InvestigacionesOctubre 2023
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La Mintzita agoniza

“El manantial tiene los días contados”, advirtieron colonos de la Mintzita ante los altos niveles de contaminación, extracción de agua, cambio de uso de suelo e incendios provocados.

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

“El manantial tiene los días contados”, advirtieron colonos de la Mintzita ante los altos niveles de contaminación, extracción de agua, cambio de uso de suelo e incendios provocados. El espejo de agua que abastece a más de 300 mil habitantes de Morelia sigue viendo reducir su capacidad de producción de agua mientras que las autoridades de los tres órdenes de gobierno se hacen de la vista gorda y evitan proteger al vaso.

Ya son cotidianas las manifestaciones de organizaciones ecologistas e incluso no ecologistas que se han puesto por objetivo proteger estos veneros del poniente moreliano; lo han hecho ante autoridades estatales, municipales y federales, obteniendo siempre la misma respuesta: una declaración de preocupación, pero cero acciones.

Una de las denuncias recurrentes está relacionada con el líquido concedido a la papelera ubicada en las inmediaciones, que cuenta con hasta 800 litros por segundo, mientras que la producción del agua del manantial en estos momentos se encuentra apenas en 900 litros por segundo.

La advertencia es muy clara, en voz de Eliseo Herrera Munguía, representante de la comisión de ecología de la Asociación Comunidad Ecológica Jardines de la Mintzita, se advirtió que, de proseguir con la tendencia de degradación, Morelia vería desaparecer su manantial más importante en no más de 5 años, entrando entonces en una fase de crisis hídrica.

Los cálculos lo dicen todo: “la producción de agua está en un promedio de 900 litros por segundo; la papelera se lleva una cantidad considerable de agua. Anteriormente había una concesión de 500 litros por segundo y tenía en uso 300. Después la papelera creció y hasta donde tenemos entendido está usando otros 300 litros por segundo. O sea que está usando hasta 800 litros por segundo”.

A esto habría que añadir que son decenas de pipas las que extraen millones de litros de agua al día del manantial y que, pese a dicha explotación del vaso de agua por las empresas locales, no retribuyen nada de regreso; por otro lado, a pesar de que la zona se encuentra debidamente señalizada en cuanto a la prohibición de lavar ropa, familias completas se encuentran realizando parte de sus faenas de limpieza con detergentes que terminan depositados en el ecosistema.

Tal parece que esta serie de manantiales es un imán para quienes están obstinados en aprovechar en lugar de conservar; a inicios de este año, una cuadrilla de gente, sin identificarse, llegaron a chaponear y delimitar lotes en el área circundante al manantial, lo que fue impedido por los grupos ecologistas.

El manantial de la Mintzita está declarado Área Natural Protegida (ANP) y es Sitio RAMSAR, por lo que ahí es ilegal el establecimiento de desarrollos habitacionales o el cambio de uso de suelo para cualquier otro fin que no sea la conservación, lo que poco ha importado a piperos, fraccionadores o habitantes de zonas circundantes, pues desde 2022 se han registrado amenazas de invasores, 2 de ellas ocurridas en lo que va de 2023, alertan los vecinos de la zona.

Muchas amenazas

Lo cierto es que han sido muchas las amenazas que afectan al manantial; algunas de ellas incluyen descargas sanitarias provenientes de los muchos fraccionamientos que se construyen alrededor (con el permiso de quién sabe quién) y que sin el menor recato envían sus aguas sucias a los antes prístinos canales; además del descuido de empresas dedicadas a la venta de agua que lavan pipas en el lugar (también sin gozar de una autorización para este hecho), lo que ha llevado a que se registre una disminución de producción de agua en un 15 por ciento, y a la presencia de azolve gracias al lodo que baja del cerro a consecuencia de la lluvias, que en las últimas fechas han sido torrenciales.

Este harakiri ecológico es destacable porque el 30 por ciento del agua potable que se suministra a la ciudadanía proviene de dichos manantiales; esto se traduce en que son 30 millones de metros cúbicos por año los que el OOAPAS saca para potabilizar, debido a que el líquido, como ya se mencionó, está contaminado desde hace más de 11 años.

Hoy son más las medidas de observación que las de solución; la paramunicipal constantemente toma muestra de la calidad del agua en el manantial; el 10 de julio de este año fue la última, ahí quedó constancia que existe presencia de aguas residuales, característico de la temporada de lluvias, debido a los escurrimientos; de los resultados se desprende que existen parámetros que dan cuenta de la presencia de materia orgánica, entre ellos la demanda química de oxígeno, de la cual existe una concentración  de 335.2 miligramos por litro; una demanda bioquímica de 160; y el análisis bacteriológico de coliformes fecales y coliformes totales, lo cual provoca la concentración de 8 mil unidades formadoras de colonias, es decir, hay excremento en el ambiente.

