InvestigacionesMayo 2023

Para los abuelos, menosprecio y maltrato

Cada año se anuncia con bombo y platillo el apoyo que se brinda a las personas de la tercera edad, bajo el supuesto de que se les dignificará, pero en las instituciones que se dedican a su atención se registra una tendencia ascendente de las denuncias

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

Cada año se anuncia con bombo y platillo el apoyo que se brinda a las personas de la tercera edad, bajo el supuesto de que se les dignificará, pero en las instituciones que se dedican a su atención se registra una tendencia ascendente de las denuncias que tienen que ver con maltrato, abandono, omisión de cuidados, despojo y explotación, lo que en Michoacán se ubica en el 20 por ciento de los casos recibidos.

Son frecuentes en el DIF estatal los casos de abandono de ancianos, y en los hospitales, sobre todo del IMSS, dan cuenta casi cada semana de personas de este sector poblacional que ingresan solas, a partir del reporte de alguno de sus vecinos, a la sala de Urgencias con un deteriorado estado de salud.

 Es el mismo DIF el que se da a la tarea de buscar quién asista al paciente mientras se encuentra hospitalizado, pues a menudo no es encontrada la familia para que se haga cargo. Los casos que destacan en las denuncias se refieren al abandono o la omisión de cuidados de los adultos mayores que se da por parte de sus hijos, según las autoridades correspondientes.

Las edades de las personas que son maltratadas oscilan entre los 60 y 90 años, aunque también se han recibido casos de adultos con discapacidad desde los 50 años, quienes ya no pueden valerse por sí mismos y se encuentran desatendidos. De manera frecuente, el IMSS reporta al DIF el abandono por parte de los familiares de adultos mayores que son hospitalizados, a los que echan en el olvido.

En muchas ocasiones, los hijos ni siquiera los llevan, algunas veces son reportados por algún vecino por su mal estado de salud, va la ambulancia, se los lleva, el IMSS les da la atención y luego se da a la tarea de buscar a la familia, y si no la encuentra los reportan al sistema para el Desarrollo Integral de la Familia para que se hagan cargo de ellos.

Es entonces cuando trabajadoras sociales buscan a los familiares y tienen qué hacer labor de concientización acerca de su obligación como hijos respecto a los padres, cuando entraron en la edad en que ya no son autosuficientes. A veces y pese a hablar con los familiares, hay una negativa de hijos e hijas para ir a acompañar a sus padres, y el DIF busca algún centro de rehabilitación donde se pueda ayudar al anciano incluso en sus necesidades básicas.

Sin embargo, lo que no cubren es la parte emocional que resulta muy dañina para algunos ancianos quienes, al encontrarse abandonados por sus hijos, caen en depresiones que en varias ocasiones los han llevado a la muerte.

Adiós a la veneración del anciano

A diferencia de los malos tratos que padecen los niños, situación que se da sobre todo en zonas pobres donde la omisión de cuidados es por falta de recursos, en el caso de los ancianos la situación se presenta en todos los estratos sociales, de acuerdo con los reportes que tiene el DIF; incluso el rechazo se da en mayor grado en zonas residenciales, donde hijos pelean la herencia de propiedades, y cuando no reciben nada, entablan un virtual divorcio de sus progenitores.

Generalmente los casos no llegan a estos extremos, pero sí es causa de enojo lo que se refiere a herencias, pues los hijos argumentan que el papá o la mamá no los tomó en cuenta a la hora de repartir los bienes, es decir, se reparten el pastel antes de la fiesta; pero el anterior no es el único argumento que utilizan los hijos o nietos para no ver por los ancianos.

Un motivo importante de rechazo es el maltrato que dicen haber recibido de niños por parte de la mamá o el papá, o de la violencia en contra de alguno de sus progenitores por el otro. Muchos recuerdan cuando el papá le pegaba a la mamá y a ellos no los atendía en sus necesidades económicas; así, la herencia y la violencia intrafamiliar son dos causas motivo de conflictos donde están involucradas personas de la tercera edad.

La veneración y respeto que prevalecía hacia los ancianos quedó en muchos casos como anécdota para la historia, luego que de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), el que ahora es manejado por la secretaría del Bienestar, ese sector constituye el cuarto grupo de la población vulnerable a la discriminación.

Esa tendencia, similar a la que se presenta a nivel mundial, es la que llevó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a declarar el 15 de junio como el Día Mundial de Toma de Conciencia sobre el Maltrato en la Vejez, como forma de obligar a la reflexión social sobre los agravios que sufre este sector de la población.

En opinión del secretario general de la Asociación Mexicana de Psicología y Desarrollo Comunitario, Boris González Ceja, el año pasado se brindaron poco más de mil 500 consultas a adultos mayores de diferentes municipios del estado, y de ese número, el 60 por ciento, es decir 900 personas de la tercera edad llegaron a recibir atención porque se encontraban solos ante el abandono de sus propios familiares.

