Son dinosaurios reales, no políticos
A lo largo de la primera mitad del siglo XX, antes de que las aves fueran reconocidas como parientes de los dinosaurios, la mayor parte de la comunidad científica creía que estos últimos habían sido lentos y de sangre fría.
Por: Rosalinda Cabrera Cruz
A lo largo de la primera mitad del siglo XX, antes de que las aves fueran reconocidas como parientes de los dinosaurios, la mayor parte de la comunidad científica creía que estos últimos habían sido lentos y de sangre fría. No obstante, la mayoría de los estudios realizados desde la década de 1970, han revelado que estos seres eran animales activos con metabolismos elevados y numerosas adaptaciones para la interacción social (y no estamos hablando de quienes se dedican a la política).
Desde los hallazgos efectuados durante el siglo XIX de los primeros fósiles de dinosaurio, sus esqueletos montados han sido la principal atracción de muchos museos de todo el mundo, e incluso se han convertido en parte permanente de la cultura mundial. El gran tamaño de algunos ejemplares, así como su naturaleza aparentemente monstruosa y fantástica, han asegurado sus apariciones regulares en los libros de mayor venta y en películas tan exitosas como Parque Jurásico, lo que continúa y continuará estimulando la imaginación del colectivo.
Es bien sabido que Michoacán es una de las entidades con mayor biodiversidad de todo el país; pero esto no es nuevo, ha ocurrido desde hace más de 150 millones de años y la prueba se encuentra en las localidades de Chuta y El Aguaje, hacia Tierra Caliente, así como Tuzantla, donde se alberga la mayor parte de la diversidad de dinosaurios que se conoce a la fecha para la república mexicana.
Para conocer a los dinosaurios se necesita estudiar los vestigios que quedan de ellos, sobre todo sus huesos fosilizados; pero no es lo único que dejaron: ahí están también sus huellas, cuya investigación durante la última década se ha incrementado significativamente, dejando ver que junto con ellos existieron tortugas, cocodrilos, pterosaurios, aves y probablemente mamíferos desde hace millones de años.
El registro de impresiones de huellas de dinosaurios se ha llevado a cabo con gran éxito en lugares como Xochixtlapilco, del Jurásico Medio de Oaxaca; Chuta, del Jurásico Tardío de Michoacán; una localidad sin nombre del Jurásico de Durango; San Martín Atexcal, del Cretácico Temprano de Puebla; Mitepec, del Cretácico Tardío de Puebla y El Aguaje, del Cretácico Tardío de Michoacán.
Alrededor del 45 por ciento de los sitios hasta ahora conocidos con presencia de dinosaurios se ubican al norte del país, sobre todo en Coahuila, mientras que el resto están distribuidos al centro y sureste en Michoacán, Puebla y Oaxaca. Estos tres últimos estados albergan los vestigios fósiles con mayor riqueza taxonómica y permiten documentar la existencia de por lo menos nueve grupos de dinosaurios desde el Jurásico Medio al Cretácico Tardío, lo cual equivale aproximadamente a dos terceras partes de la diversidad total conocida de este grupo de vertebrados.
Dejaron sus huellas
La primera localidad con huellas de dinosaurios que se reportó formalmente para el país se encuentra cercana a la población de Chuta, en el extremo sur de Michoacán; se localiza sobre terrenos de origen volcánico y de depósitos de viejos océanos que inundaron la región; las huellas incluyen pisadas de animales que vivieron durante el Jurásico Tardío (de 160 a 145 millones de años).
El registro de dinosaurios carnívoros está representado por huellas de pisadas de patas con tres dedos de tamaño pequeño a mediano, generadas por un grupo de animales carnívoros jurásicos. Por otro lado, las pisadas de herbívoros se distinguen por ser bastante robustas, dígitos redondeados e impresión plantar ancha, como las de los iguanodontes. Lo que los paleontólogos han encontrado en Chuta son hasta 43 diferentes tipos de huellas de 7 especies en un área menor de 20 metros cuadrados: aquí habitaron primordialmente dinosaurios bípedos, carnívoros y herbívoros.
Los dinosaurios de Chuta están estrechamente ligados a lo que se conoce como Formación Morrison del Jurásico Tardío de Colorado, por lo tanto, el conjunto faunístico michoacano permite establecer la continuidad física de las áreas de distribución de dinosaurios, desde la región occidental de Estados Unidos hasta la porción Pacífica sureña de México.
Los pobladores de la zona suroccidental de Michoacán también tienen muy presente el afloramiento con huellas de dinosaurios que se encuentran en el cauce del río El Salto, al noreste de la población de Aguililla, cerca del Aguaje. Los estratos de tierra donde se observan son de areniscas y limolitas de origen lacustre del Cretácico Tardío (de 70 a 102 millones de años de antigüedad).