Lo deseable es que el tratamiento sea conjunto y no sólo por parte del municipio, sino que la ayuda venga desde la federación, el estado e incluso la ciudadanía, sin omitir nada y sin hacerse de la vista gorda cuando se viole el reglamento de protección, mismo que fue autorizado en septiembre de 2016, a raíz de que el lugar fue declarado como área natural protegida, con carácter de “Zona sujeta a preservación ecológica”, eso el 31 de enero del 2005. De ese polígono de protección, de alrededor de 460 hectáreas, si acaso queda la mitad.

El OOAPAS reconoce que el manantial es un sitio Ramsar, el cual se designa porque cumplen con los criterios para la identificación de importancia internacional. Los criterios que tomaron en cuenta fueron porque es un humedal representativo y porque existe diversidad biológica en el lugar. Esa designación se dio el 2 de febrero de 2009 y hasta ahora es cuando quienes dañan la zona parecen darse cuenta de ello.

Remedios más vale tarde…

Algunas de las acciones que ha propuesto el OOAPAS para el rescate de la Mintzita, incluyen la creación de una planta tratadora de agua potable en la tenencia Morelos, misma que está estimada con un valor de 280 millones de pesos para su construcción y que hasta ahora no se ha concretado. Por supuesto, el dinero esperan recibirlo de la federación, en tanto que el mantenimiento se plantea para que opere bajo concesión.

La ciudadanía también tendría su papel aquí, poniendo un alto a la urbanización, el ayuntamiento haría su parte introduciendo drenaje en las casas existentes, emprendiendo campañas de reforestación en el Cerro del Águila y ejerciendo un mayor control en el asunto del cambio de uso de suelo.

Algunas prácticas dañinas de la comunidad que deberán frenarse son la falta de precaución de los piperos y el uso de los lavaderos públicos en las inmediaciones, mismos que en administraciones pasadas no pudieron quitarse por ser éste parte de los usos y costumbres de San Nicolás de Obispo.

Muchas de estas acciones no son otra cosa que sueños guajiros, porque la disminución en la producción de agua en la Mintzita afecta la distribución de líquido en la ciudad y que incluso ha llevado a la reducción del abasto, como se ve en la mitad de las colonias en la ciudad, que tienen el servicio “tandeado”, desde los que tienen agua algunas horas diariamente hasta las que reciben sólo algunos días de la semana.

Habría que recordar que la Mintzita es la fuente de agua que brinda abasto a la zona centro de la ciudad y una parte de las colonias del norponiente hacia Sindurio y Santa María, pero en opinión de Herrera Munguía “las colonias que tienen el problema no es sólo por la Mintzita; todas las áreas de abasto han disminuido su producción, además la infraestructura que tiene Morelia para la distribución de agua no es suficiente, se requiere inversión en obra para mover el agua hacia zonas donde tenemos escasez”; en pocas palabras… Morelia se queda sin agua.

La importancia del humedal 

Dado que este humedal abastece con agua aproximadamente al 30 por ciento de la población moreliana, ha sido objeto de acciones y programas de restauración y conservación,  no todos exitosos, pero aún no se implementan cuidados para garantizar la supervivencia del cuerpo de agua, como es el caso de la regulación de la extracción de líquido para su comercialización por parte de los llamados piperos.

El también sitio Ramsar ha recibido acciones de limpieza y reforestación, sobre todo en sus zonas de recarga, como son los cerros del Quinceo y del Águila. Sin embargo aún persiste la contaminación en el cuerpo de agua, sobre todo por la presencia y operación de los piperos, que extraen líquido del humedal para su comercialización a través de pipas, una actividad que no sólo reduce la disponibilidad de agua al efectuarse sin regulación, sino que conlleva contaminación por los residuos de aceites y combustibles que dejan a su paso las pipas.

“Es necesario regularizar la actividad de los piperos, lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, así como darles alternativas para obtener ingresos de maneras que no tengan impacto adverso en el medio ambiente”, admitió el alcalde moreliano Alfonso Martínez Alcázar.

Otras medidas de protección son las referidas a las descargas sanitarias que proceden de los asentamientos aledaños al cuerpo de agua, que ya no son colocadas en el mismo por la instalación de un colector, con inversión de 20 millones de pesos, que capta las aguas grises y negras de las colonias localizadas al poniente de la ciudad, con lo que se reduce la contaminación.

