Pirotecnia asesina y sin control
Está por dar inicio la temporada festiva de fin de año, el mejor conocido “Maratón Guadalupe-Reyes”, que se une a diversas celebraciones, sobre todo religiosas en toda la entidad.
Por: Rosalinda Cabrera Cruz
Está por dar inicio la temporada festiva de fin de año, el mejor conocido “Maratón Guadalupe-Reyes”, que se une a diversas celebraciones, sobre todo religiosas en toda la entidad. Con todo esto se apareja una serie de problemas que, pese a los anuncios y amenazas de control, siguen subsistiendo, como es el caso de la venta de productos pirotécnicos que, como cada año, cobran muchas vidas por su manejo inadecuado e ilegal.
Lo alarmante del uso de dichos materiales es que no sólo causan quemaduras, lesiones y hasta la muerte; sus efectos se pueden ver de muchas otras maneras: afectan a personas con autismo y otros padecimientos especiales; el oído y los nervios de personas de la tercera edad y sobre todo a las mascotas, que se alteran hasta el punto de que, algunas de ellas, pueden sufrir infartos.
Ante ello, ya empezaron a surgir iniciativas y exhortos para buscar otras formas de diversión y entretenimiento (igualmente atractivas) en las mencionadas celebraciones, aunque aquí surge la duda: ¿podrán las advertencias superar a la tradición centenaria del uso de pirotecnia en las festividades más significativas?
Se busca erradicarlos
Michoacán ocupa el quinto lugar nacional en muertes por pirotecnia, de ahí que se proponga incorporar un Capítulo referente al peligro por la fabricación y uso de este material. Del 2003 al 2021 la entidad sumó 17 decesos por esta causa, así como 82 lesionados.
Estas cifras se desprenden de los datos del Centro Nacional de Comunicación y Operación (CENACOM) y de medios electrónicos por la subdirección de Riesgos Químicos del CENAPRED, que ahora fueron integrados en una propuesta de reforma al Código Penal elaborada por el diputado Juan Carlos Barragán.
El apoyo estadístico del legislador señala que en el periodo de 2003 a 2021 se registraron 649 accidentes por pirotecnia, y es en diciembre cuando se han acumulado el mayor número de casos con respecto al resto de los otros meses, con un total de 129 sucesos.
Considerando el número de incidentes, donde Michoacán ocupa la quinta posición en el periodo de referencia, en la geografía michoacana ocurrieron 37. A la cabeza está el estado de México con 199, seguido de Puebla (58), Guanajuato (53) y Oaxaca (45).
Es de mencionar que, pese a que en esta Legislatura ya se había aprobado una reforma al Código Penal relacionada con la pirotecnia, Juan Carlos Barragán presentó otra propuesta más en la que propone incorporar un Capítulo referente al peligro por la fabricación y uso de este material.
El legislador morenista propone de dos a seis años de prisión a quien compre, almacene o adquiera sustancias químicas para la fabricación, almacenamiento y venta de artificios pirotécnicos sin tener permiso general de la secretaría de la Defensa Nacional.
Otros datos que aporta en la exposición de motivos de su propuesta señalan que los sitios donde ocurren los accidentes con pirotecnia demuestran que es durante la fabricación de los artificios pirotécnicos que se presenta el mayor número de accidentes, teniendo el mayor problema en los talleres clandestinos que representan el 40.8 por ciento del total.
Según expresó en su propuesta, “estos son lugares de fabricación y almacenamiento que no cuentan con permiso otorgado por la SEDENA, operando de manera ilegal, mientras que en los talleres pirotécnicos que tienen registro ante la SEDENA, se presenta el 11.6 por ciento de los accidentes”.
Pero no sólo desde el Congreso se han lanzado propuestas para la erradicación de los famosos cohetes. Hace unos días, el arzobispo de Morelia, Carlos Grafías Merlos, dio a conocer un documento en el que hacía una petición a las autoridades para que se revisara el tema del uso de la pirotecnia en fiestas patronales y se prohibiera ante el riesgo que implica.
En su exposición pide a los sacerdotes de las iglesias tener empatía por los daños que genera el uso de pirotecnia a la niñez, personas adultas mayores o autistas, así como las afectaciones al medio ambiente y a los animales de compañía.
Muerte explosiva
Los accidentes derivados del mal manejo de la pirotécnica causa un doloroso recuerdo en la sociedad, como el sucedido en la muy concurrida carretera libre Pátzcuaro-Uruapan en 2018, a la altura del kilómetro 14 en la zona del entronque a Zirahuén, por donde transitan diariamente muchos vehículos, así que la tragedia pudo ser mayor.