González Ceja señaló que los adultos mayores atendidos el año pasado fueron evaluados por parte de los especialistas porque traían trastornos psicóticos avanzados e incluso estados de salud delicados por el abandono en el que se encontraban, sin haber recibido ninguna ayuda que les permitiera mejorar la depresión, cuadros de ansiedad o las adicciones; el especialista mencionó que los adultos mayores le han narrado que sus problemas con el alcoholismo iniciaron tras el abandono y el maltrato que recibieron de sus propias familias, lo que también generó en ellos niveles de estrés avanzado.

Cifras alarmantes

En Michoacán, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 2020, se reportan un total de 596 mil 453 adultos mayores,255 mil 433 son hombres y el resto mujeres. De ese número, el grupo de 60 a 64 años de edad es el que presenta mayor número, con un total de 178 mil 844 personas de la tercera edad.

De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2021, de las 327 mil 339 mujeres que tienen 60 años y más en Michoacán, el 15.9 por ciento respondió haber sido violentada, lo que se traduce en 52 mil 152 adultos mayores; dicho porcentaje ubicó a la entidad en la séptima posición a nivel nacional en esta situación.

Conforme a la Encuesta Nacional de Discriminación en México (Enadis) del mismo año, 27.9 por ciento de este sector de la población mayor a 60 años ha sentido alguna vez que su edad ha sido factor para que sus derechos no sean respetados, lo que corrobora Leovigilda González Santacruz, especialista en psicología de los adultos en plenitud de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, quien explicó en entrevista que las personas mayores son “ninguneadas, negadas y rechazadas”, lo que provoca una disminución en su autoestima.

Al anciano, advirtió, se le ve como el “achacoso, el minusválido y el marginado”, cuando ser anciano no necesariamente es estar enfermo o con achaques; la vejez, explicó, es solo una serie de cambios en el organismo a los que hay que “irse acomodando”. El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, igual que el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, destaca que la vejez es únicamente una etapa más en la vida y a ella se llega naturalmente.

Las cifras de la Enadis, realizada por estos organismos, es más que elocuente, porque refiere que las principales limitaciones de la población adulta mayor se deben en un 41.3 por ciento al deterioro propio de su edad avanzada, 28.3 obedece a alguna enfermedad, accidentes y limitaciones de nacimiento; de igual manera, señala que las personas de 60 años o más consideran que en México no se respetan los derechos de las personas adultas mayores.

La especialista detalló que las formas de maltrato psicológico son múltiples, como desestimar las opiniones de los ancianos con expresiones como “tú no sabes nada, ya estás viejo” o cuando “los empiezan a tratar como niños chiquitos”. Otra problemática que sufre este sector es el maltrato que se presenta de manera abierta, como golpes, abandono, falta de alimentación y escasa atención. El maltrato encubierto se da cuando se echa en cara al anciano su deterioro e incapacidades, a sabiendas de que en ellos se da una regresión tanto física como mental.

Por otro lado, la entrevistada hizo hincapié en que a la senectud se le segrega y se le aísla, y su separación de las actividades cotidianas en las que participaba se da de forma brusca. El abandono que sufren puede provocar depresión, lo que a su vez desencadena en un problema de salud mental pública, por lo que estima necesario prestarles ayuda no solo económica o social, sino también emocional.

Concluyó que “ellos son muy importantes en nuestra vida, pues fueron ellos los que iniciaron la familia; es momento de darles cariño, ayuda, dedicación, tiempo”, además de atención médica, entretenimientos, terapias ocupacionales, pero, sobre todo, amor, puesto que no se debe perder de vista que para 2050, México “pintará canas”, y para entonces ya se deberán tener las medidas suficientes de prevención en salud física y mental de los adultos mayores.

Pocos, bajo resguardo

Los especialistas han reiterado que los adultos mayores son un grupo vulnerable en Michoacán, los números lo dicen: según el Consejo Estatal de Población (Coespo) el índice de envejecimiento en la entidad en 2020 llegó a 46.34 adultos mayores cuando en el 2010 estaba en 33.67 personas; aunque hay miles de personas ancianas, la directora de Asistencia e Integración Social del Sistema DIF estatal, Claudia Rocío Salcedo Hernández, informó que la dependencia, hasta el inicio de este año, sólo tiene en resguardo a 32 personas de la tercera edad.

Al respecto, aclaró que el DIF sólo puede resguardar a los adultos mayores del estado mediante una denuncia formal ante las autoridades correspondientes para que mediante una orden judicial se hagan cargo de las personas adultas que se encuentran en abandono o bien están siendo violentados por familiares o personas cercanas.

La protección que se brinda es a 32 adultos mayores del más de medio millón de personas de la tercera edad que conforman este grupo poblacional en la entidad, quienes fueron rescatados porque había una vulneración de sus derechos, porque no tienen familia y principalmente, están viviendo violencia tanto física como psicológica.