El edil refirió que estos líquidos sanitarios se destinan de manera directa a una planta de tratamiento. Respecto de la propuesta de la Semaccdet de instalar una Mesa de Seguridad Ambiental para Morelia, aseveró que el municipio está en disposición de sumarse a la iniciativa; ello le permitiría al ayuntamiento participar en la protección del cuerpo de agua y de los bosques en la demarcación, por su importancia en la producción de agua y oxígeno, entre otros servicios ambientales.

Los funcionarios refirieron que, luego de la emisión del plan de manejo para La Mintzita, la instalación del Consejo Ecológico es importante para la conservación del sitio y de sus áreas de recarga de mantos acuíferos.

Mueren los vergeles

Hasta hace relativamente poco tiempo, el poniente de la ciudad era un verdadero paraíso, lleno de manantiales, ojos de agua y mantos freáticos a los que se podía llegar a no más de dos metros de profundidad; pero la civilización llegó a este edén, disfrazada de desarrollos habitacionales autorizados por diferentes presidentes municipales que en los bienes raíces vieron una mina de oro.

Todo inició con pequeños asentamientos, no más de quinientas casas, se habló de un fraccionamiento muy selectivo, donde las familias tendrían alta calidad de vida; pero pudo más la ambición y luego fueron mil viviendas más, luego dos mil y así sucesivamente; hoy por hoy podemos ver que la mancha urbana ya se extiende hasta casi llegar a Capula.

La otrora zona de recarga más importante de la capital michoacana pronto se vio revestida de una capa de cemento que impide las filtraciones y por tanto ya se empieza a resentir una notable disminución de agua hacia colonias donde ni necesidad había de aljibes o bombas.

Pero ese no es el único problema, lo que se les olvidó decir a las distintas administraciones municipales fue que los manantiales de Los Itzícuaros (entre ellos la Mintzita) se encuentran contaminados por el antiguo tiradero de la ciudad a través de los lixiviados que éste generaba.

Hasta ahora ha sido una irresponsabilidad del municipio minimizar el problema y negar que los metales pesados que tiene el agua de la zona van a afectar la salud de las miles de personas que viven en esa área, donde el desarrollo urbano se ha propiciado de manera exagerada.

Urge la adecuación de políticas públicas para las miles de casas que existen ya en los desarrollos habitacionales de la zona. Los lixiviados o contaminantes del basurero, a pesar de que se supone ya está en desuso, se pueden extender en gran magnitud, al depender de la extensión del manantial y los pozos profundos que existan en la zona, donde hay actualmente más de doce mil viviendas de interés social y proyectadas otras diez mil, lo grave es que la autoridad oculte esa información, pues lejos de ser alarmistas por los índices de contaminación de agua cerca del tiradero municipal, es más grave e irresponsable que el ayuntamiento de Morelia oculte información que vaya en contra de la salud de la población.

Las políticas públicas no deben ser llevadas por funcionarios con formación académica deficiente, que simplemente no entiendan que la zona sur de Morelia, es decir las cuencas de los ríos Grande y Chiquito, deben ser conservadas como áreas verdes protegidas, pues sin ellas los niveles freáticos serán más críticos y permitirán hacer crecer a las fallas geológicas con subsidencia, generaran escenarios de abatimientos superlativos y heredaremos una ciudad abierta a la desertificación.

No obstante ser un acuífero superficial y muy vulnerable el que proviene del Quinceo y Cerro del Águila, éste debe ser cuidado y detener la zona urbana hacia ambos volcanes. Los manantiales de La Mintzita y Manantiales-La ColinaTorreón Nuevo dependen de ello.

Cabe recordar que poco más del 30 por ciento del agua en Morelia proviene de la presa de Cointzio y abastece al centro, sur y parte del norte de la ciudad. El manantial de La Mintzita abastece a la capital en casi un 30 por ciento, con lo que se suministra el poniente y parte del norte de la ciudad. El 40 por ciento restante lo dan más de 100 pozos de agua, que ya son insuficientes y que cada vez disminuyen más su capacidad.

El 70 por ciento de las colonias en Morelia reciben agua mediante tandeo y más del 40 por ciento del agua se pierde debido a fugas. Si seguimos con las estadísticas, se calcula que cada casa gasta unos 180 litros al día por persona y el resto se va en bebidas, comidas y desagüe, un panorama bastante desalentador.

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