Silogismos| Mientras el PRI agoniza, Alito se niega a irse y hasta quiere ser candidato en 2024
Mientras el PRI agoniza, Alito se niega a irse y hasta quiere ser candidato en 2024
Vanos fueron los reclamos de once ex dirigentes nacionales del tricolor para hacerlo dimitir al cargo; el campechano no solo se obstina en no renunciar sino, además, en el colmo de los absurdos, quiere ser candidato presidencial de la alianza para el 2024. Además de ser el blanco preferido de los ataques de la gobernadora, Layda Sansores, Alito podría ir a la cárcel acabando de dar el tiro de gracia a su partido
Por: Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
La gobernadora de Campeche, Layda Sansores, dedicó los primeros meses de su periodo para inaugurar un «nuevo estilo» de ajuste de cuentas, con el uso de las «redes sociales» e imitaciones de cómicos y cómicas, «sketches» y fraseología pretendidamente aguda. Todo, para golpear a su antecesor en el cargo y —todavía— presidente del PRI, Alejandro —»Alito»— Moreno Cárdenas.
El «show» mediático precede a la acusación legal formalizada, pero con estructura de telenovela y guion pergeñado en Palacio Nacional.
El fiscal campechano, Renato Sales Heredia, aparece en escena con un raro espectáculo de amedrentamiento, con patrullaje policíaco en los alrededores de una de las mansiones de «Alito», a manera de «inspección inicial», que a ojos de abogados se advierte no solo ocioso, sino ominoso asunto de venganza política.
Eso sucede en Campeche, pero en la ciudad de México (en algo como «fade in«), once ex presidentes del PRI, junto con los dos coordinadores de la cámara alta y baja, se reunieron durante cinco horas en el despacho de Moreno Cárdenas, en Insurgentes Centro, en fallido intento de convencerlo para presentar su renuncia.
Todo indica que ese «cónclave» tuvo momentos ríspidos: «Alito» no aceptó fracaso ninguno en su gestión como líder de partido opositor y dio indicios de su porfía (a estas alturas, un tanto grotesca) en proponerse a sí mismo como candidato presidencial de la alianza tripartita «Va por México» en 2024.
Entre los ex presidentes estuvo Roberto Madrazo Pintado, quien señaló al dirigente conductas prepotentes, excluyentes, de apoderarse del partido para fines totalmente personales. Lo curioso es que todo eso corresponde a un retrato hablado del mismo Madrazo Pintado cuando, también como opositor al gobierno del panista Fox, se impuso a sí mismo como candidato presidencial… y quedó en tercer lugar en las votaciones.
Fue evidente que los once ex presidentes del PRI salieron de la reunión de tal forma molestos, que rehusaron tajantemente acompañar a «Alito» en su comparecencia ante los periodistas, en donde, en mangas de camisa, afirmó tajante que no renunciará.
Pero el caso es que la gobernadora Sansores (quien heredó una colosal fortuna amasada por su padre, “El Negro” Sansores, con el saqueo de las arcas estatales cuando fue gobernador y cacique de horca y cuchillo, además de dirigente nacional del PRI), no es otra cosa que «el brazo armado» del presidente López Obrador, quien así inaugura otra etapa de la sucesión presidencial, donde ya comienza a sepultar todo tipo de formas políticas para dar paso a una «línea dura» con la mira puesta en todo lo que pueda obstaculizar el avance transexenal de la 4T.
Eso abarca inclusive ir contra las pretensiones de personajes como Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard los que, por su parte, optaron por dejar ya guardada la «prudencia» y soltaron de su ronco pecho la posible decisión de comenzar a contestar los agravios.
Así, el pasado domingo 12, después del «desayuno de unidad”, en el mitin toluqueño, Ebrard tuvo «la osadía» de reclamar «piso parejo» en la «carrera» interna de Morena por la candidatura presidencial.
Llamó la atención el pronunciamiento, toda vez que en Morena, con algunos matices, se han seguido al pie de la letra los «usos y costumbres» del hace ya años sepultado «tapadismo».
