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Opinión| Justicia y/o derecho… alboroto de la ignorancia

Justicia y/o derecho… alboroto de la ignorancia

Por: Marco Antonio Aguilar Cortés

Un ciego y un tuerto se han puesto a dirimir sobre la justicia y el derecho; el invidente ejerce un poder autoritario en México, mientras que el lisiado de un ojo (como líder senatorial) se niega a aceptar del todo los dogmas del presidente.

López, el presidente mexicano, impone como verdad absoluta: “Quiero expresarlo correctamente, el senador Monreal afirma que está a favor del derecho más que de la justicia, y yo sostengo lo opuesto, para mí la justicia es superior al derecho.”

Y el autócrata López es el único que decide qué es la justicia, y qué no es justicia; ¡vamos!, la justicia es la que diga el pueblo, y el presidente es el único que sabe qué dice el pueblo, por lo que la justicia y el propio pueblo son de su exclusiva propiedad.

Sé que eso es ridículo, pero el presidente es grotesco, y esgrime esa chuscada como una verdad absoluta.

Basándose, para ello, en tres dogmas presidenciales: “Yo no miento” (primer embuste), “yo no robo” (segundo embuste), y, “yo no traiciono” (tercer embuste), pues está a la vista de todos sus mentiras, sus robos y sus traiciones.

Por su parte el senador Monreal aduce, en relación con la postura del presidente: “La diferencia entre lo legal y lo justo es tan antigua como la Grecia Clásica. Sostengo que no debe existir diferencia entre uno y otro: si algo es legal, debe también ser justo, y viceversa, lo justo debe igualmente ser legal”.

La que ahora llamamos “Grecia”, en su desarrollo de diez siglos, no se llamó así. Del siglo XII al siglo II antes de nuestra Era fueron decenas de ciudades estado, en donde destacaron Atenas y Esparta. Su democracia era esclavista, y su “demos” o “pueblo” se constituía por los hombres libres (no mujeres), nobles y ricos; sólo ellos decidían.

En el siglo V, el siglo de Pericles, se conocieron varios libros de Platón, entre ellos, un diálogo titulado ‘Critón’, en donde este hombre libre, noble y rico, junto con muchos otros de su clase (entre ellos Simias y Cebes), estaban decididos a comprar la libertad y la vida de Sócrates, pues las leyes con que lo sentenciaron a muerte “iban contra la Justicia”.  

Sócrates no aceptó, porque “cuando me beneficié con las leyes, las acaté como justas”, y “ahora que al parecer me afectan, debo admitir que siguen siendo elaboradas con justicia”.

La visión entre el ‘demos’ helénico era diferente a la perspectiva socrática.

Más apegado a nuestro tiempo, el germano Ludwig Feuerbach (1804-1872), discípulo predilecto de Hegel, pero opuesto a su maestro, afirmó que: “El derecho es la voluntad de los poderosos jerarcas de la iglesia erigida en ley”.

Sus seguidores alemanes, Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895) tomaron la frase de su maestro, y la mejoraron: “El derecho es la voluntad de la clase dominante erigida en ley”.

Como consecuencia, para Feuerbach los ateos deber tomar el poder; para Marx y Engels la clase proletaria necesita tomar el poder. Para los tres, el derecho en que vivieron carecía de justicia.

Y es que la ‘justicia’ es un valor genérico, sólo un referente formal, una orientación axiológica de los seres humanos que, al bajarla a la vida cotidiana, a nuestro día a día, no encontrará jamás un contenido absoluto, ya que todo es relativo, dialéctico y cuántico.

En este tema, filosófico y científico, nadie puede presumir que tenga ‘la verdad’, quien diga que tiene ‘la verdad’, o es un ignorante, o es un mentiroso.

Por mi parte yo la seguiré buscando mientras viva, con la responsabilidad de mi descubrimiento e invención, y sugiero a cada ser humano que haga lo mismo; y que trabaje honestamente con la verdad, relativa a nuestros tiempos, espacios, circunstancias materiales y ambientes humanos.

El conocimiento sobre la justicia y el derecho no se logra con ignorancia ni con alboroto, ni siendo ciego ni siendo tuerto para saber sobre esos dos conceptos de valor en nuestras vidas.

El derecho es parte normativa de las ciencias que, con hipótesis y consecuencias jurídicas, conduce a la conducta humana. Esto es lo real y aplicable.

Lo real de la justicia es su orientación valorativa para iniciar, discutir, aprobar, sancionar, promulgar y publicar, el derecho vigente.

Y esta labor la clase dominante la sigue realizando, y más vale que lo haga bien, porque en ello le va la vida.

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