Por: Samuel Cantón Zetina
Javier May no hizo mucho tiempo campaña abierta para gobernador -compitió contra rivales de tres sexenios buscándola-, pero entendió rápido lo que debía hacer para ganar.
¿Cuál fue la clave de su victoria?
Sin duda, la humildad personal con que emprendió la empresa de conquistar la confianza de las y los tabasqueños.
En eso marcó una diferencia extraordinaria con el pasado.
Y se reflejó en su 51% de preferencias en encuestas, y la clasificación como ranqueado número uno entre 50 -hombres y mujeres- que en todo el país se inscribieron por las 9 candidaturas.
Nadie alcanzó más respaldo ciudadano en su estado o la CDMX.
Con sencillez, May conectó con todas y todos y convenció a la gran mayoría.
De ese modo, su triunfo resultó no solamente arrollador en Tabasco sino en la República entera.
En entrega anterior, titulada “Reto Tabasco”, escribimos de las prioridades que el dos veces edil de Comalcalco (aventajaba por ¡30 puntos!) tendrá que atender como mandatario a partir de otoño 2024.
“La primera, y más importante -anotamos, por trillado que suene-, es la reconciliación de los tabasqueños.
Se acabaron los tiempos de soberbia, grupismos y enfrentamientos…”.
Lo pusimos como condición para empezar a hacer bien las cosas en Tabasco, y tomando en cuenta a la población.
Con el arribo del ex titular de Fonatur, y el fin de la soberbia, del ejercicio abusivo y unipersonal del poder, y de la politiquería, se abre una nueva puerta para rediseñar con inteligencia el futuro del Edén destruido.
Llegó la hora de escuchar y de gobernar para la gente, y no para las élites, conscientes de que pasarán décadas o siglos antes de que otro choco se cruce la bandera patria en el pecho.
Sin adversario al frente, May tiene que ser el gobernador que imprima calidad a la vida tabasqueña, frene el pronunciado rezago del estado, y sienta las bases de un territorio poderoso que jamás tenga que volver a sufrir la pesadilla de hoy.
El noble pueblo de Tabasco se lo merece…
@SamuelCanton