El «último tapado» en el PRI, fue quizá Luis Donaldo Colosio, quien fue «destapado» con cierta sorpresa, porque se esperaba que el “dedo mayor» apuntaría a Manuel Camacho, quien se molestó, lanzó acusaciones y renunció al gabinete.
Con AMLO, el “tapadismo” resurgió, pero con formas, digamos, burlescas: Comenzó por «negar el tapadismo» y no sin algo de sátira tropical, rebautizó a los aspirantes, de «tapados» de hace 25 años, a «corcholatas», y la consiguiente chunga en medios y redes sociales.
Ahora, AMLO se divierte y «las corcholatas» padecen escalofríos. Mandó a Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y a un ya quisquilloso Marcelo Ebrard a desayunar a Toluca y encabezar un mitin muy raro, donde había cartulinas y pancartas profesionalmente elaboradas en pro de los tres.
¿Y Monreal? se preguntaron lo mismo políticos que periodistas. Por si fuera necesario, el líder del Senado no se anduvo por las ramas, lunes y martes pasado concedió entrevistas a noticiarios de radio y televisión, además de los Canales de YouTube de personalidades ex Televisa, como Adela Micha. Claro, espacios no otorgados de gratis al líder del Senado.
A todos dijo lo mismo: Lo de Toluca fue violación a varios preceptos de la ley electoral, fueron actos anticipados de campaña, pueden surgir denuncias (que se hacen) y el INE y el Tribunal deberán tomar cartas en el asunto. Inclusive, la ley estable una sanción «terminal» en caso de que haya contumacia en las infracciones: la inhabilitación del transgresor para aspirar a candidaturas.
Claro, nada dijo el zacatecano de su propia promoción en su tierra natal ni de la renta a trasmano de medios como la cadena ABC Radio.
El asunto de Toluca comenzó a subir la temperatura del clima electoral, que por lo demás, siempre ha mantenido en ebullición el mismo presidente AMLO.
En tanto… ¿Qué pasa con «Alito»?
Entre todo lo anterior, comenzó a tomar forma el ataque desde Palacio Nacional contra «Alito» Moreno.
No es que el —todavía— presidente del PRI sea factor muy importante en la alianza «Va por México», pero el golpe que parece inminente puede colocar en posición muy incómoda a la oposición, a un año exacto de las elecciones en el Estado de México y Coahuila, los dos últimos bastiones del tricolor.
Los once ex presidentes priistas hicieron un esfuerzo para convencerlo de hacerse a un lado y permitir recomponer el pacto de ir por candidatura común, pero al fracasar surge un factor muy preocupante para 2024.
Todo indica que hay dos posiciones internas en el PRI: los que rechazan la renuncia porque suponen que debilitaría, aún más, a la alianza.
Los que proponen la renuncia para no contaminar la inminente campaña electoral con un presidente priista haciendo frente —quizá tras las rejas— a un juicio por corrupción. El frívolo ex gobernador no podrá explicar con todos los ábacos posibles de dónde diablos sacó tantas propiedades y dinero.
Por lo pronto, «Alito» manejó un asunto que se advierte un poco «inocente»: promovió una carta de «apoyo» a su permanencia en la presidencia del CEN, con las firmas de los 32 presidentes de los comités estatales (¿Realmente firmarían todos?). También Carlos Aceves del Olmo, ya muy provecto líder de la CTM; del ex gobernador José Murat Casab, de la Fundación Colosio, de Israel Hernández Deras, ex gobernador de Durango, por la CNC y otros pocos priistas a título personal.
Dice el comunicado: «Reiteramos respaldo total, apoyo absoluto e irrestricto a la dirigencia nacional…»
Faltaría ver si eso se mantiene en los próximos días… u horas.
En tanto, Alito, el terco, incapaz y peor líder en la historia del tricolor, insiste en que no pasa nada, acaso porque los cadáveres políticos, como almas en pena, se niegan a reconocer que están muertos en vida.