InvestigacionesSeptiembre 2023
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En Michoacán, aprovechamiento contra conservación

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

El 11 de mayo de 2023, el gobierno de Michoacán publicó el decreto por el que se declaró Área Natural Protegida al Cerro del Águila (ANP). La zona cuenta con una superficie total de 5 mil 128 hectáreas, de las cuales, la secretaría de Medio Ambiente de Michoacán destinó mil 143 hectáreas para aprovechamiento agrícola y de huertas de aguacate; mil 694 hectáreas corresponden a conservación y 2 mil 321 hectáreas para la restauración del entorno.

De las mil 143 hectáreas correspondientes a zona de aprovechamiento sustentable agrícola, según el decreto por el que se declara Área Natural Protegida en la categoría de Reserva Estatal y subcategoría de Reserva de Captación y Recarga de Mantos Acuíferos, 963 hectáreas corresponden a actividades agrícolas y 180 hectáreas son de huertas de aguacate.

El decreto estatal establece tres políticas en torno al Cerro del Águila: conservación, restauración y aprovechamiento y en su contenido, el decreto divide el área en unidades de paisaje para la zonificación.

De esa manera, la zonificación define usos del suelo potenciales de las subzonas del área natural protegida, “conforme a criterios que identifican unidades de paisaje donde se apliquen usos específicos, acordes a las características del área y a los requerimientos de conservación y protección que se requieran”, se señala en el referido decreto.

Según el estudio técnico justificativo realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para el Área Natural Protegida en la categoría de Reserva Estatal y subcategoría de Reserva de Captación y Recarga de Mantos Acuíferos, las huertas de aguacate “ponen en riesgo la provisión de los servicios ecosistémicos” de esta área, dado que “en los últimos 20 años, el Cerro del Águila ha experimentado un cambio de uso del suelo significativo, lo que representa tendencias de cambio que podrían agravarse en el corto, mediano y largo plazo”.

Y advierten que: “En un lapso de 18 años (del 2000 al 2018), la mancha urbana creció 70.53 hectáreas dentro del área del cerro del Águila”, conforme a datos del Instituto Municipal de Planeación de Morelia citados en el estudio.

Por otra parte, el análisis de cambio de uso del suelo, realizado en 2021 por el IMPLAN y calificado como “inédito” por el estudio técnico, señala que se perturbaron 104 hectáreas y se deforestaron 26.62 hectáreas en ese periodo, aclarando en contraparte que “este análisis se llevó a cabo a una escala cartográfica de 1:50,000, y que otros análisis como la digitalización de huertas de aguacate presentes en el área, han permitido evidenciar, a una escala mayor (1:10,000) el cambio de uso del suelo por este tipo de huertas, las cuales son una presión importante sobre las cubiertas forestales del Cerro del Águila, y por lo tanto ponen en riesgo la provisión de los servicios ecosistémicos”, aclara el citado estudio técnico justificativo usado para hacer el decreto de Zona Natural Protegida.

Aunque la demanda social para lograr proteger este importante cerro era patente desde hace varios años, no fue sino hasta que se vieron en riesgo las reservas de agua de Morelia que los gobiernos estatal y municipal pusieron manos a la obra para ello; en tanto, ante la demanda de comercialización de aguacate, crecieron tanto los permisos legales como la ocupación ilegal del cerro buscando lograr el cambio de uso del suelo para el cultivo del citado fruto.

Es innegable que la principal problemática que se presenta, es precisamente el cambio de uso de suelo por huertas de aguacate, la cacería ilegal de fauna silvestre, los incendios forestales, plagas forestales, deforestación y extracción ilegal de madera.

La pelea por las hectáreas

El 11 de mayo de 2023, el gobierno de Michoacán publicó el decreto por el que se declaró el ANP del Cerro del Águila, ubicado en los municipios de Morelia y Lagunillas; el número de hectáreas asignadas al área de protección es mayor al que propuso la secretaría de Medio Ambiente de Michoacán en el Plan de Manejo publicado el 16 de marzo de 2023, donde se establecía la propuesta de 3 mil 345 hectáreas de conservación.

Al decreto final le precedieron otras propuestas. Al menos desde 2006 se realizaron cuatro propuestas formales, cada una de ellas con distinta superficie de conservación. Integrantes de la Comunidad Ecológica de Jardines de la Mintzita trazaron unos mapas donde marcaron las cuatro propuestas efectuadas para crear el Área Natural Protegida del Cerro de El Águila.

