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Rueda de Molino| México un país de agachones y convenencieros o de valientes que impedirán culmine su destrucción, el dilema

La mala simiente ha germinado y con satisfacción, Andrés Manuel López Obrador hoy presume los frutos a cosechar.

Por: Jorge Hidalgo Lugo

La mala simiente ha germinado y con satisfacción, Andrés Manuel López Obrador hoy presume los frutos a cosechar.

Un México que se desangra y entrega en el día a día como ofrenda prehispánica, cuerpos ejecutados, desaparecidos, éxodos que se multiplican a lo largo y ancho del territorio nacional en busca de sobrevivir.

La perversidad crece y toma como rehenes a todo aquel que disiente, se atreve a alzar la voz, se inconforma ante los atropellos de poder que lejos de cesar, también van en aumento.

Complicidad siniestra, pero constante, que se tejió desde el momento mismo en que comenzó este gobierno fallido, que hoy trata de ignorar que en nuestra atribulada nación mexicana se cometa una narco ejecución cada 15 minutos.

Cifra macabra que parece hinchar de orgullo a quien gracias a su estrategia de abrazos no balazos, da manga ancha a los criminales aliados a Morena, para imponer cifras récord de 95 homicidios dolosos cada día.

Como marca indeleble, los muertos de López Obrador hasta hoy, suman 169 mil 280, con un ritmo cuya proyección llegaría a más de 206 mil vidas cegadas por quienes hoy mandan por encima de las autoridades tradicionales, en más del 81 por ciento del desangrado país.

Pero no sólo goza y se regodea con superar en esta estadística a todo lo que heredaron Enrique Peña Nieto -su amigo y cómplice con quien fraguó la entrega de la estafeta a cambio de impunidad-, sino que además mantiene abiertos los caudales de veneno que lanza en las mañaneras contra quienes a su consideración son enemigos de la “transformación” que asegura, realiza en su criminal gestión.

Semillas de malignidad que incubaron en tierra fértil también en esa inmensa franja de mediocres, parásitos y acomodaticios que creen poder subsistir de manera eterna con las limosnas del bienestar que entrega como condicionante para que le obedezcan ciega y repetidamente, a cada invocación que haga para atacar a los que considera sus enemigos, cualquiera que sea nivel y actividad.

Con su discursiva cargada de cicuta, ha logrado el objetivo de dividir a los mexicanos en buenos y malos, sin matices. Los que están con él y los que no están contra de él.

También les ha comprado el criterio, como si hubiera trepanado la masa encefálica para convertirlos en robots, seres inanimados, fieles ovejas que lleva al redil y saca a pastorear, cuando le conviene o viene en gana.

El México de la destrucción, del conformismo sumiso está en la ruta del dictador de Macuspana y lo va logrando, por desgracia.

Ha conseguido, al menos así se percibe, que los habitantes de esta gran, enorme e histórica nación, acepten como parte del absurdo cotidiano que se descubran narco fosas, se asesine a mujeres, persigan y maten a madres cuyo único delito ha sido oponerse a la resignación absurda que el narco Estado induce con su complicidad cínica e inescrupulosa.

Por eso pareciera ya no asombrar que cada mañana conozcamos de las masacres que se hacen con jóvenes en Zacatecas o Jalisco por oponerse a ser enganchados como sicarios o halcones.

Que se quemen establecimientos comerciales por no pagar la extorsión que cobran los delincuentes, siempre presurosos auxiliares para inclinar los comicios a favor de Morena, el partido que los va a cobijar con sus autoridades doblegadas, como pago del favor electoral recibido.

Desde Palacio Nacional se giran instrucciones a los gerentes que tiene diseminados con la investidura de “gobernadores” para no impedir que los balazos sean contra el pueblo bueno y sabio, mientras que los abrazos se entregan en cruces de caminos como el de Badiraguato, donde López Obrador mandó la señal inequívoca al convivir con lo más pesado del Cártel de Sinaloa.

Territorio en disputa por igual con los malos ejemplos que cunden, pues como cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta y aprovechan la menor oportunidad para exhibir su poderío tal es el caso de Michoacán donde Alfredo Ramírez Bedolla, la mascota obradorista que cobra como (des)gobernador, anda de fiesta en fiesta, gozando del “pinshi” poder morenista mientras se mata sin piedad lo mismo a familiares de presidentes municipales, como el de Tacámbaro, que a personas ensayando bailables que pretendían ofrecer a la Guadalupana el próximo 12 de diciembre, afuera del santuario en Zamora.

Desprecio a la vida humana, que se registra igual en Guerrero, otro narco Estado ganado a la mala en los comicios del 2021 con ayuda de los aliados criminales, quienes se disputan el liderazgo en materia de ejecutados por semana, por mes, por año.

La mala cimiente da frutos, su semilla de malignidad avanza con la complacencia, eso sí, de quienes viven con el Jesús en la boca, como dijera el clásico, invocando divinidades para no ser parte de la estadística del ejecutómetro o extorsionados.

Inamovibles, paralizados, cobardes, pusilánimes, sin alzar la voz, sin defender patrimonios, sin importarles la suerte que vivirán presentes y futuras generaciones en un país que no quieren, ni saben defender de la tiranía y sus abusos criminales.

Hoy sólo queda como aliento, un hilo de esperanza que no todo esté irremisiblemente perdido. La nueva demostración masiva que ha tenido la sociedad civil al manifestarse en apoyo de los trabajadores del Poder Judicial, víctimas inocentes de la vendetta política instruida por quien se siente agraviado y furiosamente contraído, ante las reformas arbitrarias y leoninas que echaron abajo magistrados, hoy como nunca, reconocidos por la gente de bien.

Movilizaciones que como las del pasado reciente salieron a defender al INE y oponerse al opresor, aunque finalmente logró apoderarse del órgano electoral que hoy no es garante por desgracia de equidad, trasparencia y mucho menos, honorabilidad, para mal de México.

Sin embargo, la esperanza de que esos millones de mexicanos que lucen agazapados, pero aborrecen a López Obrador y sus lacayos, pierdan el miedo, salgan del sopor y no crean nunca más que la “transformación” cuatrotera que ofrece #Es Claudia debe continuar en este país hasta ahora doblegado.

El dilema que viene es simple:

-México un país de agachones y convenencieros que entregaron el presente y futuro de sus hijos  e hijas a la dictadura.

-O, México, un país de millones de valientes que salieron a defender con su voto y honor, el legado recibido a favor de quienes merecen tener un porvenir promisorio.

¿De qué lado se ubica usted?

Vale…

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