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Opinión| ¿Después de la fiesta, se atenderá la casa?

¿Después de la fiesta, se atenderá la casa?

Por: Luz María Sánchez S.

Con bombo y platillo se celebró la tan esperada inauguración del Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA), la primera gran obra; una de las grandes promesas cumplidas, desde la campaña presidencial. No fue sorpresa el gran fiestón, la música, las porras, la venta de artículos con logotipos de MORENA y AMLO, y hasta la venta improvisada de tlayudas, que alimentaron a decenas de familias que llegaron a la pachanga para conocer la lejana terminal aérea, aún inacabada.

Todo fue sonrisas, abrazos, felicitaciones, conmovedores discursos, no sólo de funcionarios de la 4T, como la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, sino de los propios gobernadores priistas del Estado de México, Alfredo del Mazo y de Hidalgo, Omar Fayad. Hasta chascarrillos inapropiados de la propia esposa del Presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, le pusieron color al evento.  Todo estuvo a pedir de boca.

Pero después de la fiesta y la borrachera, hay que limpiar y ordenar la casa.

La responsabilidad de gobernar va más allá de permanecer en campaña, del jolgorio y los aplausos; hay que enfrentar y resolver los verdaderos problemas de un país, que no sólo se debate en el falso discurso de la polarización entre liberales y conservadores, o fifís contra chairos. Hay en la mesa asuntos delicados y apremiantes que atender.

Este 21 de marzo, en el 216 Aniversario del natalicio de Benito Juárez que, por cierto, se vio opacado por la figura del General Felipe Ángeles quien también ya tiene su aeropuerto, el Presidente lució sonriente y con un semblante de satisfacción por su gran logro, aunque hubiera querido que esta fiesta no hubiera sido opacada por la reveladora publicación de su ex consejero jurídico Julio Scherer Ibarra, quien denunció, horas antes, un escandaloso entramado de complicidades y abuso de poder de su más cercano círculo. Personajes de cuidado, como el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz, la actual Presidenta del Senado, Olga Sánchez Cordero y el propio Julio Scherer.

En medio de la fiesta, el Presidente intentó esquivar el tema, porque ya le esperaba la ceremonia y los abrazos. Así, a la pregunta directa sobre esta crisis que pesa en Palacio Nacional, simplemente justificó que él no se mete “Eso tiene que ver con tribunales, con ministerios públicos, con juzgados y nosotros no vamos a meternos en esas diferencias. No queremos participar en eso. Estamos dedicados de tiempo y alma a la transformación de México… Tampoco podemos evitar que haya diferencias, que haya confrontación política y además que haya escándalos y sensacionalismo en los medios, no, además la vida es así, la condición humana”.

Este no es un asunto generado por conservadores, como él suele argumentar, ni de politiquería, ni de desacuerdos entre particulares, no, este caso se trata del manejo faccioso de intereses particulares de servidores públicos de la 4T para beneficiarse abusando del poder al más alto nivel.

“No queremos participar en eso”, dijo López Obrador. Pero no se trata de querer o no, como dijera el ex presidente Vicente Fox, “y yo por qué”. Claro que es un tema que le compete y que debiera tomar en serio. Se trata de una grave revelación de abuso de poder; de intentar tratar de torcer la ley desde los más altos niveles de la Presidencia, a petición del Fiscal General de República que, de acuerdo con la denuncia publicada en el Semanario Proceso, fue para favorecer su interés particular de hacer valer su propia justicia en contra de sus familiares, exigiendo favores para presionar a la Suprema Corte de Justicia y de crear expedientes a modo en contra de quienes rechazaran ser sus cómplices. “Un fiscal amigo o enemigo”, tal como lo reveló en su escrito, el ex consejero de la presidencia quien, de paso, acuso a la entonces exsecretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, dolida por no haber podido ejercer a cabalidad su cargo y, entonces, aceptar ser cómplice de las intenciones de Gertz, para dañar reputaciones de quien consideraba, también, su enemigo, el exconsejero jurídico.

Tampoco se trata de conceder la verdad absoluta al implicado en esta trama, pero precisamente, el Ejecutivo Federal tiene el deber constitucional de rendir cuentas y aclarar a los mexicanos que intereses se juegan al amparo del poder. La figura de un Fiscal General, que en términos legales es autónomo, debe ser revisada en la persona de Alejandro Gertz. No basta con decir que le tiene confianza. Se tiene que demostrar que es un servidor público imparcial, ético, honesto y comprometido con los intereses nacionales.

Nunca, en la historia de nuestro país, las instituciones de procuración de justicia habían estado tan cuestionadas por sus escandalosos vínculos con el Poder Ejecutivo, por su desprecio al Poder Legislativo y por su incapacidad para resolver los asuntos de mayor trascendencia que den certeza a los mexicanos de una verdadera justicia, seguridad y combate contra la corrupción. Esa es la Cuarta Transformación y decían que, ”no son iguales”.

Como mexicanos merecemos una verdadera rendición de cuentas, transparencia y no sólo fiestas, simulaciones y un pueblo simplemente aplaudidor. Después de la fiesta, se debe ordenar la casa.

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