En 2008, el Servicio Geológico Mexicano marcó una poligonal de 5 mil 525 hectáreas tendiente a proteger las zonas de recarga de La Mintzita, humedal que se nutre del agua filtrada desde el Cerro del Águila y que en gran medida es consumida por los habitantes de la capital michoacana; posteriormente, en 2012, el gobierno de Michoacán lanzó su propia propuesta, la que abarcaba 5 mil 289 hectáreas, denominado proyecto Zona de Restauración y Protección Ambiental del Área de Recarga del Manantial de La Mintzita, en tanto que el Instituto Municipal de Planeación de Morelia (IMPLAN), en 2021 sugirió proteger 6 mil 33 hectáreas bajo el rubro de Área Municipal de Protección Hidrológica Cerro del Águila.

Para 2023, luego de una propuesta de consulta ciudadana altamente cuestionada, la secretaría de Medio Ambiente del Gobierno de Michoacán (Secma), estableció que se protegerían 3 mil 345 hectáreas como Reserva de Captación y Recarga de Mantos Acuíferos Cerro del Águila, lo que finalmente quedó asentado en el Periódico Oficial del estado, Tomo CLXXXII, de fecha 16 de Marzo de 2023, número 51.

No es de extrañar la rebatinga por el Cerro del Águila, dada su abundante riqueza natural y su potencial de aprovechamiento. Es valioso por los servicios ecosistémicos que brinda, como la producción de alimentos, agua limpia, regulación del clima, apoyo en la polinización de los cultivos y la formación de suelos, además de beneficios recreativos y culturales.

Es, sin duda, una zona de vital importancia en la conservación de especies, pero, sobre todo, en la vida diaria de miles de personas que, sin reparar en ello, dependen de la conservación de esta montaña, expresó previamente al decreto el titular de la Secma, Alejandro Méndez López.

Conforme al Estudio Técnico Justificativo para esta declaratoria, el Cerro del Águila tiene una alta capacidad para prevenir la erosión; mediante datos morfológicos y prácticas de suelo, clima y vegetación, se ha demostrado que existe una retención de la superficie de cuatro toneladas por hectárea por año, y algunas áreas llegan de seis a 56 toneladas.

Su capacidad de infiltración hídrica del suelo es sumamente alta, especialmente en la cima y las laderas que la rodean; por lo tanto, es relevante para la provisión de servicios hidrológicos, lo que se ve reflejado en el manantial de La Mintzita, el cual abastece aproximadamente al 40 por ciento de la población de Morelia.

Por otra parte, ofrece servicios como almacenamiento de carbono mediante diferentes reservorios (biomasa aérea y subterránea, carbono orgánico en el suelo y carbono en materia muerta); para la ciencia también tiene relevancia, pues se pueden realizar actividades relacionadas con la educación e interpretación ambiental, ecoturismo y actividades deportivas de bajo impacto, como la caminata y el excursionismo, siempre que no impliquen modificaciones a las características o condiciones del ecosistema.

Se han hecho aparentes declaraciones que buscan mostrar preocupación por su conservación (aunque en los hechos se sigue dañando la región), como lo dicho por el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, quien advirtió que no habrá ninguna negociación sobre el cerro del Águila con aquellos grupos que tienen huertas ilegales y se protegerá el medioambiente, pero el desastre sigue creciendo.

Promesas que no se respetan

Desde que se hizo la declaratoria de ANP, una de las promesas incumplidas para la protección ha sido el control de los intentos de invasión de los fraccionadores hacia el poniente de Morelia, donde se han creado verdaderas ciudades satélite, así como la creciente siembra de aguacate, más evidente en la parte sur del cerro, por lo que cada año se detectan desde incendios forestales provocados, hasta la construcción ilegal de caminos y rutas de acceso.

Las afectaciones son graves, pues si bien la cara norte que se ve hacia la ciudad de Morelia se encuentra en buen estado, el lado colindante con Lagunillas ya ha sido prácticamente devorado por las hoyas de agua y las huertas de los monocultivos, en total ilegalidad e impunidad.

Lo anterior, aunado al impacto ambiental por la pérdida de superficie forestal que también representa un riesgo directo para el abastecimiento del agua que consumen cientos de miles de morelianos. A decir de los especialistas, de continuar con la destrucción del Cerro del Águila se espera la inminente muerte del manantial de La Mintzita en cuestión de pocos años.

Ahora el temor crece ante una nueva promesa: la construcción del segundo anillo periférico de Morelia, donde se incluirán otros decretos de nuevas ANP para la zona urbana de Morelia: Pico azul, Cerro del Águila y Cerro del Quinceo son algunos de los puntos que se decretarán cómo espacios de conservación por parte del gobierno de Michoacán para evitar la invasión con miras a fraccionar.

Habría que hacer hincapié en que apenas en meses pasados, organizaciones ambientalistas fijaron postura en contra de los megaproyectos por considerarlos lesivos para el medioambiente, situación ante la cual, la administración estatal aseguró será atendida bajo un enfoque de conservación, pese a que los proyectos de construcción siguen adelante.

