Opinión| Carta sin réplica… “¿GRACIAS?”; PURAS DESGRACIAS
Escritor y maestro, Héctor fue persona sobresaliente, siendo reconocido, entre otras formas, en una obra de gran formato que presentó a 50 michoacanos en los primeros lustros de este siglo XXI
Por: Marco Antonio Aguilar Cortés
Héctor Manuel Ceballos Garibay (1958-2020) nació en Uruapan, Michoacán, en el hotel «al pie de la sierra», en donde se encontraba el hogar y la empresa turística de sus padres.
Estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, hasta obtener su doctorado en sociología.
Escritor y maestro, Héctor fue persona sobresaliente, siendo reconocido, entre otras formas, en una obra de gran formato que presentó a 50 michoacanos en los primeros lustros de este siglo XXI, quienes fueron declarados (por el gobierno del Estado) “Tesoros Vivos de Michoacán”.
Murió (Ceballos Garibay) por su libre decisión, en el sitio de su origen, dejando una carta firmada y dirigida “A LA COMUNIDAD DE URUAPAN, A MIS AMIGOS Y FAMILIARES DE TODA LA REPÚBLICA MEXICANA”, en donde textualmente externó lo siguiente:
“Por medio de la presente hago responsable de mi suicidio a AMLO, el peor presidente que ha tenido este país. Debido a sus políticas retrógradas y a su delirio de grandeza (vive en otra realidad; sus propias fantasías), este país se ha ido a la debacle social y económica, como lo demuestran los datos duros del año pasado.”
“De haber tenido un verdadero líder, con políticas de confianza a la inversión y a la productividad, hubiéramos estado en mejores condiciones de fortaleza para enfrentar la crisis sanitaria causada por el Coronavirus a nivel mundial.”
“El viacrucis que vivirá este país apenas comienza, y las malas decisiones del gobierno se traducirán en una catástrofe que irá en aumento y durará muchos meses. Habrá desempleo, pobreza, violencia delictiva, odio de clases y probablemente un gobierno dictatorial.”
“No quiero vivir más con estas perspectivas que presupondrán un escenario de caos y zozobra. Me niego a ser testigo de este pequeño apocalipsis nacional que les espera a los mexicanos”.
“Sé que mi hijo Emiliano está preparado educativa y emocionalmente para salir al paso de estas adversidades. Estoy orgullosos de él en todos los sentidos. Él sabrá comprender las razones de mi decisión. Lamento perderme de su compañía. A todos los familiares y amigos, les deseo la mejor de las suertes y les expreso mi cariño.”
“Atentamente: Héctor Ceballos Garibay”
“ABRIL 2020, Uruapan, Michoacán.”
“P.D. DESEO QUE MI CADÁVER SE INCINERE EN UNA CAJA SIMPLE, QUE NO HAYA NINGÚN TIPO DE CEREMONIA FUNEBRE (POR PROTECCIÓN SANITARIA) Y QUE MIS CENIZAS SE ESPARZAN EN EL JARDÍN DE MI CASA.”
¡No haré jamás el elogio al suicidio!, mi sentir y mi razonar estarán siempre a favor de la vida, en su más amplio y dialéctico sentido.
A mi parecer, ese fenómeno patológico ha encontrado infinidad de explicaciones en las áreas de la psiquiatría, sociología, filosofía, literatura, psicología, historia, cultura, religión y derecho, pero nunca justificantes decisivas.
En textos del Viejo Testamento, en la Ilíada con ese pelida Aquiles, en libros de Platón, Aristóteles, Séneca, Epicteto, Cicerón, Marco Aurelio, Epicuro, Tomás de Aquino, Montaigne, Hegel, John Donne, Rousseau, Hobbes, Locke, Hume, Kant, Spinoza, Kafka, Goethe, Víctor Hugo, Freud, Durkheim, Schopenhauer, Rilke, Bertrand Russell, Albert Camus. Alfonsina Storni, Beckett, Foucault, Adler, Frankl, todos estos autores, y más, nos hablan del suicidio, a través de sus escritos y su vida.
Respeto la decisión que tomó, en su momento, mi amigo Héctor Ceballos Garibay. Lo echaremos de menos, con su voto, en las urnas de este año 2024.
Acaso, algún día, Andrés Manuel López Obrador conteste y replique la carta de Héctor.
Los nuevos lectores de esta carta, también se formarán un juicio.
En el libro que firma Andrés Manuel, titulado «Gracias», debió ser la oportunidad para que hablara de esta misiva; aunque en la realidad, no encontramos ninguna gracia, sino puras desgracias.
Durante su reciente mañanera en Morelia, Amlo pertrechado en un cuartel, debió recordar públicamente esa carta.
En el costosísimo acarreo de su corcholata Claudia en el Estadio Morelos en Morelia (el mismo día de la visita de su jefe de campaña; ¡qué coincidencia!) debieron leer la carta de Héctor, y entonces, sí. la gente hubiera concurrido.
¡Esa carta sigue viva!