El registro incluye dos conjuntos de huellas de distintos grupos de animales, la mayoría de ellos herbívoros, aunque con algunos carnívoros, lo que denota la transición de comunidades jurásicas integradas por formas de tamaño pequeño a mediano, hacia aquellas dominadas por representantes cretácicos carnívoros y herbívoros de gran talla.
El verdadero Parque Jurásico
La evidencia de los dinosaurios en la república mexicana es real; diversas investigaciones han confirmado que existieron y estuvieron en estados como Michoacán, Baja California, Sonora, Chihuahua, Oaxaca, Tamaulipas, Coahuila, Durango, Chiapas y Puebla. Incluso Michoacán tiene su propio dinosaurio, llamado Huehuecanauhtlus tiquichensis, encontrado en la barranca de los Bonetes, cerca de Tuzantla; pertenece al Cretácico tardío y era un herbívoro que alcanzaba los dos metros de altura, con un peso de hasta 5 toneladas.
Los últimos dinosaurios que vivieron en el país estuvieron precisamente aquí, hace aproximadamente 68 a 66 millones de años. Además de Chuta, los investigadores han estudiado la zona del Aguaje, donde se identificaron 35 tipos de huellas. Aquí hubo presencia además de Tyranosaurio, entre otros. Los hallazgos de Chuta y el Aguaje tuvieron lugar entre 1978 y 1988, respectivamente, pero es en mayo de 2003 cuando investigadores del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descubren sobre la carretera Tiquicheo-Tuzantla el primer hueso (húmero) de dinosaurio en el estado.
Después se encontró otro hueso correspondiente a la tibia (parte baja trasera de la pata) y tendones que, se descubrió, formaron parte de la estructura ósea de un hidrosaurio, mejor conocido como “pico de pato”, herbívoros que se ha detectado que habitaron las zonas continentales de Norteamérica en el periodo Cretácico.
Es evidente que los dinosaurios se encuentran entre los animales más exitosos en la historia de la vida sobre la Tierra, ya que dominaron el planeta a lo largo de 160 millones de años (los homínidos apenas llegan a poco menos de un millón de años y el hombre moderno a menos de 100 mil años), durante lo que los geólogos y paleontólogos llaman la era Mesozoica (desde el Triásico, que inició hace 225 millones de años, hasta el Cretácico que finalizó hace 65 millones de años) hasta llegar a su extinción pasando por el Jurásico.
En México existen varios yacimientos donde han sido descubiertos fósiles de dinosaurios, son lugares que alguna vez fueron la costa de un mar poco profundo, cuando el clima era mucho más cálido y húmedo, lo que permitía la existencia de una vegetación tropical como la que podemos encontrar actualmente en las costas del Golfo de México.
Estos cambios se deben a que nuestro país nunca ha tenido la misma geografía, ya que la corteza terrestre se ha modificado a lo largo de millones de años. Durante el Triásico, los continentes se encontraban unidos formando el súper continente llamado Pangea (Europa estaba constituida como un archipiélago, configuración que mantuvo durante la era Mesozoica), y se cree que la porción norte de México era continental, aunque no se han encontrado yacimientos de este periodo.
En el Jurásico, el océano Atlántico estaba en su infancia, y uno de sus brazos invadía la mayor parte de México; algunas regiones, como Tamaulipas, eran continentales, y es allí donde se han encontrado fósiles terrestres de esa época. Una entrada de mar poco profunda invadió el oeste de Norteamérica, la cual iba desde lo que ahora es Alaska hasta Nevada.
A principios del Cretácico, como los continentes continuaban separándose, el océano Atlántico llegó a ser un cuerpo de agua considerable. La Antártida y la India se encontraban completamente separadas de África y todavía estaban unidas a Australia. La parte continental de México estaba constituida sólo por la región occidental, desde Baja California hasta lo que ahora son los estados de Guerrero y Oaxaca, ya que la mayor parte del noreste y el centro permanecían bajo el agua.
En varios puntos de la geografía de México se han encontrado dientes y huesos pertenecientes a la familia de los tyranosáuridos, que posiblemente pertenecieron a Gorgosaurus, habitante del Cretácico tardío, hace 72 millones de años, en lo que ahora es Canadá, Estados Unidos y México, y que era primo del famoso Tyrannosaurus rex, aunque más pequeño y 8 millones de años más antiguo.
Es el tyranosáurido más conocido debido a la cantidad de restos encontrados, que en México provienen de Baja California, Sonora y varias localidades de Coahuila, además de las huellas de tyranosáuridos halladas en Coahuila y Michoacán.
Otro grupo muy famoso de dinosaurios carnívoros son los dromeosáuridos, comúnmente conocidos como raptores, muy popularizados por la serie de películas de Parque Jurásico, de los cuales se encontraron en Aguililla las primeras huellas en el mundo, inconfundibles porque sólo tienen dos dedos, debido a que el tercero estaba levantado con su famosa garra.
Y también en Michoacán fueron encontradas huellas interesantes de pisadas de ornitomímidos, dinosaurios como avestruces, que dejan ver cómo se movían en grupo y cómo uno de ellos resbaló en el lodo.