Se ha precisado que La Mintzita, Pico Azul-La Escalera y el Cerro del Punhuato son algunas de las zonas que no se verán afectadas por la ejecución de la obra en la cual se invertirán 4 mil 300 millones de pesos para mejorar la conectividad entre los municipios de Morelia, Tarímbaro, Álvaro Obregón y Charo, pero las experiencias previas demuestran que estas son promesas sin sentido.

Los riesgos son reales

Desde hace meses, cuando el tema del nuevo anillo periférico se puso en la palestra, académicos e integrantes del movimiento En Defensa de la Loma de Santa María advirtieron que la crisis hídrica estimada para 15 años se empezará a manifestarse en menos de la mitad de lo esperado por la aceleración en los procesos de degradación de los ecosistemas forestales.

Con cifras en la mano, enfatizaron que la expansión del segundo anillo periférico (cuyo plan ya se dio a conocer), mismo que recorrerá la zona rural y conurbada de Morelia, acarreará un crecimiento más acelerado del desarrollo habitacional, la demanda de servicios y otras consecuencias a los recursos naturales.

Moctezuma Madrigal, líder del citado movimiento, dijo que se propondrá instaurar nuevas áreas de conservación para la zona metropolitana de Morelia con el objetivo de inhibir los efectos de una futura crisis hídrica. Junto con especialistas de la UMSNH y de la UNAM, advirtió que tanto los proyectos de presas, anillo periférico y nuevos fraccionamientos en las zonas de Altozano traerán al presente la temida crisis del agua, por lo que la única solución es frenar de lleno esta situación e identificar los principales polígonos de recarga de pozos de agua, manantiales y presas que abastecen a la población de Morelia.

Los estragos ya se están viviendo y la situación más grave se detecta en la presa de Cointzio, de cuyo contaminado embalse se abastece el 60 por ciento de la población de Morelia. Aquí, las descargas de aguas negras junto con el alto nivel de nitrógeno y fósforo provenientes de los fertilizantes agrícolas han producido un acelerado proceso de eutrofización. Éste ha acabado convirtiendo el agua en un gran caldo nutritivo donde proliferan plantas acuáticas como la Eichhornia crassipes, comúnmente conocida como lirio acuático, y varios tipos de microalgas.

Pero los morelianos se enfrentan a un problema adicional: el humedal y sitio Ramsar de La Mintzita, que es su segunda fuente de agua después del embalse de Cointzio, también se está degradando. El cuerpo de agua, que se calcula abastece a unos 300 mil habitantes de la ciudad, ha perdido el 30 por ciento de su capacidad en los últimos 20 años a causa de la sobreexplotación agrícola y las sequías.

De igual manera, los vertidos industriales han contaminado el agua que ha perdido gran parte de su biodiversidad. Según la Comunidad Ecológica Jardines de La Mintzita, el humedal podría quedar totalmente seco en siete años, por lo que las autoridades han prohibido la extracción en algunos puntos de la cuenca, asunto que es menos que ignorado por quienes buscan vender agua.

Una verdadera plaga para estos manantiales son los conocidos piperos, los que actualmente tienen que ir a buscar el agua potable cada vez más lejos, ya que las fuentes se van secando o están contaminadas.

En este contexto, los cada vez más frecuentes periodos de sequía causan agudas crisis de escasez. En la capital michoacana, la última se desencadenó el pasado marzo, después de dos años de poquísima pluviosidad, en los que la agricultura absorbió el 17 por ciento del caudal (500 litros de agua por segundo) de suministro urbano, dejando a 192 colonias del municipio sin agua.

En un círculo vicioso, muchas familias y negocios en Morelia se han visto obligados a comprar de manera cotidiana el agua de las pipas, cuyas uniones la recogen de manantiales salubres y la transportan a la ciudad. Solamente en el manantial de La Mintzita recargan agua diariamente unos 50 piperos. Cada pipa puede acarrear entre 5 mil y 10 mil litros, por lo que se pueden llegar a extraer hasta medio millón de litros en un día.

Los precios por pipa son variables; dependen de la distancia a recorrer, el precio del combustible y el volumen transportado. Oscilan alrededor de 600 a 800 pesos los mil litros  (según el cliente).

Las previsiones de crecimiento demográfico de las Naciones Unidas auguran que hacia 2035 el 80 por ciento de la población del planeta vivirá en ciudades, una proporción que ya se da en muchos países en vías de desarrollo. Si se sigue a este ritmo, en 2050 la población urbana habrá aumentado en 2 mil 800 millones. El problema de Morelia, que ya se da en cientos de ciudades en el mundo, se está haciendo extensivo ¿Habrá capacidad de suministro? ¿Se podrá depurar y sanear de forma suficiente y sostenible?; la respuesta es difícil y aún así, se continúan degradando y destruyendo los cerros que abastecen el vital líquido, como el Cerro del Águila.

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