Las encuestas presidenciales antes de los debates
Hasta antes del inicio del largo puente de semana santa y una vez trascurridas cuatro de las trece semanas de campaña, se habían detectado 322 encuestas nacionales sobre la elección por la Presidencia de la República
Por: Ricardo de la Peña/México Social
Hasta antes del inicio del largo puente de semana santa y una vez trascurridas cuatro de las trece semanas de campaña, se habían detectado 322 encuestas nacionales sobre la elección por la Presidencia de la República del próximo 2 de junio de 2024, producto de ejercicios bajo la responsabilidad de un total de cuarenta casas encuestadoras.
Más de dos tercios de estas encuestas corresponden a ejercicios mediante entrevistas automatizadas, 45 por ciento de entrevistas telefónicas con respuesta de voz interactiva y 23 por ciento de aproximaciones a través de la red mundial. Tanto el método más tradicional de encuestas, las entrevistas presenciales, como las telefónicas a través de operador representan cada una 16 por ciento de casos del total de encuestas detectadas.
El volumen de encuestas detectadas ha aumentado de manera significativa a partir del arranque formal de las campañas, pues si antes se tenían volúmenes próximos a una docena de encuestas por semana, esta cantidad se ha duplicado en las últimas cuatro semanas. Al aplicar un doble filtro para detectar lo que se considerarán como encuestas recientes, uno por corresponder a este período de cuatro semanas más recientes y otro por ser la medición de fecha más próxima de una casa encuestadora dada, se tiene una selección de 24 encuestas, dos tercios de las cuales se habrían realizado en las últimas dos semanas.
La distancia entre las dos principales candidaturas no ha variado de manera significativa para el conjunto de encuestas nacionales detectadas desde el arranque formal del proceso electoral 2023-2024: de una diferencia de treinta puntos detectada en el arranque se ha pasado a 29 puntos de distancia, un recorte de apenas un punto en la diferencia media, con escasa oscilación en torno al valor medio en el tiempo.
Lo que sí ha cambiado en el tiempo, es la distancia medida por las encuestas realizadas mediante los distintos modos de aproximación posibles. A lo largo de todo el presente año la distancia entre las dos principales contendientes medida por las encuestas presenciales ha tendido a estrecharse y aproximarse a la observada mediante procedimientos automatizados.
Es así como a la fecha de corte de los datos que se emplean para este análisis, el día 27 de marzo de 2024, el margen de ventaja medio entre las dos principales candidaturas en las 24 estimaciones más recientes publicadas por diferentes encuestadoras se ubicaba en 29 puntos, coincidiendo sin importar el modo de aproximación en registrar cinco puntos porcentuales promedio a la tercera candidatura, mientras que diferían en el reparto entre las dos principales contendientes, llevando a una distancia menor a veinte puntos en el promedio de encuestas mediante respuesta de voz automatizada, ubicándose próximas a la media global las encuestas por entrevistas presenciales y producto de ejercicios de toma de información por vía digital, mientras las telefónicas personales encontraban una distancia mucho mayor.
Pero el problema de sesgo en las encuestas telefónicas por operador no se reducía a los promedios, pues además se registraba una elevada desviación entre las mediciones por este modo de aproximación, mientras que las realizadas a través de respuestas de voz interactiva y por medios digitales presentaban una menor desviación, que no llegaba a ser la elevada homogeneidad que se presenta en las encuestas mediante entrevistas presenciales, en lo que se profundizará más adelante.
¿A qué se debía la diferencia entre encuestas mediante entrevistas presenciales y las automatizadas y por qué esta distancia se tiende a cerrar?
Es claro que las encuestas por métodos automatizados estuvieron reflejando las preferencias actuales del segmento proclive a responder a sus consultas, por lo que sus estimaciones eran producto de una autoselección, en función a la reducida atención e interés del elector, mientras que las encuestas presenciales estuvieron siempre incluyendo a todo el electorado, incluso aquellos que no prestaban aún atención ni tenían interés en la contienda y que, en ausencia de información, respondían tener la intención de votar por la opción “default”, que es la gobernante.
A medida que la fecha de la elección se aproxima, es mayor la capa de público mínimamente informado y creciente la atención a la competencia, por lo que los casos de respuesta en vacío tienden a disminuir en las mediciones presenciales, aproximando sus estimaciones a las que encuentran los modos automatizados, que tienden a reportar preferencias de esa capa ensanchada de votantes interesados. Así, unas habría estar midiendo siempre lo que pasa allá afuera y otras lo que pudiera pasar si las condiciones no se alteran, pero ante la proximidad del evento la diferencia entre ambas se reduciría.
