativo y el nivel de aprendizaje, primordialmente, entre los estudiantes de escuelas primarias en localidades de alta marginación”. 

Esto porque el propio diseño del programa “presupone un mecanismo causal que vincula a la población en situación de vulnerabilidad o en contextos de riesgo social con la necesidad de mayor tiempo de instrucción y alimentación como el medio para incrementar su nivel de logro educativo”.

De la misma forma, en las escuelas primarias participantes se identificó una disminución significativa en las tasas de repetición y rezago educativo, respectivamente, en el periodo 2007-2017. Las tasas de abandono presentaron un aumento para las escuelas que no contaban con servicio de alimentación en 2.2 puntos porcentuales, en contraste con la disminución de 1.16 puntos porcentuales en las escuelas que si contaban con este servicio. “Esto sugiere que el servicio de alimentación contribuye a disminuir el abandono a nivel secundaria”.

De hecho, en 2017, la Dirección General de Evaluación de Políticas de la SEP también evaluó el programa y concluyó que “tiene un efecto positivo en el rendimiento académico de los alumnos. La percepción de los directores y los padres de los beneficiados también apoyan esta indicación”.

El estudio incluyó encuestas entre los integrantes de la comunidad educativa y entre los puntos positivos del programa destacaron los apoyos a docentes y directivos de tipo financiero y técnico; 68 por ciento consideró que eran suficientes y dijeron estar satisfechos con los convenios con algunas universidades para realizar la capacitación a profesores, certificación de directivos, y la incorporación de maestros de nuevo ingreso y a especialistas para el equipo pedagógico.

En tanto, en la Evaluación Específica de Desempeño 2019-2020 del CONEVAL, cuyo equipo evaluador provenía del Colegio de México (COLMEX) identificó como principales hallazgos que el programa podría tener una incidencia positiva en el logro de los alumnos de 3ro, 4to, 5to y 6to de primaria, tanto en lectura como en matemáticas, además de que “el efecto se incrementa de acuerdo al número de años que la escuela ha participado en el Programa de acuerdo al artículo derivado de la investigación de tesis de maestría. Aunque, no puede generalizarse a otros grados”. 

Cabe destacar que las bases de atención del ETC en Michoacán se encontraba establecido en 880 escuelas que formaban parte del programa y que se ubican en 89 municipios de la entidad; eran atendidos 73 planteles de preescolar, tres de ellos del sector indígena; 683 planteles de primaria, 40 de ellas del sector indígena y 118 telesecundarias, los que ya no contarán con este beneficio.

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