Editorial| Morir, antes de dejar de buscar
Yesenia Durazo desapareció el pasado domingo en Arivechi, Sonora. Es una de tantas esposas, madres, hijas, que buscan a sus seres de los que no saben nada.
Yesenia Durazo desapareció el pasado domingo en Arivechi, Sonora. Es una de tantas esposas, madres, hijas, que buscan a sus seres de los que no saben nada.
Ayer apareció sana y salva. Gracias, no a las autoridades de ese estado que activaron el protocolo Alba hasta las 72 horas, sino a la carta pública que la Unión de Colectivos de Madres Buscadoras de Tamaulipas dirigió a los cárteles Jalisco Nueva Generación, de los Salazar y Sinaloa:
“Quien se haya llevado a Yessenia, que la regrese con bien y con vida, no condenen a sus hijas y familia a buscarla por una eternidad”.
Quienes hayan sido, se tentaron el corazón.
Otras mujeres “buscadoras” no corrieron con la misma suerte.
De 2021 a mayo de 2023, al menos siete “buscadoras” han sido asesinadas. La más reciente, Teresa Magueyal, que fue balaceada en Celaya, Guanajuato. Tenía tres años buscando a su hijo José Luis, de 34 años, desaparecido en San Miguel de Octopan.
Pero nada, ni las amenazas de muerte de los sicarios ni la indiferencia e indolencia de las autoridades y menos la falta de recursos, las detiene.
Bien dicen que no son una amenaza para nadie pues solo quieren recuperar la paz con los restos y lo que quede de sus seres queridos. Una lápida es su único consuelo.
Recurrir a los sicarios y jefes de plaza para que les digan por dónde pueden buscar, es una práctica a la que recurren las “buscadoras”, porque a los gobernantes no les interesa ayudarlas. “Si ya no esta, ¿para qué buscas?”
¿Quién puede vivir con un desaparecido o desaparecido?
Más de 108 mil familias lo viven día a día, en un país donde la muerte tiene permiso por parte del mismo Estado.
Tan solo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador la cifra de homicidios dolosos y feminicidios supera los 156 mil.
Yesenia reapareció y seguirá buscando a su esposo. Así sea en el infierno de este México de “abrazos y no balazos” a los criminales y asesinos.