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Editorial| Masacres y atrocidades, la constante en México

“En México no se tortura, no hay masacres, en México el Estado ha dejado de ser el principal violador de los derechos humanos, en México se garantiza la libertad de expresión

“En México no se tortura, no hay masacres, en México el Estado ha dejado de ser el principal violador de los derechos humanos, en México se garantiza la libertad de expresión. No se persigue a nadie, no se reprime a nadie, que no se confundan, lo único que hacen es exhibirse”.

Así respondió el presidente Andrés Manuel López Obrador al informe anual sobre derechos humanos del Departamento de Estado de Estados Unidos y que expone cómo, desde el poder, se descalifica a periodistas en tanto que elementos de la Guardia Nacional y del Ejército han incurrido en homicidios ilegítimos, tortura y desaparición forzada.

Y lo niega, en el contexto de la masacre apenas a finales de febrero, de cinco jóvenes en Nuevo Laredo, Tamaulipas.

La CNDH concluyó “uso excesivo de la fuerza a través del uso ilegítimo de las armas de fuego” y el Comité de Derechos Humanos de esa ciudad fronteriza, “encubrimiento, alteración de evidencia, cadena de mando, tratos crueles, inhumanos, degradantes y privación arbitraria de la vida”, por parte de los militares.

Causa en Común publicó ayer su informe “Galería de Horror: atrocidades y evento de alto impacto, enero-febrero 2023”: tan solo en estos dos meses, 80 masacres, 344 casos de torturas a mujeres con crueldad extrema y 110 casos de mutilación.

La ONG considera atrocidades, a masacres, fosas clandestinas, mutilación, calcinamiento, asesinato de niños, adolescentes, periodistas y mujeres, y que engloban actos de uso de la fuerza física con toda intención para causar la muerte, laceración o maltrato extremo en una o más personas.

Los estados que registraron el mayor número de atrocidades de esta naturaleza fueron Chihuahua, Guanajuato, Baja California, Morelos y Guerrero.

Michoacán tuvo su parte en los primeros seis meses del año pasado, con el fusilamiento masivo, el 27 de febrero de ese año, en San José de Gracia, municipio de Marcos Castellanos. Un comando armado irrumpió en un velorio y mató a 17 personas.

Un mes después, el 27 de marzo, hombres armados entraron a un palenque que se realizaba en la colonia Las Tinajas del municipio de Zinapécuaro y disparó contra hombres y mujeres, matando a 20 de ellos. El 2 de mayo, sicarios perpetraron otro ataque también a un palenque en la comunidad de Los Pirules, del municipio de Morelia, lo que dejó muertas a cuatro personas.

Que la prensa reporte estos hechos sangrientos y atroces, que son la constante en nuestro país, es lo que tiene tan enojado al presidente López Obrador. No quiere que se sepa ni que las familias que exijan justicia.

Pero las y los muertos también hablan, frente al discurso mañanero de que aquí no hay tortura, ni masacres. La verdad no peca, pero como incomoda.

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