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Ambigú| Si es tan honesto e incorrupto, ¿por qué no abre información sobre sus obras?

Y sí que se le da de engañabobos, pero no deja de sorprender -y hasta decir: ¡que cabrón!-, esa facilidad con que le da la vuelta a la tortilla.

Por: Martha Elba Torres Martínez

Ninguna de las más de cien mil mentiras -hasta enero de este año, según un informe de Spin-Taller De Comunicación Política que dirige Luis Estrada- con que nos despierta López Obrador por la mañana, es piadosa. Todas tienen la intención despiadada de aturdir para que no se razone y menos se cuestione sus acciones.

Y sí que se le da de engañabobos, pero no deja de sorprender -y hasta decir: ¡que cabrón!-, esa facilidad con que le da la vuelta a la tortilla.

Anteayer, oootra vez contra los medios y su “lluvia de mentiras”, “propaganda vil” frente a lo que el INE “no puede hacer nada porque la disfrazan como información”. Y duro contra la Suprema Corte porque resulta que la invalidación del “decretazo” del 2021 con que reservó “por seguridad nacional” toda la información sobre todo lo que se ha gastado -y se gastará- en sus obras insignia, fue para frenarlas.

Por eso el otro “decretazo”, el 18 de mayo: nuevamente para tapar el gasto en el Tren Maya, el Corredor Interoceánico del Istmo y los aeropuertos de Palenque, Chetumal y Tulum. Con ese desparpajo, casi infantil, se regocijó que le ganó a la Corte. «Porque ya sabíamos que había la intención de frenar las obras que estamos realizando en el sureste para beneficio para la gente”.

Hay que ser de plano muy pendejo -el rebaño sagrado- o muy mal intencionado -los propagadores-, para tergiversar dos cosas que nada tienen que ver una con otra. Porque la mayoría de las y los ministros, lo único que hizo fue salvaguardar el derecho constitucional de acceso a la información pública, la transparencia, la rendición de cuentas, control ciudadano de la actuación pública y máxima publicidad, que nada tiene que ver con la continuación de las obras.

¿Qué genera sospechosismo? Que en todas las obras de López Obrador están metidos los militares y marinos que se mueven en un mar de lodo impenetrable. Neta, ¿a nadie le entra la mínima curiosidad por saber cómo y en qué se gastan el dinero público, después de ver el lifestyle del general Sandoval?

Y otra. Si López Obrador es tan honesto e impoluto y no oculta nada porque en su gobierno no hay corrupción, ¿por qué jodidos se niega sistemáticamente a entregar cuentas claras, comprobables y verificables por instituciones, académicos y periodistas? Como dice: “quien nada debe, nada teme”. ¿Entonces?

El tema de AMLO es moverse siempre en la opacidad, el secretismo. ¡Que no manche! Todo siempre se sabe…

                                                                          ***

Como jefe de gobierno capitalino escondió información sensible, particularmente los contratos para la construcción de los segundos pisos del Periférico. Mucho se habló y escribió sobre el encarecimiento indebido de las obras con la ayuda de sus amigos constructores que le “fondearon” parte de sus campañas presidenciales; la otra parte, ya sabemos de dónde provenía: los moches. Pero ahora son las fuerzas armadas del país las involucradas y eso es de altísimo riesgo para la gobernabilidad de nuestro país.

Así vimos al Ejército a cargo del AIFA, para cuya construcción y entrada en operación se presupuestaron en 2019, cerca de 92 mil millones de pesos; se inauguró en 2022 y el costo ya se había elevado a más de 104 mil 500 mdp. La cancelación del aeropuerto de Texcoco, la Auditoría Superior de la Federación la estimó en 331 mil 900 mdp, pero con unas cachetadas, David Colmenares la bajó a 75 mil 223 mdp.

Esta terminal aérea es una porquería, un fracaso del Presidente y los militares, pero así de bueno el negociazo.

El Tren Maya, también a cargo de la Sedena, es un desmadre y se perfila como la obra emblemática de la corrupción de este gobierno de la 4T. Fuera de sus videos bien bonitos cada semana en la “mañanera”, todo igual es opacidad e irregularidades.

En 2018 anunció que se destinarían 120 mil mdp para las obras; después la Secretaría de Hacienda corrigió y cifró en 167 mil 341 mdp; en 2021, Rogelio Jiménez Pons, entonces titular de Fonatur, estimó el costo en 230 mil mdp; en el último informe de avance trimestral 2022 -de acuerdo a una nota de Expansión-, la SHCP reportó que la inversión era ya de 225 mil 476 mdp y este 2023 se le inyectarían 143 mil mdp más.

Si bien nos va, el proyecto se chupará unos 400 mil mdp y quien sabe cuánto más porque nada garantiza su viabilidad sobre terreno. Los detalles de tanto dinero gastado, son secreto de Estado. ¿Por qué?

