Opinión| Chuecuras del presidente
Decir vs Hacer
Por: Marco Antonio Aguilar Cortés
Rodolfo Usigli (1905-1979) es, sin duda alguna, el padre del moderno teatro mexicano, quien desarrolló con maestría uno de sus personajes, César Rubio; éste finge ser un gran general de la Revolución Mexicana.
El dilema es que llega a creerlo, y sufre un grave problema de identidad.
César se dice a sí mismo: “Ya no hay mentira… me he vuelto verdadero”; y el pueblo empieza a creer en él, valorándolo como a un héroe.
Así, ese desajuste de identidad personal conduce a una perturbación social; y el gesticulador ya no es sólo César Rubio, sino gran parte de los mexicanos, de aquellos ayeres.
México, país de gesticuladores.
‘El Gesticulador’ se editó en 1947; e inmediatamente fue censurado por el gobierno.
Pocos recuerdan ese libro, pero me sirve de referencia en vínculo a las escenificaciones políticas que vivimos hoy en día con la figura presidencial.
“Mi compromiso es terminar con la corrupción en México; lo lograré llegando al poder”, dijo Andrés Manuel López Obrador.
Ése fue uno de sus primeros decires como candidato, reiterado en su toma de posesión.
Como propósito es impecable, y la mayoría de los mexicanos estamos de acuerdo en terminar con la corrupción en nuestro país.
México en 2017 se encontraba en el lugar 102, de 180 naciones evaluadas por IMCO respecto a lo corrupto.
En 2021 México, según IMCO, se encuentra en el número 124 de esa lista de países; es decir, ahora hay más corrupción.
Los propósitos de Andrés Manuel son una cosa, respecto a ese mal, pero su hacer colocó a México en 22 niveles más corrupto.
López Obrador dijo: “Mi compromiso es terminar con la inseguridad pública del país; lo lograré llegando al poder”; Éste fue otro de los decires del candidato y del presidente.
Como propósito es correctísimo, y casi todos los mexicanos deseamos acabar con la inseguridad pública.
En 2017 los homicidios registrados por el INEGI en México fueron 32,079. El propio INEGI contabilizó los homicidios en 2021, en nuestro país, en 36,598.
El decir de Andrés Manuel es una cosa, respecto a la inseguridad pública, y el hacer de López Obrador es otra. Los homicidios durante la actual administración se elevaron en más de 4,500.
“Mi compromiso es que, en el primer año de mi gobierno, nuestra economía crezca entre 6% y 8%; que haya trabajo y mejor distribución de la riqueza. Lo lograré llegando al poder”.
Ése fue otro de los primeros decires del candidato y del presidente Amlo. Como propósito, ¡perfecto!. Todos estuvimos y estamos de acuerdo en ese crecimiento económico, y con mejorar la distribución de lo producido.
En 2017 el Producto Interno Bruto de nuestro país creció 2.1%, conforme al Banco de México; pero esta misma institución indicó que el PIB mexicano en 2021 decreció el 2.3%.
El decir de Andrés Manuel vuelve a ser una cosa, respecto a la economía nacional, y el hacer de López Obrador retorna a ser otra cosa totalmente diferente. No sólo no crecimos, sino decrecimos; nos hicimos más pobres.
El número de pobres en 2017 en México, conforme CONEVAL, fue de 57 millones; mientras que esa misma institución señala el número de pobres en nuestro país, respecto al 2021, en 61 millones de pobres.
Como se puede observar, en números duros y oficiales, Amlo tiene buenos propósitos, pero pésimos resultados.
Recién dijo, con gran orgullo: “Estamos anclados, pero sin zigzaguear”. La chuecura de sus palabras corresponde a la chuecura de su boca y, ésta, a la chuecura de su lógica. ¿Cómo podemos zigzaguear, si estamos anclados?
Este presidente gesticulador acusa a otros de lo que él hace: golpea a cuantos puede, y está a punto de ser golpista.