YO CAMPESINO/¿Diferentes?| Si 4T fuera medicina sería peor que la enfermedad: aumentó corrupción, violencia y pobreza
Ninguno de los males que prometió combatir el profeta de la 4T desapareció, frenó o disminuyó: hoy, las diferencias sociales son más profundas
Por: Miguel A. Rocha Valencia
Ninguno de los males que prometió combatir el profeta de la 4T desapareció, frenó o disminuyó: hoy, las diferencias sociales son más profundas, la corrupción ya no se disfraza, a la ley se antepone el cinismo del gobernante; la violencia crece con acumulación de más muertos que durante la “guerra” de Calderón, hay más pobres, deuda externa e impunidad.
No somos lo mismo grazna la chachalaca tabasqueña y así es. Hoy ante los delincuentes que pululan en el gobierno tanto en materia electoral como penal y administrativa, el cobijo de la impunidad llega desde Palacio Nacional como si fuera una licencia para violar la ley siempre y cuando el infractor se someta al amo.
De hecho, desde el púlpito palaciego, los súbditos están autorizados a robar, “lavar dinero” de “aportaciones” o violentar las leyes, “hacer lo necesario” para consolidar en el poder a un grupo que además de mentir, se volvió clasista y se transformó en la nueva mafia que sólo “gobierna” para los suyos y los sometidos al tlatoani tabasqueño.
Los mismos ex seguidores arrepentidos lo reconocen y pregonan: “no era lo que esperábamos”, “ese no era el proyecto de gobierno” que hablaba de gobernar para todos y hoy “excluimos y fustigamos a amplios sectores que nos dieron su voto en 2018”. Entre ellos los aspiracionistas de la clase media y quienes desde la pobreza pretenden superarse mediante el esfuerzo.
Prometieron un México con mejor educación, salud y servicios públicos de calidad y “hoy hemos entregado una mediocridad lacerante”, diría Alejandro Díaz Durán quien agrega: “prometimos un México con todos; hoy tenemos un México solo para los de la 4T.
Y lo que es peor, con cerca de 150 mil asesinatos “hoy vivimos en un país violento y con más muertos que en el pasado, y con gran parte del territorio nacional secuestrado por el crimen organizado”.
Pero sin necesidad de que los propios excuatroteístas lo digan, los números son lapidarios aunque se tengan “otros datos”, lo mismo que las pruebas “duras” de la corrupción prevaleciente, rampante y cínica que se genera desde el oráculo amurallado: lo más reciente, Segalmex pero lo mismo en todas las áreas del gobierno del mesías tropical donde los subejercicios, desvíos, entrega de contratos directos sin licitación, la opacidad sospechosa acerca de dónde van a parar esos dineros públicos que no se “ven” en obras de beneficio social, medicamentos o servicios.
Con mexicanos divididos y confrontados, el ganso de Macuspana atiza el fuego con el fanatismo exacerbado o la compra de conciencias con dádivas, chantajes o permisos para delinquir pues al final él es quien decide quien es “bueno e inocente” a quién “corrupto y culpable”. Para eso es el machuchón y su voz la única que vale en el país.
Quién no esté de acuerdo, corre el riesgo de ser consumido en la hoguera del pueblo “bueno” y violento que toma las calles, destruye y agrede.
En este mismo espacio y en redes, hablamos de lo mal que veíamos otros gobiernos, subrayamos como lo hicieron muchos colegas, lo que a nuestro juicio eran fallas y corruptelas de los de “antes”; incluso con Felipe Calderón llegamos a apuntar que el verdadero jefe del crimen era Genaro García Luna y con Enrique Peña denunciamos que se robaron al menos 500 mil millones de pesos presupuestales al año además de tener tratos con la delincuencia.
Hoy los mismos vicios, la misma corrupción se muestran cínicos con pruebas grabadas, documentos y números de dependencias como el Inegi o la Auditoría Superior de la Federación, sólo que hoy, desmentidos y cubiertos por impunidad que todos vemos o escuchamos en las mañaneras donde se exculpa a responsables de desfalcos mayores que los de “antes” y se les exonera porque “son buenas personas” o los chamaquearon o se justifica el tráfico de dinero de dudosa procedencia por ser para la “causa”.
Lo peor es que no se vislumbra un cambio, ni siquiera con algún disidente centrado e inteligente de Morena pues quien se atrevió a alzar la voz, hoy parece “alineado” mientras en la dizque oposición a pesar del talento, no hay quien asuma la responsabilidad, tal vez para no verse agobiado con infundios y persecuciones desde el poder.
El caso es que no dan color, los dirigentes se dividen, disputan por ser quien marque pautas y no son capaces de pensar en México, en los millones de mexicanos que buscan una opción, cualquiera que sea.