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Opinión| Las niñas, víctimas del confinamiento

Las niñas, víctimas del confinamiento

Calladitas se ven más bonitas

Luz María Sánchez S.*

En medio de un turbulento mes de marzo, la violencia nos acecha y se ha convertido en la protagonista en todo el mundo, pero en nuestro país florece y se enraíza todos los días. Así conmemoramos el Día Internacional de la Mujer.

De las palabras de odio o el desprecio a las causas femeninas, a las armas no hay gran diferencia y la polarización no cesa en nuestro querido México. Sin ningún matiz, desde la Presidencia de la República se atiza más el miedo y se advierte que las movilizaciones de los grupos feministas se caracterizan más por ser extremadamente violentas que propositivas y este discurso es el que justificó el exagerado blindaje y los aparatosos dispositivos de seguridad para proteger y amurallar edificios públicos y monumentos.

Pero de las causas de las mujeres, no hay una palabra de empatía por parte de este gobierno. Todo se centra en la Cuarta Transformación y la supuesta intención de los adversarios para frenarla. Desde esa óptica, cualquier lucha por la igualdad que no esté emparejada con la narrativa oficial no es importante, ignorando las demandas históricas de las mujeres. Porque el tema esencial son las desigualdades sociales y económicas, o sea: “pobres contra ricos”, pero no caigamos en la trampa, no todo tiene que ver con el Presidente y su 4T.

A la luz de las declaraciones incendiarias, de la impresionante  movilización de miles de mujeres que vimos en las calles y de sus gritos y cantos liberadores por los derechos y la igualdad de género, las cosas no cambian; siguen aumentando los feminicidios y dentro de las cuatro paredes de millones de hogares, cualquier día, cualquier noche, en cualquier momento, se vive una triste realidad para las mujeres y principalmente para las niñas: la violencia física, sexual y psicológica que, durante el confinamiento por la pandemia, se incrementó de manera exponencial.

Según cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2021, se registraron 1006 feminicidios, el mayor número en la historia de nuestro país.

De ahí se desprenden estadísticas escalofriantes porque diariamente son asesinadas por lo menos 10 mujeres y los índices de mayor violencia ocurren en los hogares, situación que se agravó con el confinamiento por la pandemia del COVID 19, que nos obligó a resguardarnos en casa desde marzo de 2020.

El hogar protegió a los depredadores     

El Consejo Nacional de Población (CONAPO) reconoce que una de cada cuatro niñas ha sido víctimas de abuso sexual por parte de algún pariente y esto lo confirman los datos de violencia familiar en 2020 que, señalan que el 75.78 por ciento de este tipo de lesiones ocurrieron en el hogar y el 73.29 por ciento las ejercieron familiares de las propias víctimas. Este mismo estudio, advierte qué las niñas y las adolescentes fueron las más violentadas en casa, en el primer semestre de 2021, registrándose un 92.81 por ciento del total de víctimas.

En plena contingencia, mientras se nos recomendaba el confinamiento en casa, como el lugar más seguro para protegernos de la terrible pandemia, las niñas y las adolescentes sufrieron todo tipo de vejaciones, desde el abandono económico, la violencia psicológica, física y principalmente sexual. El 37.85 por ciento sufrió violencia psicológica, es decir ofensas, humillaciones y amenazas; el 29.69 por ciento fueron abusadas sexualmente; mientras que el 26.33 por ciento, sufrieron golpes y daños físicos y, entre el 4 y el 2 por ciento se quedaron sin manutención, dejándolas en plena miseria, sin recursos para subsistir. 

La Organización Aldeas Infantiles SOS México alertó sobre el índice de violaciones a menores de edad, durante la pandemia, agresiones que provienen fundamentalmente de personas cercanas. Según los datos de esta organización, el 30 por ciento de los abusos los cometen los padrastros; otro 30 por ciento, los abuelos y así se pueden sumar otras personas cercanas como tíos, primos, hermanos o cuidadores, que representan un 40 por ciento.

Embarazos de niñas menores de 14 años    

Otro dato alarmante lo arroja CONAPO, al señalar que en 2020 hubo 373 mil 661 nacimientos de madres adolescentes, de los cuales, 8 mil 876 alumbramientos fueron de niñas menores de 14 años. En tanto, se identificó que niñas entre 10 y 14 años fueron embarazadas por un amigo, un familiar, un desconocido o el exnovio. La mayoría de éstos por violación sexual o matrimonios arreglados.

Según el Registro Nacional de Población (RENAPO), 4 de cada 100 nacimientos son de madres, menores de 17 años, y las defunciones por embarazo, parto o puerperio en adolescentes de entre 15 y 17 años, ocupa el sexto lugar de morbilidad.

Los datos son fríos y sin rostro, pero el drama de miles de familias de las menores se vive en silencio, porque no existen los mecanismos adecuados y aptos para facilitar la denuncia en contra de los agresores, principalmente de las niñas, pues por cada mil casos de abuso sexual a menores, sólo se denuncian 100 y la cadena de revictimización es larga y cruel.

Otro fenómeno preocupante que desencadeno el confinamiento por este tipo de acosos fue la alteración de la salud mental de las y los menores que provocó una ola de suicidios. Tan sólo 2020, el número de suicidios de niñas y niños entre 10 y 14 años aumentó un 37 por ciento y entre mujeres adolescentes de entre 15 y 19 años se incrementó en un 12 por ciento.

Esta es sólo una cara de las muchas causas por las que luchan las mujeres en un mundo en que el que no exigen la supremacía ni el enfrentamiento con los hombres, sino respeto; seguridad; igualdad de derechos; acabar con los estereotipos machistas y poner un alto a la violencia en todas sus manifestaciones; es decir, lograr un piso parejo en todos los ámbitos: familiar, laboral y social y así romper los llamados “techos de cristal”.

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