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YO CAMPESINO/Bajo fuego| Imparable ola de asesinatos sin distingo: por inseguridad, 320 mil mdp

En un reflejo de la impunidad con que actúa, la delincuencia arreció la ola de asesinatos a lo largo y ancho del país donde lo mismo mata y decapita mujeres y hombres, que arremete contra fiscales

Por: Miguel A. Rocha Valencia

En un reflejo de la impunidad con que actúa, la delincuencia arreció la ola de asesinatos a lo largo y ancho del país donde lo mismo mata y decapita mujeres y hombres, que arremete contra fiscales, funcionarios de la FGR y civiles con lo cual, la inseguridad que costó el año pasado más de 320 mil millones de pesos, propicia un reguero de cadáveres y despojos que superan las 145 mil 500 víctimas en lo que va del sexenio.

Y mientras el discurso oficial reitera que la criminalidad ha bajado, “se investigará hasta las últimas consecuencias” y el “crimen no quedará impune”, la delincuencia no se pone límites y lo mismo lanza bombas en presencia de militares como a Guadalupe Mora en Michoacán donde mató a tres piscadores de limones, que asesina a autoridades ministeriales federales y deja cuerpos desmembrados en Guerrero.

Al cumplirse un mes de la desaparición de cinco jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco, la ingobernabilidad en Guerrero se hicieron patentes con el asesinato de 50 balazos de un coronel en retiro habilitado de fiscal y ayer mismo el ajusticiamiento en calles de Chilpancingo, del delegado de la Fiscalía General de la República, Fernando García Cervantes, mientras en Acapulco aparecían cinco cuerpos desmembrados incluyendo el de una mujer sin cabeza.

Mientras en Michoacán, a pesar de la presencia militar, agreden con bombas a líderes sociales, asesinaron a tres cosechadores de limón y el pago de piso continúa incluso en la comercialización. Ni hablar del atentado contra madres buscadoras a quienes, la dizque secretaria de Gobernación prácticamente descalificó y que fueron víctimas de intimidación a balazos. Lo mismo diría de la caravana de turistas que fue asaltada en Miguel Alemán, Tamaulipas donde hubo tres heridos.

Con ello el costo de la inseguridad crece hasta superar los 320 mil millones de pesos el año pasado, que significó 14 por ciento más que en 2021 en que se calculó en 279 mil millones de pesos. Para el 2023 el INEGI considera que se irá para arriba otra vez dada la incidencia delictiva sobre todo en carreteras donde ni la presencia policíaca inhibe a los criminales, especialmente por las noches.

La encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) considera que el costo representa el 1.08 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país y equivale a 8 mil 192 pesos por persona afectada.

De hecho, el 74 por ciento de los mexicanos nos sentimos inseguros. En tanto la incidencia de impunidad va de la mano de la cifra negra en delincuencia que alcanza el 94 por ciento y donde no se si incluyen homicidios ni desaparecidos, pero si los robos por asalto, domicilios, autopartes, carreteras y agresiones en la calle.

Por todos esos muertos, los casi 800 mil de la pandemia incluyendo la sobre mortandad por falta de medicamentos, tratamiento y servicio médico sobre todo en las crónico-degenerativas y cánceres, el ganso es incapaz de guardar un minuto de silencio, vestirse de negro o al menos mandar mensajes de alivio a esos hogares de mexicanos que lloran por sus víctimas donde habrá que incluir a los más de 46 mil desparecidos.

Esos muertos no cuentan, no votan, son culpa de los neoliberales, de los de antes y no merecen que el machuchón de Palacio Nacional diga algo por ellos. Pero sí va a otros países a vestirse de víctima, quejarse de los periodistas mexicanos y afirmar que es casi un semidios incomprendido. Sólo fue a hacer el ridículo, especialmente en Chile, uno de los países donde sí leen y tienen alto nivel intelectual.

NO le creen y si saben de su mediocridad y fracasos. Allá fue a robar créditos a los de “antes” como al embajador potosino Gonzalo Martínez Corbalá. Y todavía se atreven a asegurar que Abrazos no balazos es una política exitosa. Eso es no tener madre.

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