Por: Ramón Zurita Sahagún
Será difícil conocer la realidad de lo ocurrido con los dos personajes de la delincuencia organizada que se encuentran detenidos desde la semana pasada en Estados Unidos.
Ismael Zambada y Joaquín Guzmán López protagonizan un novelón que no tardan en hacerlo serie o película.
Ambos pertenecen a familias vinculadas a los principales cárteles de la droga y eran buscados no solamente en México, sino en Estados Unidos y el mundo entero.
Es por eso que su historia está convertida en toda una trama, en la que se involucran todas las aristas de una historia que tiene atrapados a los lectores y escuchas de lo ocurrido.
Día con día saltan versiones, unas demasiado intrincadas, otras más accesibles, se adicionan con otros elementos, pero al final nadie sabe bien a bien qué fue lo que ocurrió entre el encuentro de ambos personajes y el vuelo que los desembocó en el aeropuerto de Santa Teresa en Nuevo México, Estados Unidos.
Hay quienes establecen que fue una entrega, otros que fue una traición, los menos que fue un pacto negociado a cambio de que las leyes sean benignas con los implicados. También se dice que hubo negociación para que a cambio de Ismael Zambada las autoridades estadounidenses sean benévolas con Ovidio y Joaquín Guzmán.
Acuciosos periodistas obtienen narraciones de diversas fuentes que construyen una historia, otros más filtran versiones distintas. Algunos consiguen hablar con supuestos testigos de lo ocurrido y todo se confunde más.
El gobierno mexicano exige explicaciones y se las dan a cuentagotas, enredando más las cosas y a eso se le añade el asesinato de Héctor Melesio Cuén, asunto que deben investigar las autoridades mexicanas, relegándolo como un simple intento de robo de vehículo.
La historia da para mucho más y si hay una conexión entre ambos asuntos, el tema será más complejo.
Vincular a los temas puede desenrollar la madeja y aclarar el panorama incierto en que se encuentran dichos temas.
En Sinaloa la incertidumbre es grande y ni siquiera la presencia de más elementos de las fuerzas armadas tranquiliza a sus habitantes, los que están acostumbrados a todo tipo de peripecias.
La población aguantó el culiacanazo y la posterior aprehensión de Ovidio. Aguantó estoicamente los varios enfrentamientos que hay con alguna frecuencia entre los adversarios de uno y otro bando y logran seguir subsistiendo con todo ello.
Por eso saben que después de la tempestad viene la calma y que la normalidad llegará en el momento menos pensado e intentan hacer su vida cotidiana.
El presidente López Obrador y la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum, urgen a las autoridades estadounidenses a que esclarezca el tema, aunque los “americanos” se hacen los remolones y no sueltan prenda.
Por lo pronto el “Chapito” Joaquín Guzmán López se declaró no culpable de los delitos que se le imputan y eso pueda ir aclarando el panorama sobre lo que sigue en este melodrama que mantiene el interés en México.
Las posiciones son las mismas, el gobierno de México pide cuentas, pero no aclara por qué no actuó en consecuencia e intentó la captura de los dos personajes. La detención de los dos personajes en territorio estadounidense parece fácil o suena fácil, pero requirió de una gran estrategia, haya sido como “haiga” sido.
Los grupos delincuenciales todavía siguen pasmados con la captura de sus líderes y los nuevos liderazgos asumen el control sin aspavientos, mientras los habitantes de Sinaloa intentan hacer su vida normal.
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Email: ramonzurita44@hotmail.com
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