Enero 2023Luz María Sánchez SNuestras plumas

Opinión| Se rompieron los “techos de cristal” ¿Qué sigue?

Se rompieron los “techos de cristal” ¿Qué sigue?

  • “Romper lo que parecía, un inaccesible techo de cristal, me siento acompañada, respalda, acuerpada por todas ellas, por todas nosotras”: Ministra Presidenta de la SCJN Norma Piña Hernández

Luz María Sánchez S.

La conocí personalmente en 2016. La Ministra Norma Lucia Piña Hernández llevaba escasos meses en el cargo y había inaugurado una exposición infantil en el vestíbulo de la Suprema Corte de Justicia; era su primer evento público en donde platiqué brevemente con ella.

Con un trato cordial sonreía a los visitantes de la exposición con quienes convivió por varios minutos; sin embargo, se mostró nerviosa al hablar ante el micrófono y cuando la invité al programa de radio de la Suprema Corte, me contestó amablemente que no daba entrevistas, pero el día que yo lo lograra, me invitaría a comer; reímos y se despidió con un cálido abrazo para dejar por concluida la conversación. Yo me preguntaba ¿Cómo con esa timidez ante las cámaras, hace gala de un gran carácter y con tanta vehemencia expone los argumentos para defender sus proyectos en las Sala y en el Pleno?

Mujer de trabajo, dedicada, exigente con sus colaboradores y alejada del bullicio de los reflectores, así es la Ministra, hoy primera Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal quien, este 2 de enero, libró una doble batalla: por una parte, romper los “techos de cristal”, aquellas barreras invisibles, difíciles de traspasar, que representan los límites a los que se enfrentan las mujeres en su carrera profesional y, por otra, enfrentar el más virulento ataque a la autonomía del Poder Judicial de la Federación por parte del Ejecutivo Federal.

Por su personalidad y formación como fiel representante de la carrera judicial, era de suponerse que la ministra Piña Hernández jamás entraría a la batalla interna por dirigir los destinos de la Corte y del Consejo de la Judicatura, una actividad de carácter eminentemente político y administrativo, que ha servido más para el brillo personal como ocurrió con su antecesor, el ministro Arturo Zaldívar.

Sin embargo, después de seis años de caminar por los pasillos del edificio de Pino Suárez número 2, rodeada de los icónicos murales, entre los que destaca el de Rafael Cauduro que muestra con extremo realismo los graves pendientes de la justicia en México, como la tortura, el secuestro y el abandono de los justiciables, la ministra decidió participar en esta competencia con sus pares, sin duda descarnada porque, como dice la vox populi, “se dan con todo» al interior del Poder Judicial de la Federación.  

Y así lo vivió la ministra Norma Piña, cuando se postularon junto con ella cuatro contendientes más a la Presidencia del Máximo Tribunal, cada uno con una personalidad distinta, con una trayectoria igualmente diferente, pero de éstos, se daba por hecho que quien se perfilaba para ganar era -sin lugar a dudas-, su compañera Yasmín Esquivel por su evidente cercanía con el Presidente López Obrador; sin embargo, nadie imaginó el escándalo en que se vería envuelta la ministra preferida de la 4T, semanas antes de la elección, tras descubrir las irregularidades que apuntan a un vil plagio para presentar su tesis de licenciatura, cuyo desenlace todavía es incierto.

Con vocación de maestra, su primera carrera como normalista, la ministra Norma Piña, originaria de la Ciudad de México tiene una sólida preparación. Es abogada egresada de la Universidad Nacional (UNAM); cursó la maestría y el doctorado en Derecho, también en la UNAM. Cuenta con tres especialidades en: Psicología Social y Comunicación, por el Instituto Nacional de Ciencias de la Educación de Madrid, España; otra en Derecho Constitucional y Administrativo, por la UNAM; y otra en Derecho Penal, por la Universidad Panamericana. Como docente, ha impartido cursos en el Instituto de la Judicatura Federal, en el Instituto Tecnológico Autónomo de México y ha sido profesora en la Escuela Nacional de Maestros.

Es incuestionable su trayectoria en el ámbito judicial, con 27 años de carrera antes de llegar a la Corte, pues había ejercido, entre otros cargos, el de Secretaria de Estudio y Cuenta de la SCJN, Jueza de Distrito y Magistrada de Distrito. Al rendir protesta en enero de 2016, su discurso ante el Pleno definió su visión de la justicia: “No es pasión, es razón; es buscar la solución a los conflictos en los valores y principios que consagra nuestra Constitución, sin atender a los caprichos temporales de una época”. Y así se ha destacado en sus sentencias por su equilibrio, pulcritud y extraordinaria interpretación de los preceptos constitucionales.

Conocedora de la problemática del Poder Judicial de la Federación, a diferencia de sus contendientes, en su proyecto reconoce que no hay unidad y que se debe trabajar por el respeto a la independencia de las sentencias y la labor de jueces y magistrados. Fortalecer la función jurisdiccional; consolidar el combate a la corrupción; aplicar una reingeniería de mejoras para la actividad administrativa de la SCJN y el CJF y poner en el centro los Derechos Humanos a través de Unidades Especializadas.

Se compromete a trabajar de cara a la sociedad y dirigir de manera colegiada al Poder Judicial, por lo que buscará la experiencia, no sólo de los ministros en activo, sino también de los que ya se encuentran en retiro para crear un Comité Especial. Otra prioridad será la defensa de la dignidad y respetabilidad de las personas juzgadoras, principalmente de las mujeres a quienes hoy no se les escucha ni apoya.

Por sus posiciones críticas, desde hace un par de años se distanció del ministro Arturo Zaldívar, lo que le valió perder posiciones destacadas dentro del Alto Tribunal.

Con la independencia que la ha caracterizado, se ha opuesto con sus votos a la mayoría de los temas de interés del Presidente de la República, como la Consulta Ciudadana para juzgar a expresidentes o la modificación de la pregunta para la Revocación del Mandato, así como la militarización del país.

Otros temas que le preocupan y ocupan son la despenalización del aborto, la defensa de los derechos LGBT, la legalización de la mariguana, la violencia de género y los problemas ambientales.

La guerra no se detendrá

Sin duda, romper los “techos de cristal” ha sido un gran avance en el Poder Judicial de la Federación, pero no será suficiente porque los embates del Presidente López Obrador serán más cruentos. Ya lo advirtió desde su púlpito mañanero, al lamentar que la ministra Piña Hernández, hoy Presidenta de la Corte y del Consejo de la Judicatura “siempre ha votado en contra de los intereses de la 4T” y aunque dice respetar su autonomía volvió a presionar para que la nueva titular impulse una verdadera reforma al Poder Judicial, como si fuera instrucción de su jefe.

En los próximos cuatro años, los retos serán formidables para la primera ministra Presidenta que se ha declarado preparada: “Me siento muy fuerte porque sé que estamos todas aquí, nos colocamos por primera vez al centro de la herradura de este Tribunal Pleno demostrando y demostrándonos que sí podemos”.

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