Es así como cuando se observan solamente las medias móviles en cada cuatro semanas de las estimaciones por encuestas nacionales presenciales sobre las preferencias para la elección por la Presidencia de la República de este mes de junio se observa que ciertamente se han presentado variaciones, por lo que en el presente año la brecha se ha cerrado de un extremo abierto de 39 puntos a la distancia actual de 27 puntos, debido a una caída de cuatro puntos en el primer lugar y un ascenso de ocho puntos del segundo lugar.
Si lo que ahora se observa, es el mapa de las estimaciones de la intención definida de voto para las dos mayores candidaturas de las últimas mediciones de las distintas encuestas nacionales presenciales sobre la elección por la Presidencia de la República de este año, se puede observar que las once estimaciones se encuentran dentro del margen de dos desviaciones típicas respecto al propio conjunto de encuestas, no existiendo encuestas que pudieran considerarse como anómalas o atípicas, aunque resulte cierto que existen diferencias todavía entre las mediciones.
De hecho, a partir de las mediciones disponibles es posible realizar un ejercicio de agrupamiento que divida a las encuestas presenciales en dos paquetes, uno formado por las cinco estimaciones que reflejan una diferencia menor entre las dos principales candidaturas, que mostrarían un margen de ventaja de 23 puntos, mientras que las seis mediciones más abiertas presentarían una diferencia entre los dos primeros lugares diez puntos mayores, de 33 puntos. ¿Qué encuestas se incluyen en uno y otro paquete?, es obvio si se visualiza el mapa de estimaciones antes presentado.
El aumento en la cantidad de encuestas detectadas durante la campaña es producto fundamentalmente de la disposición pública de dos series de encuestas nacionales de seguimiento diario de las preferencias por la Presidencia de la República, ambas realizadas mediante entrevistas con respuesta de voz interactiva, llamadas robotizadas.
Se supondría que si bien las mediciones por métodos convencionales, como es el caso de las encuestas presenciales, se tendrían que ver impactadas por los llamados “efectos de casa”, producto de diferencias en la rutina de entrevista —que suelen considerar temáticas adicionales al mero registro de las preferencias electorales—, de los reactivos específicos aplicados y sobre todo de la intervención del factor humano en la forma y calidad de las entrevistas, estos factores debieran neutralizarse en los ejercicios telefónicos automatizados, donde no hay intervención humana en el proceso de entrevista y se aplican pocos reactivos, directamente orientados al objetivo central de la medición.
Por ello, se entendería que las encuestas telefónicas con robot debieran llevar a una comoditización que homologaría el producto de las encuestas, las que servirían luego como insumos para el análisis y definición de estrategias, ajenas ya a la discusión sobre la medición misma y sus condiciones de producción, que estarían por tanto estandarizadas.
Esta coincidencia se da en los métodos para la confección de los datos producto de las dos series de seguimiento diario de las preferencias por la Presidencia de la República para la elección de este 2024. Sin embargo, las estimaciones por contendiente producto de ambas series no son para nada coincidente: luego de cuatro semanas de realización de estos ejercicios, sus estimaciones difieren de manera significativa, por lo que mientras una serie reporta con elevada estabilidad una distancia en torno a 25 puntos entre las dos principales contendientes, la otra serie las ubica en un margen menor a los diez puntos, con una varianza elevada en sus estimaciones diarias. Algo no está resultando como se esperaría.
Si se recuerda que el principal argumento a favor de una esperable exactitud de una de las encuestadoras que realizan seguimiento diario, es la proximidad de su estimación respecto al resultado en la reciente elección para la gubernatura del Estado de México, habría que recordar también que la otra encuestadora que presenta un seguimiento diario tuvo una última estimación en el Estado de México que resultó igualmente próxima al resultado. Así que en principio el argumento de lo atinado de sus mediciones recientes no favorecería a una encuestadora sobre otra, por lo que no existe ningún criterio objetivo que permita decantar cuál dato es mejor y, considerando la incongruencia entre las estimaciones, al final de cuenta seguimiento sin tener manera de obtener esa suerte de certidumbre sobre el resultado es ante de la votación que el público interesado desearía que las encuestas le aportaran.
Como ya advirtió recientemente Saúl Arellano, vienen semanas intensas en las que quienes detentan las candidaturas “habrán de poner en marcha todos los recursos y fuerza de que disponen para ganar la preferencia del electorado”. En ello un lugar destacado, sin duda, lo tendrán los tres debates organizados por la autoridad administrativa electoral nacional. Falta mucho camino por recorren y ni ahora ni nunca se podrá anunciar el resultado con base en mediciones demoscópicas, pues al final la decisión la tienen los votantes en las urnas y las elecciones no se pueden jamás ganar a “encuestazos”.