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Ambigú| AMLO y la “palabra del año 2023”: polarización

El 1 diciembre 2018 en el Zócalo capitalino, López Obrador ofreció ser el mejor presidente de México

Por: Martha Elba Torres Martínez

El 1 diciembre 2018 en el Zócalo capitalino, López Obrador ofreció ser el mejor presidente de México:

“Gobernaré con entrega total a la causa pública, dedicaré todo mi tiempo, mi imaginación, mi esfuerzo a recoger los sentimientos y a cumplir con las demandas de la gente. Actuaré sin odios, no le haré mal a nadie, respetaré las libertades, apostaré siempre a la reconciliación y buscaré que entre todos y por el camino de la concordia, logremos la Cuarta Transformación de la vida pública de México”.

Apenas inició y mostró su verdadero rostro: dividir al país. Las razones, a cinco años, siguen sin quedar claras porque en su juego, todos perdimos, incluido él. “Pueblo” y “fifís”, conservadores y chairos, buenos y malos.

Lo único que resulta indiscutible, es que más allá de sus costosas y malhechas obras faraónicas, trascenderá como el presidente que polarizó política y socialmente al país, que gobernó para una minoría en perjuicio de una vasta nación tan diversa como pensante.

Por eso, que la Fundación del Español Emergente (FundéuRAE) haya declarado “la palabra del año 2023” a la “polarización”, tiene para las y los mexicanos una sobrada argumentación.

Polarizar, según la definición del Diccionario de la Lengua Española, significa “orientar entre dos direcciones contrapuestas”, una acepción que fue aceptada oficialmente en 1884 pero su utilización era limitada, hasta la actualidad que cobró potencia como correlato de una dinámica que este año se afianzó en la conversación pública por las guerras de Ucrania y en Medio Oriente, y que en nuestro país está presente desde hace un quinquenio.

El resultado de la elección que llevó a cabo la FundéuRAE en conjunto con la agencia de noticias española EFE, se basó en la elevada presencia de este concepto en la narrativa de los medios de comunicación y su versatilidad para impregnarse en campos “como la política y el ámbito ideológico, el mundo deportivo, el debate en las plataformas digitales y, en general, cualquier escenario en el que sea habitual el desacuerdo”.

De acuerdo al análisis, si una palabra aloja algo más que una acepción específica y se transforma en reveladora de un clima de época, la elección de “polarización” no desentona con un presente en el que la radicalización de ideas genera intercambios virulentos en la conversación pública y especialmente en las redes, donde el fenómeno escala hasta la descalificación o el insulto y está asociado a otra marca del signo epocal: la cancelación.

En México, “la palabra del año 2023” es solo una confirmación del sentimiento de nuestra conversación pública. El Presidente no ha hecho otra cosa que polarizar, dividir; siempre pensando en campañas y elecciones. Y los resultados, principalmente para él, son magros. Pero insisto, todas y todos perdimos; unos familiares por la violencia criminal, otros la salud, los estudios, empleo formal; los más, la confianza y esperanza.

A AMLO nunca le interesó la unidad nacional ni la concordia, porque no la necesitaba. Pensaba que con sus 30 millones de votantes y los que se sumara, vía programas sociales, ya ganaba. Pero no. En las elecciones intermedias del 2021 perdió más de 10 millones de votos y aun así continuó clasificando a sus simpatizantes como los buenos y todo los demás, los malos.

Tampoco nunca reparó que, en la polarización de las ideas, se pierde la racionalidad y la tolerancia y por tanto el diálogo y el entendimiento. Por eso, los “fifís” terminaron odiando tanto a los “chairos” y estos, aspirando a ser “fifís” o clasemedieros.

Pero el mal ya está hecho y difícil que AMLO corrija. Por el contrario, a prácticamente medio año de las elecciones presidenciales, su discurso campañero, de ataque a la oposición se endurecerá con tal de gane su candidata y le garantice inmunidad al término de la gestión más opaca y corrupta.

