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Editorial| 8M: A tomarle la palabra a la ministra Piña

“Las únicas voces que hoy se deben oír son las de ellas las de ustedes: LAS ESCUCHO”.

“Como cada año hoy también marchó con ustedes, pero en silencio, desde otra trinchera, al frente del Poder Judicial federal, luchando por lo que creemos es posible e impostergable: detener de una vez por todas la discriminación y las violencias por razón de género. Desde donde nos encontremos, va por las que estamos, por las que se han ido, por las que vendrán”.

“Las únicas voces que hoy se deben oír son las de ellas las de ustedes: LAS ESCUCHO”.

Palabras de esperanza de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal, Norma Piña Hernández, dirigidas a todas las mujeres que este 8 de marzo volvieron a gritar ¡basta ya! de tanta violencia por razón de género.

“Las escucho”. Así ofreció la ministra Piña, los oídos del Poder Judicial, y hay que tomarle la palabra. En Palacio Nacional, el titular del Poder Ejecutivo amurallado para que los gritos no lo pusieran de malas. Al menos una puerta se abre para que las mujeres accedan a la justicia.

De acuerdo a la agencia SemMéxico, la violencia contra las mujeres lejos de disminuir se ha incrementado. Según cifras oficiales, del 2018 al 2022, han asesinado a 18,706 mujeres, más de 3,700 cada año, más de 300 al mes, más de 10 al día, con un nivel de impunidad del 95 por ciento. Situación que muestra la incapacidad de las autoridades para investigar y hacer justicia.

En política social con perspectiva de género, sigue fallando la 4T.

Para el ejercicio fiscal 2023, de cien programas, sólo cuatro se destinan a la agenda contra la violencia de género, con una reducción del 45 por ciento con respecto a 2018, y el Programa de Pensiones para Adultas y Adultos mayores representa más de la mitad de los recursos del Anexo 13, lo que equivale al 93 por ciento del presupuesto de la Secretaría del Bienestar.

En contraste, ha aumentado desmesuradamente el poder y los recursos a las fuerzas armadas, en las tareas de seguridad pública y en múltiples ámbitos de la administración pública, sin que esto se refleje en mayor seguridad para sus habitantes.

Unas 90 mil mujeres marcharon en la Ciudad de México y otras miles en prácticamente todas las capitales de los estados. En Morelia, el cálculo fue de 25 mil participantes. Aun a la inefable participación del Bloque Negro en distintas ciudades, los saldos reportados fueron en blanco.

La cobertura de prensa sigue siendo un problema poco atendido. En Morelia, reporteras y fotógrafas, ante las agresiones injustificadas de que fueron objeto, exigieron a las colectivas respeto a su labor.

En un manifiesto a la opinión pública, expusieron que la gran mayoría de los medios de comunicación se han ajustado a la solicitud de las colectivas feministas que exigen cobertura exclusiva por mujeres.

Pero el respeto no fue recíproco este 8M. Varias compañeras fueron agredidas verbalmente, empujadas, intimidadas con palos e impedidas, de manera agresiva, al documentar algunas de las acciones emprendidas por las manifestantes en la vía pública.

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