Redacción/México Social
El movimiento estudiantil de 1968 en México, es uno de los episodios más importantes de la historia contemporánea del país. Surgido en un contexto de creciente insatisfacción social y política, este movimiento no solo fue una manifestación de protesta contra el autoritarismo del gobierno mexicano, sino también una plataforma para la defensa de las libertades democráticas y los derechos humanos. El 2 de octubre de 1968, la represión violenta del movimiento en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco dejó una marca indeleble en la memoria colectiva del país. En este contexto, figuras como Rolando Cordera, un destacado economista y activista, jugaron un papel clave en la organización y difusión de las demandas estudiantiles.
1.- El Contexto del Movimiento Estudiantil de 1968
El movimiento estudiantil en México comenzó a finales de julio de 1968, cuando una serie de confrontaciones entre estudiantes y la policía desencadenaron una ola de protestas que rápidamente se extendió por todo el país. Las demandas del movimiento incluían la democratización del sistema político, la libertad de los presos políticos, la derogación de los cuerpos represivos del Estado, y el respeto a los derechos civiles y políticos.
Como lo señala Sergio Aguayo en su análisis del movimiento, “lo que comenzó como un conflicto entre estudiantes y policías pronto se convirtió en una movilización social masiva que exigía el fin de la represión y una mayor apertura política” (Aguayo, 1998). El gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz respondió con dureza, lo que culminó en la trágica masacre del 2 de octubre en Tlatelolco, donde cientos de personas fueron asesinadas.
2.- El Papel de Rolando Cordera
Rolando Cordera Campos, un destacado economista y académico, tuvo un papel fundamental dentro del movimiento estudiantil de 1968, aunque su reconocimiento se ha centrado más en sus contribuciones posteriores en el ámbito académico y político. En su juventud, Cordera fue parte de los Comités de Lucha que organizaron la movilización estudiantil, destacando por su capacidad analítica y su compromiso con las demandas democráticas. Él mismo ha señalado la importancia de aquel año en su formación política: “El 68 fue una sacudida para muchos de nosotros. Nos dimos cuenta de que la lucha por la democracia iba más allá de las aulas, era una necesidad nacional” (Cordera, 2008).
Cordera participó activamente en los debates internos del Consejo Nacional de Huelga (CNH), el órgano que coordinaba el movimiento estudiantil. Su visión crítica y su enfoque hacia los cambios estructurales fueron fundamentales para forjar un discurso que buscaba no solo reivindicaciones inmediatas, sino también transformaciones profundas en el país.
Después de 1968, Rolando Cordera se dedicó a la academia y la investigación en temas económicos, pero nunca dejó de ser una figura crítica del sistema político mexicano. Su legado en el movimiento estudiantil es recordado por su capacidad para unir el pensamiento crítico con la acción política.
3.- El Legado del Movimiento
El legado del movimiento estudiantil de 1968 en México se puede apreciar en varios ámbitos. En primer lugar, marcó un antes y un después en la relación entre el Estado y la sociedad civil. Como menciona Raúl Álvarez Garín, uno de los líderes del movimiento, “el 68 fue un despertar político para una generación que había crecido bajo el autoritarismo, pero que en ese momento vio la posibilidad de exigir un cambio real” (Álvarez Garín, 1981).
A pesar de la brutal represión, el movimiento de 1968 plantó las semillas de futuras reformas democráticas en México. En las décadas posteriores, diversas reformas políticas y la consolidación de derechos civiles fueron impulsadas por los sobrevivientes del movimiento, quienes llevaron sus demandas a otros ámbitos, como el periodismo, la academia y la política.
En segundo lugar, el movimiento tuvo un impacto significativo en la cultura política mexicana. A partir de 1968, la libertad de expresión y el derecho a la protesta se convirtieron en temas recurrentes en el debate público. Además, el movimiento ayudó a consolidar una conciencia crítica en generaciones posteriores, que han visto en el 68 un símbolo de resistencia contra el autoritarismo y la injusticia.
Finalmente, el movimiento estudiantil también tuvo un impacto internacional. Fue parte de un contexto global de protestas que incluían el Mayo Francés, las movilizaciones contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos, y las revueltas estudiantiles en países de Europa y América Latina. En este sentido, el movimiento mexicano fue parte de una ola global de inconformidad juvenil que demandaba más democracia y libertades.
Conclusión
El movimiento estudiantil de 1968 en México dejó una huella profunda en la historia del país, y figuras como Rolando Cordera jugaron un papel esencial en el desarrollo de las ideas y estrategias que dieron forma a esta movilización. Aunque el gobierno respondió con una brutal represión, las demandas de los estudiantes eventualmente influyeron en las reformas políticas que México viviría en las décadas siguientes. El legado de 1968 sigue vivo en las luchas por la democracia, la justicia social y los derechos humanos, y sigue siendo un referente importante para entender la historia contemporánea de México.
Referencias
Aguayo, S. (1998). La Charola: Una historia de los servicios de inteligencia en México. Editorial Grijalbo.
Álvarez Garín, R. (1981). La estela de Tlatelolco: Una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil del 68. Era.
Cordera Campos, R. (2008). Entre la historia y la utopía: reflexiones sobre el 68 mexicano. Editorial UNAM.