En las mismas anda la Refinería de Dos Bocas, otra de las obras sexenales donde están metido los militares, que nada más no se termina y métele y métele dinero: se presupuestó en 8 mil millones de dólares y ya lleva un sobre costo de 12 mil mdd. La primera etapa -oficinas- la “inauguró” el Presidente en julio de 2022 y se suponía que a principios de este año ya tendríamos gasolina a 10 pesos litro.

El Economista acaba de publicar parte del Informe Trimestral de la Auditoría Interna de Pemex sobre el seguimiento al Proyecto de la Refinería Olmeca en Dos Bocas, correspondiente al período enero-marzo del 2023 y presentado en el Consejo de Administración de Pemex, este mes.

De acuerdo al documento al que tuvo acceso ese medio, la auditoría identificó una serie de “riesgos materializados” y otros financieros, que tienen que ver con la falta de análisis oportuno del proyecto por parte de las instancias debidas y que comprometen la viabilidad del negocio.

Entre los riesgos financieros, estableció que “que no se cuenta con una adecuada planeación, presupuestación y programación de recursos físicos y financieros para la construcción (…), que pueden causar endeudamientos y sobrecostos de inversión”; el segundo, “no contar con seguimiento del ejercicio presupuestal de la Inversión Financiera” y un tercero es el de “no garantizar la transparencia y trazabilidad del uso y seguimiento adecuado y oportuno de los recursos en flujo de efectivo transferidos en aportaciones del Gobierno Federal a Pemex para la construcción de la Refinería”.

Con esto, Octavio Romero, director de Pemex, se lava las manos y deja a la secretaria de Energía, Rocío Nahle y a las casacas verdes, cargar con la “bomba” que no estará en condiciones de ser operable en julio, como prometió López Obrador.

En cuanto al Corredor Interoceánico del Istmo, esta obra se proyectó con una inversión de unos cuatro mil millones de pesos para vías férreas y este año se le inyectan otros siete mil 700 mdp para la primera etapa. Esta obra esta a cargo de la Marina y es de la que menos información hay disponible.

Nada más a cálculo de buen cubero, tan solo estas obras representan un gasto que supera con un buen, el billón de pesos.

Me disculpo por la pregunta: su la intención con las obras en el sureste del país es para beneficio del pueblo, ¿que no habría sido mejor construir caminos, escuelas, hospitales y desarrollar proyectos agroindustriales y cuidar cada peso de la inversión, que arrasar con el medio ambiente y vestigios arqueológicos? No puedo quitarme de la mente a don Nico y doña Tomasa, de Najacuca, Tabasco: ¿de qué les sirve la refinería si no tienen ni silla de ruedas…

                   ***

Pero hay más negocios turbios en que está metido el Ejército y que por eso es de gran valor que la Corte haya ordenado el desbloqueo de la información sobre las obras de la 4T. Se trata de las dos mil 700 sucursales del banco del Bienestar que AMLO prometió para mitad de su mandato, y que serían para el final, 13 mil centros. “Va a ser el banco con más sucursales en el país”, dijo López Obrador el 22 de febrero de 2021.

El 23 de febrero de este año, dio a conocer que ya operaban mil 414 sucursales y que para julio estarán funcionando las 2,700. ¿Cuánto se invierte en esto, cómo? Nadie sabe porque es otro boquete negro en cuanto a información pública.

Pero tan resultó otro rotundo fracaso su banco del Bienestar, que le echó ojo a Banamex luego de que se cayeran las negociaciones de Citigroup con Grupo México, de Germán Larrea, el expropiado de más de 100 kilómetros de vías férreas.

“Hasta me alegré porque dije: ‘bueno, si ya no lo va a comprar él, pues hay la posibilidad de crear una Asociación Público-Privada’. A la gente de México le interesaría tener acciones y no hay pierde porque es un negocio redondo. ¿Saben cuánto ganaron los bancos el año pasado?: 240 mil millones de pesos”, dijo en su mañanera del miércoles.

Hizo sus cuentas, como con sus “otros datos”: le restaría a la negociación dos mil millones de dólares en impuestos, pagaría el gobierno -de nuestros impuestos, claro- tres mil mdd y “la gente” compraría dos mil mdd en acciones. Así cubriría los siete mil mdd que pensaba pagar Larrea, cuanto el valor de la institución está por encima de 12 mil 500 mdd.

De veras ¡que cabrón! Pero nótese que uso el término “gente” y no “pueblo”, porque a éste, como es pobre, nada más lo usa para votar y lo que no es “pueblo” es “gente”; esa clase media que tanto ha ofendido y agraviado, que es aspiracionista, progresista, y que detesta porque no se traga sus mentiras, esa “propaganda vil” que escupe todas las mañanas.

Pero más cabrones resultaron los de Citigroup. Porque más tardó el dictador mexicano en soltar sus negras intenciones, que éstos en anunciar que se suspende la venta directa de las acciones de Banamex y que en su lugar realizaría una oferta pública inicial (OPI) hasta 2025. El argumento fue que esperarían a mejores condiciones en el mercado accionario. Pero qué coincidencia: López Obrador -se supone- ya no estará en la Presidencia…

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