López Obrador juró que no fallaría, y mentir, robar y traicionar, han sido los signos de su tiempo…

                                                                                              ***

Por eso, para esta columnista, la reunión de las seis de la mañana en Palacio Nacional, la manga que es para temas de seguridad. Más bien para enterarse de lo que publica la prensa. Y seguro, supo de “la palabra del año 2023”, la mañana del 27 de diciembre.

Pobre Carlos Pozos que vino a pagar los platos rotos.

El destacado miembro de la corte palaciega “Lord Molécula” quiso hacerse el gracioso y agradecido del enorme privilegio de ser palero del poder presidencial y con motivo de fin de año le entregó algunos regalos, entre ellos un dominó:

-Tal como Adolfo Ruiz Cortínez invitó a su compadre a jugar dominó con él, ¿me permitiría ahora en su retiro allá en Palenque, echarme una manita de dominó?, le preguntó micrófono en mano.

Se la creía que realmente lo aprecia: su “amigo” presidente rechazó la invitación al asegurar que una vez que deje el cargo, el 1 de octubre de 2024, su retiro será definitivo y no tendrá contacto con nadie del medio, e incluso ya advirtió a su familia que en la casa de Palenque no se hablará de política.

“Qué bien que preguntas. Una vez que yo entregue la banda (presidencial), ya me jubilo y no voy a atender a nadie, siempre voy a recordar a todos con amor, siempre con mucho cariño, pero yo ya no voy a tener ninguna relación, más que la familiar (…) yo ya cierro mi ciclo, ya me jubiló y no voy a poder atender o recibir a nadie”.

O sea, una vez que deje de ser presidente y se vaya a su casa de Palenque, no va a aceptar invitación de nadie para eventos en México o en el extranjero, tampoco peregrinaciones de sus amlovers. Quiere encerrarse a leer y ya compro su boche de libros para “no tener la necesidad de estar en bibliotecas, hemerotecas o librerías”.

Ya se ve, en “La Chingada”, pero con todo el poder y lana que ha hecho a través de los moches de los negocios de sus cuates.

“Mi rutina va a ser levantarme temprano como siempre y caminar una hora cinco kilómetros, espero que para entonces siga yo con ese ritmo. Y luego al baño, desayuno, unas dos vueltecitas más, pero ya muy cortas y a sentarme dos horas, dos horas y media.

“Me levanto de la mesa de trabajo, camino dos-tres vueltas no muy largas, me tomo un café o un pozol, me vuelvo a sentar hasta la 1-1:30 que es la hora de la comida, caminar, y luego de nuevo sentarme a trabajar ocho horas, pero escribiendo, y acostarme temprano, para levantarme también temprano”.

¿Y qué será de Carlos Pozos? ¿Seguirá con su personaje de “Lord Molécula”?

Creo que su meteórica carrera de bufón de palacio se agota con el sexenio. A menos, que Claudia Sheinbaum gane, le ordenen y/o quiera vivir como reina; que continúe la ´mañanera´ o en formato distinto, pero sobre todo, que lo incluya en la lista de acceso.

Por eso pobre, porque paga con su caducidad.

Porque por dinero y fama de la mala decidió exhibirse como la antítesis del periodismo. Periodista que no cuestiona el poder, no puede llamarse periodista. retrata un lambiscón, palero. Pordiosero de la información porque en la realidad no detona nota, solo espectáculo patético y ridículo.

Que pena terminar así…

                                                                               ***

LA COMIDILLA

Otro negocio más para la Sedena: la distribución de medicamentos de la “megafarmacia” que inaugurará este viernes en Huehuetoca, Estado de México, López Obrador. ¿Hay algún sector donde la milicia no tenga el control?

Desde este espacio, deseo a mis poquitas y poquitos lectores, que 2024 sea un mejor en todos los sentidos, pero en especial en su salud y amor familiar…

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