Nurse consoling her elderly patient by holding her hands

Se debe precisar que tan solo en Morelia, existen al menos 15 de las llamadas casas de reposo privadas, que mediante diferentes cobros, que oscilan entre los 15 mil y los 30 mil pesos mensuales, en una modalidad de guardería atienden ya sea manera diurna o de 24 horas a los ancianos que no pueden ser atendidos en sus hogares, algo que se ha popularizado sobre todo entre las familias que cuentan con los recursos para pagar.

Aunque se brindan otros apoyos, a nivel federal, por medio de la delegación de Bienestar se da atención hacia los adultos mayores centrándose sólo en la entrega de apoyos en especie y principalmente en las tarjetas de la pensión que reciben bimestralmente por un monto de cuatro mil 800 pesos y esta ayuda, no todos los ancianos la reciben, muchos de ellos por desconocimiento y falta de cobertura, aunque esté elevado a rango constitucional.

Lo anterior, debido a que dentro de la estructura de la delegación ya no existe la dependencia federal del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores que se enfocaba en emprender acciones y establecer políticas públicas a favor de este sector de la población.

Por otro lado, hace poco más de un año se lanzó la iniciativa “Adopta un adulto mayor” en la región de Uruapan, donde por parte de los Servidores de la Nación se efectuaban visitas domiciliarias para dar seguimiento a las tarjetas del Bienestar entregadas y fueron los mismos voluntarios quienes se percataron de la gran cantidad de personas de la tercera edad que se encuentran en abandono, sin familiares, en pobreza extrema, o bien viviendo violencia dentro de sus hogares, donde incluso su propia familia les quitaban las tarjetas federales entregadas.

Una triste historia

A las 6 de la mañana, Irene Linares Santiago, de casi 96 años, está de pie, bañada, maquillada y con sus mejores adornos, en espera de que su hija o nietos pasen por ella. Ya no sabe a quién le toca recogerla en la casa de su hija mayor, quien antes de las 10 de la mañana opta por llevarla con su hijo y vecino, ya que se le olvidó que, a partir de ese sábado, su mamá estaría internada en un asilo, con más gente como ella.

Irenita, como le llaman, no ha perdido la costumbre que adoptó de joven de colocarse tubos por la mañana para moldear su cabello que cada vez escasea más, de pintar los ojos con una línea que se va haciendo más irregular y de colorear sus labios y por enésima vez, se ha asomado por la ventana haciendo resonar sus pequeños tacones, esperando a que lleguen por ella. Sigue a su hija hasta la camioneta y agradece a su nieto de 40 años que le ayude con la maleta donde lleva su ropa doblada y que la sostenga para poder sentarse. La despedida es breve y se prepara para cambiar de casa, de habitación, de nietos y de humores.

Hoy se siente menos comprendida porque la memoria la traiciona y no es consciente de que repite las preguntas, extravía sus objetos y vuelve a contar la historia que acaba de compartir; tiene en cambio una precisión fotográfica de sus años más felices, de su natal Nanchital, en Veracruz, de su esposo ya fallecido, de los vestidos de novia que manufacturaba, de la llegada de Pemex a Coatzacoalcos, empresa que empleó a casi todos los hombres del rancho donde fue criada por su abuelita, a quien sigue llamando mamá, pues su madre natural la abandonó cuando tenía 3 años.

Su memoria le falla, pero se da cuenta de cómo exaspera a su hija cuando extravía sus cosas y repite frases, y entonces se refugia en la habitación que fue su hogar durante 50 años. Constantemente está rodeada por nietos y algunas “amiguitas” de la colonia donde vive, pero prácticamente está sola, puesto que sus familiares no hablan con ella. Hay enojo en ella porque hace más de 20 años falleció su único hijo varón y los hijos de éste viven lejos, en otra ciudad, y nadie quiere ir a vivir con ella, “porque cada uno ya tiene sus propios quehaceres”, admite con tristeza.

Las fallas en las políticas públicas hacia los ancianos llevan a considerar que quienes tienen que hacerse cargo de ellos son los hijos o familiares cercanos, por lo que no se fortalecen y equipan las instituciones que deberían velar por ellos. De esa manera, en la mayoría de los asilos para personas de la tercera edad piden como requisito fundamental de ingreso que los ancianos puedan valerse por sí mismos, es decir, que no requieran asistencia para desplazarse y no sufran de enfermedades que impidan su desempeño independiente.

La medida obedece a que la mayoría de los asilos que operan en Morelia no cuentan con personal ni áreas especializadas para su atención, aunado a que los albergados que ingresaron aún en autonomía de actividad, van en detrimento de salud y desempeño independiente, y requieren de mayor atención, la cual no brindan a un amplio número de ancianos que lo requieran.

La sociedad actual considera al adulto mayor como persona no productiva a causa de su edad y al juzgarlo no útil buscan cómo deshacerse de él, recurriendo a los asilos de ancianos, los cuales están hechos para la atención de personas que han sido rechazadas por la sociedad.

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