De igual manera, el 15 de mayo de ese año, en Ecuandureo, explotó un vehículo en el que se transportaban fuegos pirotécnicos y que participaba en una procesión religiosa cerca de la comunidad Rincón Grande.
No cabe duda de que, cuando en una festividad forman parte alcohol, algarabía y fuegos pirotécnicos, los resultados generalmente son fatales o de graves consecuencias, como en el municipio de Ario de Rosales, en Michoacán, donde un puesto que vendía pirotecnia estalló en diciembre de 2022, dejando un saldo de tres heridos y causando temor entre los transeúntes que caminaban por la zona.
Un video compartido por un grupo de bomberos en la red social de Facebook, dio cuenta del hecho, donde se observa una inmensa capa de humo que se levantó al fondo de una calle angosta, además de escucharse el tronar de varios cohetes. Voces de vecinos alertaron que la explosión venía de un puesto de pirotecnia, como más tarde lo confirmó la dirección de Protección Civil de Michoacán, delegación Pátzcuaro.
Pese a la prohibición
La realidad es que se puede ver a plena luz del día que, aunque las autoridades lo declaren e incluso se hagan anuncios de sanciones de tipo penal y pese al riesgo civil que representa tanto para menores de edad como para los propios comercios de la ciudad, la venta de pirotecnia sigue latente.
Las mismas autoridades municipales tienen identificados al menos 21 puntos en Morelia en donde históricamente se ha comercializado con pólvora y otros artefactos explosivos típicos de las fiestas decembrinas y que serán sujetos a operativos de decomiso, según se dice, en próximas fechas, sobre todo cuando esté más cercano el maratón Guadalupe-Reyes.
Cada año, en estas fechas, son desplegados operativos de supervisión en los principales mercados y tianguis de la capital del estado. En relación con la naturaleza riesgosa de los explosivos, se cuenta siempre con la colaboración de la secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y la Policía Municipal para el resguardo de las mercancías.
Los vendedores de la pirotecnia ni siquiera se esconden y lo mismo se les puede ver en los cruceros de las principales avenidas, como al interior y exterior de mercados fijos, semifijos y ambulantes. Es a través de los inspectores de la dirección de Mercados que se hace la revisión de los espacios para detectar las prácticas, aunque deben tener muy mala vista o suerte, porque rara vez detienen a alguien.
Es por eso que en paralelo a los mercados y tianguis, existen las típicas “mesas” de pirotecnia que se ubican en las principales vialidades de Morelia, como en el caso de la avenida Torreón Nuevo, en la Guadalupe Victoria, el Pedregal y otras zonas de la ciudad y siguen sin darse a conocer las acciones que se tomarán en cuanto a los vendedores de pirotecnia a pie que normalmente trabajan en los principales libramientos de la ciudad y que cuentan con una capacidad rápida para esconderse en caso de ser necesario.
Pero no todo es vía pública, porque también se sabe de venta en lugares perfectamente camuflageados, como las muy conocidas “tienditas”, donde se expenden dulces, piñatas y chucherías propias de la temporada, además de grandes cantidades de cuetitos que llegan a servir como juguetes a niñas y niños, los más expuestos a accidentes fatales.
No se sabe si es prudente o no, pero los operativos se anuncian en todos los medios de comunicación, así que los vendedores y distribuidores saben perfectamente dónde no ir a ofrecer sus productos, tales como las explanadas de los mercados principales, como el Benito Juárez, Independencia, Revolución y el Tianguis del Auditorio, en donde históricamente, se han detectado los principales puntos de venta y distribución, así que como la ciudad es bastante grande, se ubican en vías de comunicación bastante concurridas y ahí venden desde una “cebollita” hasta un cohetón, y muchos de sus clientes son precisamente niñas y niños acompañados por sus papás.
La venta de pirotecnia está estrictamente prohibida y sólo las personas que cuentan con un permiso especial lo pueden hacer, bajo lineamientos estrictos y no en la vía pública, como algunos vendedores descubiertos por las autoridades afirman tener. La Ley de Pirotecnia es muy clara en cuanto a cómo se venden estos productos y en la vía pública no se puede hacer.
El cohete no conoce de leyes
Si bien es cierto que estos productos se pueden manejar bajo un permiso especial, la pólvora es la pólvora y ella no conoce de reglamentos o leyes. Cabe destacar que los peores accidentes con estos productos se han registrado en lugares que contaban con todas las de la ley para elaborarlos o utilizarlos, como ocurrió el 20 de diciembre de 2016 en el mercado de San Pablito, en Tultepec, municipio del estado de México, donde murieron 42 personas y decenas más resultaron lesionadas.
