Por: Aurelio Contreras Moreno
Particularmente en el estado de Veracruz, el resultado de la pasada elección no tiene nada que ver ni refleja el ánimo social hacia la agonizante administración de Cuitláhuac García Jiménez, quien cierra su gestión empequeñecido, ninguneado y en la antesala de un cobro de facturas desde su propio partido.
Frustrado por ser la burla de propios y extraños, hecho a un lado de las posiciones políticas relevantes del próximo sexenio, García Jiménez vive sus últimos días al frente del gobierno de Veracruz al que llegó de “chiripa”, como el burro que tocó la flauta o, como en este caso, que ganó una gubernatura. No por mérito propio, sino colgado de la figura de Andrés Manuel López Obrador.
Así sigue. Luego de varias semanas presionando con que había sido invitado por Claudia Sheinbaum a integrarse al próximo Gobierno Federal, la presidenta electa confirmó hace unos días que él -y todos los gobernadores salientes de Morena- tendrá un espacio, aunque no especificó cuál. Decisión que evidentemente le ha sido impuesta, ya sabe usted por quién.
Fuera de toda proporción respecto de sus capacidades políticas y personales, García Jiménez buscó por todos los medios ser el sucesor de Manuel Bartlett en la Comisión Federal de Electricidad y filtró dicha especie como si fuera un hecho entre alguna prensa “condescendiente” con él, por decirle de alguna manera. Se llevó un chasco verdaderamente humillante cuando Sheinbaum evidenció la falacia del xalapeño.
Aunque no se ha confirmado oficialmente, todo parece indicar que el destino de Cuitláhuac García será la dirección de la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía. Una oficina de cuarto nivel en la estructura de la Secretaría de Energía –donde su sucesora en el gobierno de Veracruz fue la titular en este sexenio-, cuya función es ofrecer “consejos para ahorrar energía en el hogar, con el objetivo de hacer las viviendas más cómodas, sustentables y eficientes” y que además “trabaja en la mejora de la eficiencia energética en edificios, flotillas vehiculares e instalaciones industriales del Gobierno Federal y Empresas Productivas del Estado”.
Si la dependencia es de cuarto nivel jerárquico, para un gobernador que ganó –“haiga sido como haiga sido”, diría un clásico- una elección en su estado es un “premio” de quinta. Se trata de una humillación que si Cuitláhuac García tuviera un gramo de dignidad, rechazaría sin dudarlo. Pero no la tiene. Así que agarrará el “hueso”. Es eso, o quedarse sin nada.
Para consolarse, el pasado fin de semana Cuitláhuac García se autoglorificó con un faraónico acto político al que llamó “sexto informe de gobierno”, sin valor legal alguno, pues la Constitución del
Estado de Veracruz marca como fecha de presentación del informe anual de labores del Ejecutivo estatal el 15 de noviembre.
Lo del domingo fue un dispendioso e injustificable mitin –con cargo al erario- en el que lo acompañaron sus empleados. Y nada más.
Lo realmente notable –y sintomático, un augurio de lo que se le viene- fue la ausencia de su “aliada”, la gobernadora electa Rocío Nahle, a la que hizo ganar con todos los recursos del Estado y que con su inasistencia, le hizo un vacío político que bien podría considerarse como el punto final de un sexenio perdido, en el que Veracruz se quedó rezagado en todos los órdenes y Cuitláhuac García se desveló como un político mediocre, resentido, limitado y autoritario.
Ése, y no otro, será su “legado”.
Del rector “stripper” al acosador
Para ilustrar de manera diáfana el fin de sexenio en Veracruz, a tres meses del cambio de administración y en un berrinche muy característico de su personalidad, Cuitláhuac García cesó de manera fulminante a su maestro y mentor ideológico, Mario Raúl Mijares Sánchez, como rector de El Colegio de Veracruz.
No crea que lo despidió por haber destruido a la institución como proyecto educativo y transformarla en un reducto panfletario de cuadros de Morena, sino porque el rector “stripper” –por aquello de que le gusta tomarse fotos a lo Village People- se atrevió a criticar que Cuitláhuac García no apoyó financieramente al Colegio.
Pero lo mejor es el sustituto. Fue nombrado como encargado del Colver otro sujeto fuertemente resentido, de nombre Alejandro de la Cruz Garnica, quien enfrenta varios procesos legales por acoso laboral y violación de derechos humanos de trabajadores a su paso como director administrativo del Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz, y que usó a esa institución como trampolín político para sus fallidas aspiraciones a una diputación por Orizaba. Aunque le alcanzó para medrar unos meses como director general de Administración de la Secretaría de Finanzas.
Ambos representan perfectamente a este gobierno.
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