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Opinión| Ocurrencias presidenciales…zapatero, a tus zapatos

Ocurrencias presidenciales…zapatero, a tus zapatos

Por: Marco Antonio Aguilar Cortés

En muchas ocasiones, para desventura de los mexicanos, nuestro actual presidente de la república anda fuera de lugar.

Su discurso de este recién ido 16 de septiembre, día en que se conmemoró el CCXII aniversario del inicio de la lucha por la independencia de la Nueva España de la Corona Hispana, en lugar de tratar, centralmente, los actuales y gravísimos problemas de nuestro país en vínculo con el hecho histórico celebrado, se puso a juzgar y a tratar de resolver la dramática guerra entre Ucrania y Rusia.

Desde luego que ese acto belicoso nos constriñe a todos los pobladores de la Tierra, pero el tiempo, las circunstancias y el lugar, no eran oportunos para tratar ese tema internacional.

Más parecía el presidente mexicano con su encendida voz, y su contraído rostro, candil de la calle y oscuridad de su casa.

En foro local militarizado el presidente se puso a explicar su criterio personal sobre esa delicada guerra entre dos países, y seguramente sin consultar, al menos por simple atención, al senado mexicano.

Dijo, entre otras cosas: “Que se convenga una tregua de cuando menos cinco años entre Ucrania y Rusia, sin ejercicios bélicos ni uso de armas nucleares; y en la paz, con tres comitentes que presidan las reuniones de los dos gobiernos beligerantes. El comité de diálogo lo integraría el Papa Francisco, el Primer Ministro de la India y el Secretario de la ONU”.

El metiche presidente no resultó de buena voluntad ni tiene nada de ingenuo.

Lo que pasa es que ofreció en México, con bombo y platillo, que el día 16 de septiembre del año que corre pronunciaría un discurso histórico por la independencia y soberanía del país en contra del T-MEC y de la intervención de nuestros vecinos del norte, porque el presidente Biden no le contestaba sus misivas.

Pero después de la visita a la capital mexicana del secretario de estado de EU, el presidente se echó para atrás o volvió a doblarse, y era urgente inventar una grandísima y nueva ocurrencia.      

¿Cómo salvar a toda la humanidad, inventando el hilo negro respecto a la guerra Rusia contra Ucrania? Y la chuscada se armó sobre las rodillas del autoritario.

La respuesta le llegó en pocas horas de un firme pero modesto vocero del presidente ucraniano Volodímir Zelenski: “El presidente López es uno de esos pacificadores que usan esta guerra como tema para sus personales relaciones públicas; y en este caso, está empleando el mismo plan ruso que desde hace tiempo se nos hizo llegar por nuestros enemigos”.

Los presidentes de China y de Rusia, Xi-Jinping y Vladimir Putin, se reunieron hace unos días en Uzbekistán para sentar las bases de un acuerdo: “China está dispuesta a hacer esfuerzos con Rusia para asumir su responsabilidad de grandes potencias, y juntas tomar el papel de guía para inyectar estabilidad y energía positiva en un mundo caótico… Juntos, Rusia con China, defendemos la formación de un mundo justo, democrático y multipolar, basado en el derecho internacional, con el papel central de la ONU, y no con reglas inventadas por algunos que intentan imponerlas a otros, sin siquiera explicar cuáles son”.

Frente a lo anterior, nuestro presidente ahora afirma dolido: “desechan mi plan de paz por sectarismo o intereses de élite”; y no es así, lo desechan porque ni es plan ni sirve para nada. ¡Qué vergüenza!

La diplomacia mundial siempre tiene cortesías. A todos se les dan las gracias por sus intenciones, malas o buenas; empero, en el fondo, la lección para el presidente mexicano es: las ocurrencias y la mediocridad, unidas, no sirven para ser candiles internacionales, menos son útiles para iluminar a su país, cuando lo tiene en pobreza, inseguridad e ignorancia.

¡A tus zapatos, zapatero!

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