Por: Javier Roldán Dávila
Si así está de Maduro, como estará de podrido
Para los autócratas, no hay nada más molesto que la libertad de expresión, ya que, para estos personajes, el ‘pensamiento único’ convertido en propaganda, es su principal mecanismo de subsistencia.
En este contexto, los primeros adversarios a eliminar, son los medios de comunicación tradicionales, empresas periodísticas con productos impresos, electrónicos y digitales. Así pues, basta la asfixia financiera, la persecución legal y el hostigamiento de toda índole a los comunicadores, para mermar o ahogar esta vertiente informativa.
Sin embargo, las redes sociales, que se inscriben en las nuevas tecnologías de la información, están conformadas por millones de usuarios, mismos que, en buena medida, se convierten en reporteros, cronistas, opinadores, creadores de contenido y lo que ustedes gusten, lo cual, es difícil de censurar a menos que…
A menos que, las redes sociales sean bloqueadas en ciertos territorios y, además, los usuarios criminalizados, cuestión que ocurre en países como Corea del Norte.
En términos prácticos, estas herramientas de comunicación pueden ser utilizadas por los regímenes en el poder (el presidente López Obrador, es muy exitoso en ello y las ha llamado ‘las benditas redes sociales’) y, también, por sus opositores, por lo tanto, no son de uso exclusivo, lo que les da un carácter comunitario. No sobra decir que, chinos, rusos y estadounidenses, cuentan con aplicaciones muy recurridas, no hay monopolio siniestro.
Lo del señor Maduro, es un deseo íntimo exteriorizado, para avasallar a sus legítimos opositores, un sueño guajiro propio, de los que buscan callar el Espíritu… de la raza, obvio.