Ambigú| ¿Se acabaron los abrazos?
¿Se acabaron los abrazos?
+ Ahora sí, admite INE narcoelecciones
Por: Martha Elba Torres Martínez
Un día humilla, descalifica y violenta verbalmente a la prensa, y cuando necesita a los medios y periodistas, ahí están. Amor apache o pégame, pero no me dejes.
El pasado 18 de agosto, Estados Unidos, a través de su embajador Ken Salazar, advirtió en palabras llanas al presidente López Obrador, que hace algo contra tanta violencia criminal e inseguridad en México, o las inversiones vía T-MEC se van a afectar.
«Es muy real, con la inseguridad sí se enfría la inversión de Estados Unidos y de otros países aquí en México, y eso es contrario de lo que debía pasar bajo el sueño del T-MEC; debería de haber más inversión, pero la inseguridad es un factor grande para los empresarios”.
Ya es necesario -dijo en rueda de prensa citada en la embajada- que la cooperación bilateral entre México y Estados Unidos dé resultados en materia de seguridad. Evocó la declaración conjunta que hicieron los presidentes López Obrador y Joe Biden, el pasado 12 de julio en la Casa Blanca, en la que se comprometieron a mejorar la seguridad en ambas naciones. «Hagamos esas declaraciones realidad. Es tiempo para resultados en la seguridad».
El viernes 19, de los 15 matutinos considerados en la síntesis nacional, solo Reforma, Milenio y El Sol de México dieron su principal a la nota del embajador estadunidense; La Jornada, Excélsior, La Razón y Crónica, al informe de Ayotzinapa.
La advertencia de EU a México, extrañamente, tampoco fue tema de interés para columnistas y articulistas; hasta Raymundo Riva Palacio, como la gran mayoría, se enfilaron hacia el caso Ayotzinapa y contrastar las dos “verdades históricas” desde sus propias visiones y escritos del momento.
Ana Elizabeth García, en su “quién es quién en las mentiras de la semana” reveló una “línea de coordinación” editorial de medios y conductores de noticieros, “para lanzarse contra el Presidente de la República” en el análisis del informe sobre Ayotzinapa.
Pues esa “línea de coordinación” bien pudo aplicar para que los medios “bajaran” las declaraciones de Ken Salazar y dejarle espacio al Presidente para, el 16 de septiembre, decir lo que tenga que decir sobre el T-MEC y Guardia Nacional. En sus mañaneras no ha dicho ni pío y nadie de la 4T lo defendió, salvo el morenista Ricardo Monreal.
Fue en su columna “Tras la puerta del poder”, que el periodista Roberto Vizcaíno reproduce el lunes 22, parte de la entrevista que a medios concedió el presidente de la Jucopo del Senado, en La Paz, Baja California Sur. Ahí, señaló que el embajador de EU en México ha cometido ya actos de intervención, aunque reconoció que algunos de sus reclamos, como el de exigir mayor seguridad y detener la violencia, son válidos.
Pero, dijo: “… yo no le concedo autoridad moral a Estados Unidos para que nos califique. Certifique… me parece una grave intromisión… nosotros no calificamos a Estados Unidos ni prohibimos a nuestros ciudadanos visitar California, Texas o Chicago o Nueva York.
“No me parece correcto, y me parece una grosería, un gesto grosero del gobierno de Estados Unidos, calificar la seguridad de nuestro país. Lo que requerimos es colaboración, nunca subordinación ni nunca dependencia.
“Cierto. Sí necesitamos revisar la seguridad pública. Los planes y programas en materia del combate al crimen organizado, a la delincuencia y al fuero común; establecer de alguna manera revisiones a la estrategia que se ha implementado desde hace cuatro años… atender las causas, es correcto.
“Pero debemos que tener eficacia en el combate al crimen organizado y no permitir que avancen los territorios controlados por ellos. En ese sentido sí creo, además es obligación del Senado, de acuerdo con el 76 constitucional, revisar los planes de seguridad pública del país y revisar el plan de la policía, en este caso de la Guardia Nacional”.
Algunos especialistas en temas de seguridad han interpretado los hechos violentos en agosto -Jalisco, Guanajuato, Baja California, Chihuahua y Colima- como un cambio en la estrategia, al ser resultado de detenciones de importantes capos, aunque otras fallidas como las del “Doble RR” y de “El Apá”.
