Por: Ramón Zurita Sahagún
Los gobernadores de la actualidad y los que recién dejaron el puesto cuentan con una gran coincidencia que los hace parecer iguales, el desinterés por gobernar y la opacidad con que ejercen su encargo.
Hacía mucho tiempo que los gobernadores no daban muestra de su inoperancia, ni mostraban su ineficiencia e inutilidad al administrar un estado.
Por suerte no son todos, pero sí una gran cantidad de ellos que dejan constancia de sus deficiencias que van desde omisiones, inactividad, protecciones y desinterés por servir al pueblo que los eligió.
Ven pasar los problemas y jamás intentan resolverlos o frenarlos y simplemente, con su pasividad, dejan que el tiempo pase.
Saben que tienen protección del manto divino de la impunidad, mientras se van acumulando todo tipo de asuntos.
Cuando requieren, remiten a la autoridad federal el o los asuntos y se deslinda de ellos. Son incapaces de tomar al toro por los cuernos e intentar actuar de acuerdo con los lineamientos que su cargo les exige.
Hay de todo entre los mandatarios estatales de los dos últimos sexenios. Torpes, “valemadristas”, insaciables con el poder y el dinero, incompetentes, ineptos e inútiles.
La mayor parte de ellos caben en esas características. Lo saben, están conscientes de ello y simplemente dejan que el tiempo transcurra.
No se entiende como la presidenta Sheinbaum Pardo incorporó a varios de ellos a su gobierno, mientras otros que pronto terminarán sus desastrosas administraciones esperan su recompensa.
El que fue gobernador interino de Tabasco, Carlos M. Merino, despacha ya como director de ASA, cargo que le fue confiado por su licencia de piloto comercial. ¿Fue bueno su desempeño en los tres años de gracia que le heredó Adán Augusto López? Los tabasqueños lo consideran como un bueno para nada que dejó entrar a las bandas del crimen organizado que demostraron su presencia con bloqueos, incendios, asesinatos y desorden en varios municipios del estado. Eso sí, Merino jamás se hizo notar, fue bastante austero con su figura.
Cuauhtémoc Blanco fue blindado con una diputación federal para evitar todo tipo de enjuiciamiento en su contra. Su administración fue terrible, con acusaciones de corrupción, de
vínculos con el crimen organizado, asesinatos al por mayor y violencia e inseguridad. Como colofón de su gobierno hay una denuncia de su hermana por supuesta violación.
Martí Batres en la CDMX fue el suplente de Claudia Sheinbaum y su trabajo fue acorde con los lineamientos marcados. Siendo un político extremista no se comportó de esa forma y como compensación recibió la dirección del ISSSTE.
El gobernador de Puebla, interino de Luis Miguel Barbosa (fallecido), Sergio Salomón Céspedes continuó la ruta como su antecesor, aunque tuvo varios episodios de violencia, inseguridad y crímenes. Su pago por buena conducta será la dirección de Migración, a partir de diciembre.
Rutilio Cruz Escandón es uno de los gobernadores más cuestionados por su complacencia con los grupos delincuenciales, los que operan sin discreción en Chiapas y catalogado como un gobernador inútil. La cantidad de asesinatos de autoridades locales es impresionante, así como la de candidatos y ahora hasta clérigos. Él todavía espera su premio.
Cuitláhuac García Jiménez, gobernador opaco, carente de sensibilidad cuyo mayor atributo es ser un buen bailarín de salsa, deja que todo suceda en Veracruz y nada le quita el sueño o le inquieta. Espera también una posición dentro del gabinete federal que ya no será la que él consideraba idónea para su persona.
Quedaron los tres gobernadores salientes de la oposición, los que no tendrán premio por parte de la administración federal, aunque Mauricio Vila, Yucatán, ya lo obtuvo con una senaduría. Enrique Alfaro, Jalisco, dice que se retirará de la política y Diego Sinhue Rodríguez, Guanajuato, se volvió invisible.
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