Rúbrica| ¿Quién carajo puede creerle algo todavía al PRI?
Por: Aurelio Contreras Moreno
Tras el brutal “bandazo” que dio al doblarse ante el morenato para extender la militarización del país, el Partido Revolucionario Institucional quemó el último cartucho de credibilidad que le quedaba.
La enorme “cola” del impresentable dirigente nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas, provocó que la coalición opositora se rompiera al faltar el PRI a su compromiso no solo de no aprobar reformas constitucionales impulsadas por el gobierno, sino de oponerse a la militarización.
Con su traición, el PRI –salvo contadísimas y honrosas excepciones- se terminó de vaciar. Nada de lo que digan, nada de lo que prometan, nada de lo que juren, tiene credibilidad alguna. Su enorme colección de “esqueletos en el clóset” los vuelve inviables para cualquier clase de negociación política, pues a las primeras de cambio pueden “cambiar de opinión” –chaquetear, dicho en términos más precisos- ya que son fácilmente extorsionables por la enorme estela de corruptelas que persigue a casi todos en ese partido, otrora temible e imbatible, y hoy apenas fétido hedor de sus múltiples fechorías.
Sin embargo, aunque como membrete ya no tiene nada que aportarle al país, sin duda todavía puede hacerle mucho más daño y terminar de ayudar al régimen a destruir la frágil democracia mexicana y retroceder medio siglo, a los tiempos del partido hegemónico, solo que ahora “tetratransformado”.
Esto viene a cuento porque como si no pasara por la peor crisis de su historia, como si no estuviera en peligro de desaparecer, en el PRI se les ocurrió llevar a cabo una especie de “pasarela” de aspirantes a la candidatura presidencial de 2024, más o menos en la misma idea de aquella de 1987, hacia el final del sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, de la que salió “ungido” Carlos Salinas de Gortari.
Bajo el nombre de “Diálogos por México”, el PRI llamó a dos jornadas este lunes y martes en las que básicamente está “placeando” a sus “cartas” para la sucesión presidencial, en un momento en el que los demás partidos opositores a la “4t” nada quieren con la dirigencia del desprestigiado y corrupto “Alito” Moreno.
Pero la “caballada” tampoco da para mucho. Salvo la figura de la senadora Beatriz Paredes Rangel, los demás que participaron este lunes son o cómplices de la traición de la militarización, como el diputado federal Ildefonso Guajardo Villarreal; o títeres del lopezobradorismo, como el anodino gobernador de Oaxaca Alejandro Murat Hinojosa; o “espectros” de ultratumba que quién sabe quién revivió, como el ex secretario de Hacienda del sexenio de Ernesto Zedillo, José Ángel Gurría Treviño.
Y aunque se llegara a decantar por una buena opción, sin alianza el PRI está muerto. Ir solo le significaría la posibilidad real de perder el registro y desaparecer. Y entonces, su alternativa sería formalizar su alianza de facto con el régimen de la mal llamada “cuarta transformación”. ¿Cuál será la ruta que decidan tomar?
La respuesta estará en la discusión de la reforma electoral con la que el régimen lopezobradorista pretende darle el tiro de gracia al sistema electoral democrático del país.
El secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández –el mismo que estuvo comprando y extorsionando diputados y senadores para sacar la reforma militarista- aseguró que ya tienen acuerdo con el PRI para sacar la reforma electoral que acabe con el INE y con las elecciones libres en México. Sin duda es algo que le interesa al tabasqueño, pues de lograr su cometido casi tendría en la bolsa la candidatura presidencial por Morena.
Durante la primera jornada de los “Diálogos por México”, Alejandro Moreno exclamó que “seguiremos expresando, de manera contundente, nuestro rechazo a la reforma electoral o una iniciativa que atente contra el INE, contra el Tribunal federal electoral o contra las instituciones que garanticen la competencia y la democracia en nuestro país”.
A menos, como sucedió con la reforma militarista, que lo amenacen con meterlo a la cárcel por corrupto y que la mayoría de los legisladores priistas acepten que con unos “cambiecitos” en la iniciativa original ya quedó resuelto el problema y decidan “creerle” al gobierno que no va a hacer trampa, porque es muy “honesto”.
¿Quién carajo puede creerle algo todavía al PRI?
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