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Rueda de Molino| Los criminales protegidos por el poder bañan de sangre a Michoacán

Los criminales protegidos por el poder bañan de sangre a Michoacán

Por: Jorge Hidalgo Lugo

No sólo lanzó la que puede considerarse una de las frases más indignas que haya pronunciado un presidente en funciones, sino que a las reacciones de repruebo, incredulidad y no poco escarnio local e internacional, Andrés Manuel López Obrador persiste en señalar que su gobierno vela por la seguridad de los delincuentes, no obstante el daño que propician a la sociedad en general.

Obstinado en sostener que los derechos humanos de los criminales deben estar a salvaguarda porque “hoy es otra política” la que se ejecuta, el aliado a los narcoenemigos de México pretende con ello ignorar que en los escasos 3 años y medio de su errático andar, suman ya más de 120 mil muertes ligadas al crimen organizado, cifra sin precedentes en la historia del país.

Las imágenes donde se observa a un grupo de “presuntos delincuentes”, como les llamó en su explicación desde el patíbulo mañanero, fueron analizadas por López Obrador para luego refrendar su mensaje de total y absoluta impunidad a quienes se dedican a lastimar a mexicanos de bien.

La presidencia imperial selló así el pacto que ha sostenido desde antes y en el transcurso de este gobierno fallido con los aliados criminales, quienes desatados como están no se inhiben en subir a redes sociales, testimonios de cómo abusan de su impunidad para humillar a miembros del Ejército y la Guardia Nacional.

Podría decirse que este fenómeno está focalizado y sólo se da en determinados territorios para que el cáncer que produce no haga metástasis, pero no es así y por desgracia en Michoacán avanza en su propagación a pasos agigantados, con el beneplácito también de quien ostenta el mandato precisamente gracias a la componenda ejecutada en los comicios pasados donde los narco aliados hicieron el fraude electoral en que hoy está sustentado y actuante.

Porque si hablamos de más de 120 mil ejecutados o muertos a manos del crimen organizado en todo el país, debemos separar la cuota de sangre que Michoacán ha dado a la estadística y que persiste aportando, por lo que quien cobra como gobernador estatal, ha dado también el banderazo de salida para que las bandas en disputa se den con todo, ante la pasiva y cómplice mirada de quien renunció a cumplir con el mandato constitucional de garantizar la vida y derechos humanos de sus gobernados.

Para el gobierno surgido de una narco elección, como lo reconoció en su momento el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, no es motivo de apremio o preocupación mayor que en tan sólo seis meses, Michoacán haya triplicado la cifra de homicidios dolosos que en ese mismo lapso tuviera el hoy satanizado y blanco de los ataques mediáticos de Morenas y sus compinches, Silvano Aureoles Conejo al arranque de su gestión.

A medio año de iniciada la aventura con Ramírez Bedolla a la cabeza, según las estadísticas que se encuentran en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en Michoacán se contabilizan mil 219 homicidios dolosos en tanto que de octubre de 2015 y marzo de 2016, el gobierno del perredista, hubo sólo 477 asesinatos.

Por si fuera poco, en la errática administración de Ramírez Bedolla, esa misma instancia federal registra que tan sólo en abril del año en curso, Michoacán contabilizó 245 narco homicidios, cinco veces más de los registrados en ese mismo mes pero de 2016, donde hubo únicamente 54 asesinados.

Podría pensarse en cosa menor, pero este abril pasado con los 245 narco homicidios registrados, Michoacán se ubicó en la nada edificante posición de líder como el estado más violento del país, por encima de Guanajuato con 215 y el Estado de México con 202.

Especial aportación al indignante ejecutómetro tuvieron Zamora, Morelia y Uruapan, que sumaron su cuota de un centenar de víctimas junto con 57 registradas en Jacona, Sahuayo, Zitácuaro y Puruándiro, entre otros.

Pero los números que lastiman a los michoacanos, no son relevantes y carecen de importancia a un gobierno que vive en la frivolidad y de fiesta en fiesta, pese a que la población se debate en la zozobra, las denuncias por extorsión y cobros de piso, amén de otras acciones ilícitas que sufren.

Por esa razón pudimos apreciar a Ramírez Bedolla otra vez como entusiasta porrista del equipo de futbol Morelia y festinar el campeonato alcanzado, hasta presumir más tarde también sus ímpetus juveniles en el baile organizado con los Ángeles Azules, lúdicas actividades que por igual merecieron importante difusión en sus redes sociales y sendos boletines emitidos por los genios de la (in)comunicación oficial.

Al pueblo pan y circo, nunca mejor aplicado en Michoacán…

-¡Todo Michoacán merecía este campeonato!”, escribió en sus redes sociales con toda su euforia futbolera. Mientras que los castigados por el crimen se preguntaban también en el ciber espacio:

-“¿Y para cuándo mereceremos paz y tranquilidad, Góber protege narcos?”…

Esto como dato anecdótico, el mismo sábado que en Michoacán se encontraron restos humanos en una brecha del camino San Juanito Itzícuaro-La Mintzita, en Morelia; se ultimaron de cinco balazos a un hombre en la colonia Valencia Segunda Sección, en Zamora; abandonaron tres ejecutados a un costado de la carretera Jacona-Jiquilpan; en la capital del estado también y cerca del estadio futbolero, asesinaron a un hombre en la misma casa donde en las últimas semanas han victimado a otro dos y en Uruapan, frente a niños, con familias comiendo y en pleno festejo familiar, sicarios balearon a dos personas en un restaurante. Ya no decir nada de los cuerpos tirados en las calles de Villamar.

Ni la afonía provocada por las porras lanzadas al equipo campeón que no tiene futuro para ascender gracias a que Ricardo Salinas Pliego, consentido de Morena y su dueño, se llevó la franquicia a Mazatlán, y mucho menos la dolencia de piernas que le dejó seguir el ritmo del internacional conjunto surgido en el meritito Cerro de la Estrella en Iztapalapa, son razones suficientes para que quien cobra como Gobernador de Michoacán, pretenda ignorar que tan sólo en lo que va de este año se tengan registradas en la entidad 38 masacres con sus letales consecuencias.

Los números fatídicos que hablan por sí solos, por desgracia, seguirán a la alza hasta imponer marcas de terror porque aquí como en todo el país, las autoridades surgidas del narco partido, tendrán que seguir siendo fieles observantes de las órdenes giradas desde Palacio Nacional y aparte de no usar violencia contra los criminales, ahora deberán esmerarse aún más en “respetar sus derechos humanos, que también tienen”, hasta en tanto vuelvan a ser utilizados para consumar fraudes en narco elecciones, donde hagan falta.

Por eso no debe extrañar que López Obrador haya reiterado que “no fue desliz”, su defensa a ultranza de los narco aliados, lo que sí obliga es ver cómo reaccionan los opositores, pero sobre todo la sociedad civil, principalmente familias, viudas, hogares destrozados, huérfanos y todos aquellos que han perdido un ser querido a manos de los criminales a los que protege el Estado fallido en que está convertido México, gracias a Morena, un narco partido sin escrúpulos, sin moral y sin vergüenza.

Vale…

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