Silogismos| Murillo y Sosa Castelán, la polémica de sus cuestionadas “letras de oro” en la UAEH
Las autoridades universitarias anunciaron el retiro del nombre del ex gobernador y ex Procurador de la República de las paredes del Instituto de Ciencias, pero mantiene intacto el del capo con arraigo domiciliario, Gerardo Sosa Castelán
Las autoridades universitarias anunciaron el retiro del nombre del ex gobernador y ex Procurador de la República de las paredes del Instituto de Ciencias, pero mantiene intacto el del capo con arraigo domiciliario, Gerardo Sosa Castelán, en la Torre de Posgraduados; el primero acaba de ser reivindicado en su “Verdad Histórica” por el Subsecretario, Alejandro Encinas, en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, pero el segundo no ha podido demostrar su inocencia por el manejo indebido de millones de dólares en cuentas del extranjero
Por: Antonio Ortigoza Vázquez
En la política siempre han convivido dos tipos de «moral”; una para los adversarios —o enemigos— y otra para autojustificaciones forzadas. Pero aún se dan casos que lindan con aberraciones. En la UAEH vemos ahora que con suma desfachatez se utilizan criterios contradictorios para medir la supuesta trascendencia de dos personajes: el ex gobernador y ex procurador general Jesús Murillo Káram y Gerardo Sosa Castelán.
Esta crisis del culto a la personalidad, viene a cuento ahora, con el anuncio de la nueva vocera de la universidad, Edith Ramírez, quien por Facebook anunció que «se retiró» el nombre de Murillo Káram al Módulo Uno, planta alta, del Instituto de Ciencias Sociales. ¡Zaz¡
Es paradójico: La decisión se toma en los precisos momentos en que, por medio del Subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, se rinden informes acerca del «Caso Ayotzinapa», mismos que, a criterio de los padres de los 43 estudiantes masacrados y de prestigiados juristas, repite casi párrafo por párrafo, las mismas conclusiones a que llegó el ahora preso en torno al caso, y que se han utilizado para fincarle delitos graves.
Es decir, que la llamada “Verdad Histórica”, retornó al mismo punto de partida.
En otras palabras: Por medio de Encinas, el gobierno informa como conclusiones, lo mismo que mantiene a Murillo en la cárcel. Luego entonces, se realiza una reivindicación del ex procurador por vía transversal, o algo parecido.
Pero sucede que, el seis de marzo de 2022, el ahora ex rector (aún libre mediante amparos) Adolfo Pontigo Loyola, decidió «bautizar» la Torre de Posgraduados (18 pisos y 94 metros de altura) como «Torre Gerardo Sosa Castelán».
Eso sucedió, precisamente, cuando el jefe de «La Sosa Nostra», ya estaba recluido en Almoloya y sometido a juicio por delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. (Ahora en prisión domiciliaria en Acaxochitlán, con brazalete electrónico y gracias a la ayuda de un amigo, que no lo conoce en persona, pero sí vía telefónica).
Pontigo debe explicar a la comunidad universitaria y a toda la sociedad hidalguense, si un delincuente debe ser merecedor a tal distinción. Porque de ser así, no extrañaría que en otro espacio de la Máxima Casa de Estudios pudiera develarse una placa con el nombre del “Chapo” Guzmán u otro capo de la delincuencia organizada.
Para la sociedad hidalguense es claro que para el historial político/delictivo de Sosa Castelán, el pliego acusatorio en su contra, simplemente se queda corto.
En resumen: Murillo Káram fue homenajeado por la UAEH cuando era considerado un político notable, y va a la cárcel por una acusación no solo controvertible, sino que para sorpresa del país, ahora se le reivindica por vías insólitas por sus propios acusadores.
En cambio, Sosa Castelán es objeto de gran homenaje precisamente cuando se encuentra juzgado por delitos financieros graves. Fue una forma en la que el ex rector Pontigo Loyola, un coacusado, formuló un punto de vista político/jurídico contra las acusaciones de la Fiscalía de la federación, a cargo entonces del ahora encargado de la Procuraduría hidalguense, Santiago Nieto.
Por cierto, Pontigo difundió en redes sociales unos textos donde presume «su vena poética», manejada en -si acaso- burda imitación del vate Aguirre y Fierro. Y dice: «A todos aquellos que amamos nuestra Casa de Estudios, les invito a reflexionar… antes que a juzgar a cualquiera, adentrémonos en la historia de esta institución, con seriedad y conocimiento… no me referiré a la que me tuvo en su vientre, sino la que me acunó en sus muros… ¡Un hijo que se precie de serlo, jamás levantaría su mano contra su madre!». (Tan tan).
Así las cosas, la moralidad no se le da al exrector Pontigo, pues el desprestigio acuñado por décadas por esa cofradía bautizada con “Grupo Universidad”, comienza a gangrenar la humanidad de cada uno de sus miembros.
Y usted, estimado lector, ¿por quién vota para que su nombre se preserve en los espacios de la UAEH, por Sosa Castelán o por Murillo?