Incluso en Morelia, cuando encienden el alumbrado de la catedral metropolitana, los visitantes disfrutan con deleite de los fuegos artificiales que acompañan este evento familiar, mismas explosiones que encubrieron un 15 de septiembre en el mismo lugar el estruendo de granadas que arrebataron vidas y destruyeron familias; es de observarse que el uso de esos cohetes fue completamente legal.
El punto es que el uso de pólvora no es de ahora, viene de hace más de 2 mil años, cuando lo chinos descubrieron su uso y no es con la prohibición como se lograrán evitar los accidentes derivados de su utilización, puesto que es una tradición muy arraigada que difícilmente podrá ser erradicada de las familias.
Es la propia sociedad la que reclama en sus fiestas más sentidas el hermoso resplandor en el cielo de un cohete bien utilizado o la luz de bengalas en las tradicionales posadas o en la celebración posterior a la cena de Navidad o fin de año. Los curas incluso autorizan su uso en las fiestas parroquiales, como la muy conocida fiesta de la Inmaculada, en Morelia, donde cada noche se pueden ver los fuegos de artificio.
Prohibir no remediará nada, pero sí la debida capacitación para su elaboración; si se tienen detectados los lugares donde se fabrica, lo más viable no es recoger la mercancía o los productos para manufacturarla, sino supervisar que la pirotecnia se maneje con todos los elementos de seguridad tanto para los fabricantes como para los consumidores.
La Ley Federal de Pirotecnia indica que sólo se podrán vender estos productos con un permiso especial emitido por la Sedena, y los inspectores se han encontrado con que algunos comerciantes cuentan con ese documento, aunque nunca lo muestren.
De acuerdo con la dirección de Mercados, los artículos pirotécnicos que más se venden son cebollitas, palomas, ollas y petardos, que si no pasaron por un proceso correcto de fabricación pueden causar severas quemaduras a quienes los usan.
El riesgo potencial es sobre todo para las y los niños, quienes en estas temporadas sufren de quemaduras de primero y segundo grado, así como fracturas de dedos, manos y pies, derivado del mal uso de los famosos cohetitos, según da a conocer la Cruz Roja en Morelia, donde a través de un comunicado, refieren que es en diciembre cuando aumenta la cantidad de atenciones por accidentes de niños en el hogar, entre ellos las quemaduras por cohetes.
Son los padres de familia quienes deben extremar precauciones para que sus hijos no utilicen pirotecnia. Lo importante es que los padres y los niños tengan conciencia del grave peligro que corren por querer reventar un fuego pirotécnico con la mano o abusar de su uso, pues pueden provocar un incendio, lesiones y hasta la muerte.
Malestar de los artesanos
Para los artesanos que elaboran los tradicionales cohetes, la producción ilícita de pirotecnia, la negligencia, corrupción y falta de capacitación de las autoridades de protección civil se han combinado para generarles un ambiente de desconfianza en torno a dicha producción a nivel nacional y que ya afecta sin duda a Michoacán.
En la versión de productores de Indaparapeo, fue después de los accidentes de Tultepec, estado de México, que se intensificaron las supervisiones por parte de la federación que los mantienen completamente vigilados. Y es que prácticamente, por los accidentes que generan los polvorines clandestinos, quienes sí cumplen con la ley son los que terminan pagando los platos rotos y no les falta razón para decirlo.
Ellos aseguran que los productores michoacanos se encuentran entre los más disciplinados del país, y entre los que menos accidentes registran; la presencia de instalación de polvorines clandestinos tiene las alertas encendidas en todos los estados, por los accidentes que se han generado, pero principalmente en la población mexiquense, no en la michoacana.
Fue la familia Monroy Pérez, dedicada a este oficio desde hace más de 100 años y radicada en Indaparapeo, la que advirtió que han tenido que ser los mismos 40 productores debidamente certificados y documentados de permisos quienes han tenido que señalar las irregularidades cuando detectan algún polvorín clandestino, debido a que ante cualquier accidente todos los productores son vinculados al problema por parte de las autoridades y ellas no hacen distingos.
Entrevistados al respecto, recordaron que el último accidente registrado en la localidad fue en 1973, y desde entonces la vigilancia de los 45 trabajadores que operan los polvorines los ha mantenido lejos de cualquier catástrofe. No obstante, denunciaron que lejos de apoyarlos, las autoridades les han entorpecido el trabajo, toda vez que incluso Protección Civil Municipal en todos los relevos de ayuntamiento suelen mover al personal y con ello, la capacidad de respuesta de su personal.