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Sinopsis Política| El tercer informe de Ixtláhuac: pifias y realidades

La debacle, por la que los ciudadanos estamos transitando, no es culpa de los políticos, líderes y gobernantes.

Por: J. Salatiel Arroyo Zamora

La debacle, por la que los ciudadanos estamos transitando, no es culpa de los políticos, líderes y gobernantes. Se trata más bien del desliz de nosotros los gobernados, que les hemos permitido hacer lo que les plazca, incluso atentar contra la dignidad humana, con faltas de respeto, como tener al auditorio horas esperando el arribo del “iluminado” para que nos acaricie el oído con halagos, falacias y una retórica bien entrenada. En su mayoría se trata de personas ordinarias, vulgares, cuya única “cualidad” es la habilidad que poseen para persuadir o engañar, como cualquier estafador.

Del presidente municipal de Zitácuaro, Juan Antonio Ixtláhuac Orihuela, es del dominio público la informalidad de su carácter, que se refleja con las constantes prácticas de impuntualidad. Lo que ya no resulta extraño y los interesados en reuniones con él, así como los asistentes a sus convocatorias, lo saben y deben ir prevenidos, modificando sus patrones de conducta para adaptarlos a los hábitos del mandatario, en lugar de exigir respeto al tiempo de los demás y al cumplimiento de un compromiso. Además de respeto, la puntualidad representa orden, disciplina, responsabilidad y otras cualidades, que los asnos no entienden y otros no valoran. 

Aunque, luego para enmendar esos “errores” se culpe a otros o se inventen farsas, como sucedió precisamente durante el tercer informe del presidente municipal, intentando justificar que la tardanza para el inicio del evento fue causada por un apagón de energía eléctrica… y sí realmente fue así, resulta difícil creerlo, por los antecedentes inmediatos y mediatos. Y si se miente en asuntos irrelevantes y sin que exista necesidad para hacerlo, imagínese cuando la causa de la falsedad tuviese que ver con millones de pesos, conductas antijuridicas, inmorales o hechos ilícitos. 

Bueno, fuera de esas “nimiedades”, el informe de Toño Ixtláhuac fue atractivo, como muchas de las acciones que él realiza, el Teatro Juárez estuvo abarrotado de seguidores, sobre todo funcionarios locales y proveedores del municipio. Tal fue la aglomeración, que algunos asistentes, considerados de “menor jerarquía”, tuvieron que ser invitados a retirarse del recinto, para que sus lugares fueran ocupados por personalidades de “más alto nivel” (pero ahí han de andar de lambiscones).

Ya entrado en materia, Toño elogió su trabajo y nos volvió a prometer un futuro brillante. Presentó un programa de logros y avances que, aunque encomiables en papel, no necesariamente se traducen en mejoras tangibles para la población. La Oficina de Atención Ciudadana y las giras por el municipio, funcionan más como agencias de relaciones públicas, que instancias de solución a las necesidades que les competen; para ello, sería conveniente saber ¿Cuántas de esas demandas, de los diez mil ciudadanos atendidos, han sido realmente resueltas?

Respecto a la infraestructura municipal, el alcalde se jacta de haber construido más de cien domos escolares y pavimentado 27 kilómetros de calles. Sin embargo, estos logros deben ser analizados, en el contexto de las necesidades reales del municipio y se informe con exactitud cuantas de esas obras se realizaron en zonas prioritarias y si en verdad se siguieron los procesos de licitación de manera transparente o se favoreció a ciertos contratistas. Además, la cantidad no siempre implica calidad. Lo cierto, es que la sostenibilidad y el mantenimiento de estas infraestructuras a largo plazo, son aspectos cruciales que no se abordaron en el informe.  

En cuanto al fomento al empleo y la inversión económica, son datos que también requieren de una revisión crítica. Los más de 300 proyectos productivos y la inversión de la empresa chilena Arauco son positivos; sin embargo, la realidad económica de Zitácuaro sigue siendo precaria para muchos de sus habitantes… ¿Cuántos empleos se han generado realmente? ¿Son estos empleos dignos y bien remunerados? El Banco del Empleo es una iniciativa interesante, pero su efectividad dependerá de la capacidad del gobierno municipal para conectarlo con oportunidades laborales reales y sostenibles. 

En materia de seguridad, uno de los temas más sensibles para cualquier administración, fue presentado como un área de avance, gracias a la colaboración con diversas fuerzas del orden. No obstante, Zitácuaro sigue enfrentando problemas de inseguridad que no pueden ser ignorados. La reducción de la violencia y eliminar la sensación colectiva de miedo, es un proceso que requiere más que equipamiento y tecnología, es necesaria una estrategia integral que ataque las causas profundas de la criminalidad; pero, sobre todo, se combata la corrupción en los gobernantes. La verdadera efectividad de las medidas adoptadas se medirá en la percepción de seguridad de los ciudadanos y en estadísticas de largo plazo.

En el ámbito social, la administración ha realizado esfuerzos visibles en áreas como el refugio para mujeres y la creación de guarderías; no obstante, la próxima inauguración de la clínica de salud municipal ha sido anunciada de manera reiterada, sin concretarse; dejando a muchos ciudadanos cuestionando la verdadera capacidad del gobierno para cumplir sus promesas. La política social debe ser proactiva y no sólo reactiva, y en tal sentido, el gobierno de Ixtláhuac Orihuela aún tiene mucho camino por recorrer.

La revitalización de espacios históricos y culturales es un punto positivo; pero, nuevamente, debemos preguntarnos: ¿Estos esfuerzos responden a una necesidad real de la sociedad o son más un intento por embellecer a la administración? La recuperación de espacios, como La Casona de La Estación, es importante; pero, ¿Qué pasa con las áreas rurales y los barrios marginales que siguen desatendidos?

Además de los problemas estructurales, el evento del Tercer Informe de Gobierno estuvo plagado de errores y falta de organización. Invitados especiales fueron convocados a salir del recinto, porque los encargados de la atención no los recocían o identificaban. Desaire o insolencia que causó molestias y ocasionó que algunos se retiraran del lugar. La situación se agravó más con el supuesto apagón, que retrasó aún más el inicio del informe, provocando descontento que, aunque fue soportado por los asistentes que buscan quedar bien, dejó claro que la organización y logística son un desastre. 

Finalmente, la transparencia y rendición de cuentas son elementos clave en cualquier gobierno democrático. El informe de Ixtláhuac Orihuela, aunque detallado en logros, carece de una autocrítica genuina y una evaluación honesta en las áreas donde la administración ha fallado o podría mejorar. La omisión de temas o posturas críticas, como la gestión de residuos, el acceso a servicios básicos en zonas marginadas y la corrupción en la administración pública, plantea serias dudas sobre la integridad y la eficacia del gobierno actual.

En conclusión, mientras el informe de Juan Antonio Ixtláhuac Orihuela presenta una narrativa de éxito y progreso, la realidad de Zitácuaro es más compleja (por decirlo con decencia). Los logros enumerados, aunque reales algunos, no deben distraernos de los numerosos desafíos no resueltos que enfrenta el municipio.

Es imperativo que la ciudadanía se mantenga vigilante y exija un gobierno que no sólo hable de cambio, sino que lo implemente de manera transparente, inclusiva y efectiva.

Lo más lamentable, que integrantes del movimiento “transformador” de la 4T, venidos de la lucha social de izquierda, no solo se presten a esa farsa, sino que la aplaudan. Peores cosas veremos y nefastas incongruencias padeceremos.

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