De frente a la extinción
La desaparición de la faz de la Tierra de estos grandes animales ha sido uno de los hechos más controvertidos de la ciencia. Los sucesos prehistóricos han sido comprobados a partir del trabajo científico de paleontólogos que investigaron, a través de diversos proyectos, las rocas más antiguas de Michoacán que implican sucesiones geológicas desde el periodo Triásico medio hasta el Cretácico, es decir de 240 a 65 millones de años, mismas que llevaron a la indagación y al encuentro de restos de los organismos antiguos conocidos como fósiles.
Pero en especial los paleontólogos, habiendo encontrado huellas y restos de primitivos organismos marinos, han centrado ese trabajo acerca de los dinosaurios, importantes por su papel en la historia geológica de la Tierra, pues más que seres terroríficos como se les ha recreado en el cine mundial, los dinosaurios fueron los ancestros antiguos de las aves, tenían una espina dorsal, cuatro patas y piel fuerte y gruesa adecuada para resistir las hostilidades del clima.
Su nombre deriva de los términos griegos saurio que quiere decir lagarto, y dinos que significa terrible, cuyas medidas eran desproporcionadamente grandes (los antiguos griegos los asociaban con los reptiles y no con las aves, como investigaciones posteriores demostraron, debido a sus características físicas).
A finales del periodo Cretácico, hace 65 millones de años, desapareció más de 70 por ciento de las especies de dinosaurios. Hay varias teorías al respecto, pero la que tiene mayor evidencia científica es la que sostiene que un asteroide chocó contra la Tierra, lo cual se basa en el hallazgo, en varias partes del planeta, de iridio en una capa depositada a finales de la era Mesozoica. Como este elemento existe en cantidades muy limitadas en la Tierra y es abundante en meteoritos, los científicos concluyeron que dicha anomalía tenía procedencia extraterrestre y que estaba relacionada con la extinción en masa de los dinosaurios.
Se piensa que el asteroide de 10 kilómetros de diámetro que impactó la Tierra hace 65 millones de años viajaba a una velocidad de aproximadamente 30 kilómetros por segundo, y su compresión al tocar la atmósfera calentó el aire casi instantáneamente, alcanzando una temperatura mayor a cuatro o cinco veces la del Sol, provocando una onda de choque (manifestación de aire comprimido por el impacto) que causó una explosión escuchada seguramente en todo el planeta.
El material producido por el impacto fue arrojado hasta la estratósfera, cubriendo toda la Tierra con material incandescente, causando tsunamis de más de 100 metros de altura. Posteriormente, una capa de polvo cubrió la Tierra, ocultando el Sol y destruyendo las cadenas alimenticias al matar primero las plantas, lo que causó la desaparición de los animales herbívoros y posteriormente de los carnívoros.
En 1990 se redescubrió en Chicxulub, Yucatán, el cráter de 150 kilómetros de diámetro que se formó por el impacto del hasta entonces asteroide, el cual se encuentra enterrado a mil metros de la superficie. El lugar ya había sido encontrado por Petróleos Mexicanos a fines de la década de los cincuentas, mientras buscaban petróleo; sin embargo, creyeron que era un volcán enterrado.
Luego de 65 millones de años y gracias a múltiples producciones cinematográficas hollywoodenses, se ha excitado la imaginación humana. La fascinación que producen en la gente se debe a que su estudio ha abierto una ventana a un mundo prehistórico olvidado en el tiempo. Los medios de difusión presentan noticias sobre descubrimientos en diversas partes del mundo, enriqueciendo el conocimiento que tenemos de estas criaturas. Su utilización en nuestro entorno cotidiano es muy común, y son tema central de películas, libros y artículos de la industria del entretenimiento.
Si bien es cierto que los dinosaurios fueron amos y señores de la Tierra durante 180 millones de años, convivieron con mamíferos, tortugas, aves, peces y otros animales marinos más pequeños, cuya descendencia logró llegar hasta nuestros tiempos; una corriente de investigadores asegura incluso que los mamíferos no hubieran podido sobrevivir de no haber desaparecido los grandes dinosaurios.
¿Qué nos ha dejado el hallazgo de los restos de dinosaurios?, inicialmente descartar la creencia de que dinosaurios y reptiles eran familiares próximos: se suponía que los parientes vivos más próximos eran los cocodrilos pero, gracias a los hallazgos fósiles recientes, se ha revelado que aquéllos son mucho más afines a las aves, pues con ellas comparten 80 por ciento de sus características anatómicas, mientras que sólo 20 por ciento la tienen con los reptiles.
El registro fósil indica que las aves evolucionaron a partir de dinosaurios terópodos durante el período Jurásico y, en consecuencia, son considerados un subgrupo de dinosaurios por muchos paleontólogos. Algunas aves sobrevivieron al acontecimiento de extinción que ocurrió hace 66 millones de años, y sus descendientes continúan el linaje de los dinosaurios hasta nuestros días.