La insoslayable brevedad| Felipito VI
Felipito VI
Por: Javier Roldán Dávila
Con la misma espada, El Libertador estocó a dos bueyes: al VII y al VI… que fue de regalo
Reza la máxima, basada en la sabiduría popular: al lugar que llegues, haz lo que vieres.
En términos prácticos, de lo que se trata, es de no alterar tradiciones y hábitos que, quizá no compartimos, pero, al ser forasteros, es deber respetarlos.
Otro momento, en que la imitación de expresiones es de utilidad, tiene que ver cuando ignoramos el ritmo de las mismas. Por ello, si vamos a la Ópera y no sabemos si es tiempo de aplausos o carraspeos, pues nada como seguir a los conocedores.
En este sentido, los protocolos extranjeros, suelen poner en aprietos a los mandatarios cuando salen de visita, por ejemplo, Vicente Fox, con sus botas rancheras de charol, para asistir a una cena, precisamente, con Juan Carlos I, en la que el frac era obligatorio.
Por lo anterior, es de llamar la atención la inefable conducta de Felipito VI, cuando al asistir a la ceremonia de investidura de Gustavo Petro como presidente de Colombia, declinó ponerse de pie ante el paso de la espada del Libertador Simón Bolívar.
No sobra decir que, el resto de los dignatarios presentes, si lo hicieron (bueno, el que también se quedó aplastado fue el argentino, Alberto Fernández, pero señalan las crónicas que estaba dormitando), por lo que, si el problema es su desconocimiento de la importancia del símbolo militar, pues simplemente hubiera seguido el impulso.
Desde luego, el gesto, que aparentó desprecio, fue muy criticado, incluso en España, a grado tal, que la Corona decidió no hacer comentarios sobre el asunto, tienen claro que no hay pretexto válido para ser invocado, ni siquiera que le dio un súbito dolor de costado.
El entuerto, más allá de lo anecdótico, es una muestra tácita, de la decadencia de instituciones como la monarquía. En una democracia moderna, no tiene mucha razón de ser… bueno, tal vez sí, para generar contenidos en la revista ¡Hola!