Por: Miguel A. Rocha Valencia
Ensoberbecidos por saberse dueños del poder absoluto y metidos en su bacanal de destrucción de instituciones democráticas, los cuatroteros parecen olvidar que ellos no son todo el país y que 85 millones de mexicanos habremos de sufrir las consecuencias de sus decisiones porque a partir de ya, la realidad de una nación en llamas y donde la crisis nos alcanzó y viviremos sus efectos poco a poco, pero inexorable y fatalmente.
Lo más inmediato por el impacto en nuestras vidas es la inseguridad, que dependerá exclusivamente de las políticas públicas que tome el nuevo gobierno que amenaza el esquema de mentiras, desinformación y ocultamiento que nos recetaron durante casi tres mil mañaneras, para ocultar o desviar la atención de una realidad distinta a la que se ve desde el poder.
Le seguirá sin duda lo económico donde varios mitos habrán de caer para estrellarnos en nuestra vida diaria. De entrada, para alcanzar el tres por ciento de déficit que se planea inicialmente, tendrá que reducirse el gasto en cerca de 800 mil millones de pesos que gastó de más la actual administración.
Se trata del famoso recorte de que tanto se habló hace dos meses como parte de la disciplina fiscal que le deja el ganso a su sucesora y que en 2024 se registró como un déficit del seis por ciento y fue causa del aumento de la deuda hasta llegar a 6.5 billones de pesos de los cuales billón y medio se pidieron para comprar votos y apoyar a Pemex y su débito.
Es decir, que consentido o no por la nueva presidenta, su mentor le deja una camisa de fuerza que sólo con más deuda podrá aflojar, pues el dinero que le dejará en caja, ya se debe, y a las tasas más altas del mercado, por arriba del 11 por ciento anual. Es decir que por cada mil pesos se pagarán 110 pesos de intereses, que multiplicados por 1.5 billones, es muchísimo dinero.
Lo más grave es que no sólo dejara el Peje un presupuesto acotado sino además un desastre del que todos, desde la corcholata hasta las rémoras de Morena, son cómplices ya que, al aprobar la reforma Judicial aun sin pies ni cabeza, la militarización y próximamente la extinción de órganos autónomos, cierra oportunidades de recurrir a la inversión privada nacional o extranjera.
Ni para dónde moverse, porque de hacerlo, el nuevo gobierno se arriesga a despertar la cólera del tlatoani quien podría causar un gran sisma en la cúpula del poder moviendo todas sus piezas y hacer desistir a su elegida de enmendar el rumbo.
La tiene agarrada, porque así lo permitió, por todos lados, desde el mismo gabinete donde están los clavos del profeta en toda la estructura empezado con Gobernación, hasta la franquicia llamada Morena y que es propiedad del tabasqueño, pasando por un Congreso donde sus
incondicionales (hasta la ignominia) son quienes deciden que se hace, obviamente por órdenes de su supremo creador a quien todo le deben.
Pero el tema es el mismo más allá de los mandatos, servidumbres y cajas de aplausos. De dónde va a salir el dinero, pues si insisten en presumir ingreso de inversión extranjera directa, la realidad les dirá que ésta ya disminuyó, que los famosos 300 mil millones de dólares anotados como promesas, sólo son eso, lo mismo que los 42 mil millones de dólares ofertados por los empresarios mexicanos quienes hoy ponen en duda su participación precisamente por el panorama en seguridad y legalidad que se tiene enfrente y el cual cuestionaron abiertamente ante la entonces candidata y ella ofreció revisar, aunque de inmediato fue corregida por su mánager a quien todo, todo le debe.
Por eso, si el plan es sacar al país adelante, será una epopeya pues representará que la futura jefa del Ejecutivo se emancipó de la chachalaca tabasqueña, lo cual no deja de ser un sueño guajiro por lo ya antes dicho y porque la misma favorita del reyezuelo lo ha aceptado, continuidad.
El otro reto será multiplicar el dinero, conseguir la confianza de inversionistas y hasta de quienes no votamos por ella, hándicap más alcanzable que el primero, pero, aun así, faltarán los recursos financieros más allá de los recortes presupuestales y el apretón a los causantes cautivos e informales desde el SAT donde por cierto ya se confirmó al incondicional de Andrés López Beltrán, Antonio Martínez Dagnino.
Por lo pronto el sexenio que se va, se contabilizaron cerca de 60 mil millones de dólares de inversión extranjera directa, 25 mil menos que el sexenio pasado, eso sin contar con reinversiones y dinero que ya estaba aquí pero que cambió de manos a través de enajenación de empresas.
Uno de los factores principales para la caída de la IED, según Bank of America, fue la desconfianza hacia el tlatoani que movía el marco legal a su antojo, hoy con las reformas las cosas están peor, pero, veremos, aunque el todo poderoso ya dijo que aún con el relevo, hay un plan único, si es así, que continuará la debacle del país.