En la mañanera de ayer, se pudo constatar cómo el subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía, se esfuerza ante AMLO para presentar un informe de “cero impunidad” cada vez más abultado, aunque menciona detenciones realizadas en semanas y hasta meses, realizadas. Como sea, las presiones de Estados Unidos sí impactan.
López Obrador jamás va a aceptar que ya le está bajando a los “abrazos” a los criminales; primero, porque nunca se equivoca, y segundo, es tanto como darle la razón a los críticos y a la oposición en tiempos anticipados de sucesión presidencial, y quedar como mojigango del vecino del norte. Y tan patriotero que es.
Pero al final de cuentas, él solito se entrampa en sus mentiras y frases ridículas. ¿Cómo decir desde la mañanera, que ya no habrá abrazos sino balazos a los criminales?…
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Y ya que anda tan clavado el Presidente en lo de Ayotzinapa y la autoincriminación del ex procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, al asumir en 2014, la responsabilidad directa de las investigaciones del caso, dos reflexiones:
¿Qué pasará con los años, a la edad -por ejemplo- del ex gobernador hidalguense (74), que a López Obrador, ya retirado de la política y dedicado a escribir libros, desde México o Estados Unidos, lo detengan por haber ordenado la liberación de Ovidio Guzmán?
Hay que tener bien registrado que el 19 de junio de 2020, el propio Presidente de México admitió que fue él, y no su gabinete de seguridad como había insistido por meses, el que ordenó la liberación del hijo del “El Chapo”, el 17 de octubre de 2019, tras ser detenido en Culiacán por militares para ser extraditado a Estados Unidos, donde enfrenta cargos por conspiración para traficar cocaína, metanfetaminas y marihuana desde México.
Ojo: “Yo ordené que se detuviera ese operativo y que se dejara en libertad a este presunto delincuente”. La decisión la habría tomado -según él- para priorizar la vida de las personas, ya que a su decir, “pudieron perder la vida más de 200 civiles inocentes”. Mínimo, obstrucción de la justicia y lo que resulte de eventuales pactos con el cártel de Sinaloa.
¿Y qué hay de Hugo López Gatell sin el cobijo ya de Palacio Nacional? “El Doctor Muerte” enfrenta denuncias penales por homicidio por omisión y el fiscal Alejandro Gertz Manero no hace nada. Qué tal que algún día, quién sabe cuándo, le pidan hablar de quién fue el que ordenó minimizar la gravedad de la pandemia, desdeñar el uso del cubrebocas, negar pruebas masivas a la población y vacunas de menores de edad, que tantas vidas costó.
Vaya delitos que han cometido López Obrador y tantos de su gabinete. Pero tarde o temprano tendrán que rendir cuentas por tanta muerte y corrupción en su gobierno…
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Y lo que son las cosas, 13 meses después de que Silvano Aureoles tocara todas las puertas para advertir de la gravísima intromisión del crimen organizado en las elecciones en México, hasta ahora sale el presidente del INE, Lorenzo Córdova, con que sí, se meten los mañosos, pero “no se cuenta con un diagnóstico y las acciones para blindar las elecciones de injerencias indebidas”.
Chale. El ex gobernador michoacano entregó por todos lados el expediente sobre la narcoelección en Michoacán en 2021, y todavía como ex diputado federal y ex senador, dirigió a las Cámaras una serie de propuestas legislativas para evitar el narcovoto y que candidatos apoyados por grupos criminales lleguen a los cargos y luego tengan que pagar el favor.
Hoy su advertencia de que en 2024, podríamos tener una presidenta o presidente impuesto por el crimen organizado, es más vigente que nunca.
Ya hay gobernadores con dudosas relaciones, como Morelos, Guerrero, Sinaloa, Sonora, Michoacán; el senador morenista Jaime Bonilla, dice que también Baja California; y en Tamaulipas, Américo Villarreal es señalado por la DEA de haber tenido nexos con el empresario Sergio Carmona Angulo, conocido como “el Rey del Huachicol”, asesinado en noviembre de 2021.
Hay una torre de denuncias sobre narcopolítica y a nadie le importado integrar un diagnóstico. Se vio mal Lorenzo Córdova…