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Opinión| Del jardín de las delicias… al infierno de los pecadores

El actual presidente mexicano vive en el jardín de las delicias, pero tiene el deseo de ir al infierno.

Por: Marco Antonio Aguilar Cortés

El actual presidente mexicano vive en el jardín de las delicias, pero tiene el deseo de ir al infierno.

Desde el inicio de su ejercicio se afincó en el gozo de tener a su disposición (cada año) más de una decena de billones de pesos, ejercidos con todo su autoritarismo.

Todo su esfuerzo gira en sus mañaneras; ya lleva más de 1200 bloques informativos adoctrinadores; ahí, comete actos ilícitos (civiles y penales) en cadena nacional.

Cada mañanera le ha costado, al erario federal, aproximadamente 500 mil pesos; es decir, que por estos eventos hemos gastado los contribuyentes, mínimo, en cinco años, 900 millones de pesos, dignos de invertirse en mejores causas.

No cuento, en esas cantidades, los escurrimientos que la impericia y la pudrición oficial provocan.

Estamos sobreviviendo a una sucesión presidencial adelantada.

Por capricho del despilfarrador déspota, nos encontramos en un proceso electoral tan inédito, como inconstitucional.

Sin norma legal, le urgía al presidente electorero levantar polvaredas, para esconder, como lo hacen los gatos, sus porquerías.

Los primeros escarceos de este proceso sucesorio se asomaron a mitad del año 2021.

Desde entonces, el intrigante López obró, al mismo tiempo, como presidente de la república, a calidad de máxima autoridad electoral, a modo de exclusivo líder de su movimiento, y en su carácter de jefe de campaña para Claudia Sheinbaum.

Esas actividades del presidente López, al margen de nuestra Carta Magna, las sigue realizando a la vista de todos.

¿Cuándo dinero nos ha costado la campaña de Claudia?

Es tan enorme la cantidad, que nadie lo sabe.

Ni siquiera el presidente López tiene la cantidad exacta de esas ilegales erogaciones. Desde su jardín de las delicias, a similitud de la obra maestra del pintor de los Países Bajos Jheronimus van Aken (1450-1516), mejor conocido como El Bosco, nuestro burdo presidente no conoce con precisión cuanto le ha invertido a su corcholata.

Acarreos multitudinarios, murales, radio y televisión, periódicos, revistas, redes sociales, transportes aéreos y terrestres, banquetes, tortas y refrescos, carteles, obsequios, salidas al extranjero con séquitos caros, consejeros bien pagados, soldados, marinos, guardias, manutención de equipos directos, corruptos moches dentro de los moches, e innumerables cosillas, igual de costosas, hacen cantidades inimaginables de miles de millones de pesos.

El manirroto López, con el dinero de los impuestos, no está al tanto de lo que lleva gastado en su marioneta Claudia; empero, recién dijo el presidente: “Quiero ir al infierno, para ver a los pecadores”.

Para ese delicado viaje, ásperamente se inspiró en la “Comedia” del florentino Dante Alighieri (1265-1321), quien no la tituló como ‘Divina Comedia’, pues quien la nombró así, en 1375, fue Giovanni Boccaccio.

La primera parte de la “Comedia”, la denominó ‘infierno’, el que en su frontispicio sentenciaba: “Quien entre aquí, abandone toda esperanza”.

Por ello, para que no pierda la esperanza, presidente, no vaya al infierno sólo por ver pecadores. 

Basta con que usted se observe en un espejo, y aviste a todos sus colaboradores, junto a todas sus corcholatas.

Escudriñe bien a Claudia y confiese, en su personalidad de diablo mayor de este ejercicio presidencial, cuántos billones de pesos le invertirá a Sheinbaum, quien va que vuela para perder la elección de este 2024.

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