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El huachicoleo de agua vía Cutzamala

El huachicoleo de agua vía Cutzamala

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

La entrega de agua del Sistema Cutzamala a la zona metropolitana del Valle de México sufrió una drástica reducción a partir del pasado lunes 15 de agosto, según dio a conocer la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Desde entonces, el envío de agua a la gran metrópoli pasó de 14.2 a 13.2 metros cúbicos por segundo, debido a la intensa sequía que afecta a todo el país.

Previo a la realización de este anuncio, los gobernadores de Michoacán, estado de México y Ciudad de México, el 13 de julio pasado, firmaron el “convenio para la inversión de 300 millones de pesos en infraestructura hidráulica que permita la sustentabilidad y gestión eficiente del Sistema Cutzamala”, a fin de ayudar a una cada vez más sedienta ciudad.

Según se mencionó. la inversión se destinará a sistemas de riego y de agua potable en comunidades y municipios del estado de Michoacán, con beneficio para cerca de mil 600 agricultores michoacanos y pobladores de la zona agrícola de la región oriente.

Adicionalmente, se dotará de agua potable a comunidades y se rehabilitarán los canales de riego que ya existían y se mejorará la planta de tratamiento que llega a la presa del Bosque. La firma del convenio hace poco más de un mes se calificó como de justicia social, destacando que es la primera vez que se hace una inversión de este tipo donde a través de los recursos de dos entidades se invierte en una tercera, en este caso Michoacán.

Cabe destacar que el 3 de mayo de 2022, el Sistema Cutzamala cumplió 40 años como principal sistema importador de agua para la zona metropolitana de la Ciudad de México, pero… El convenio de inversión de 300 millones de pesos ¿Es en realidad un convenio de justicia social?

¿Qué es el Sistema Cutzamala?

El sistema Cutzamala es la infraestructura más grande del país para abastecimiento de agua potable y es considerada una de las 10 obras más importantes del mundo en su tipo, pero históricamente, en realidad representa el despojo sistemático de agua desde la cuenca del río Balsas, donde habitan campesinos y pueblos indígenas mazahuas de Michoacán y el estado de México. Tal injusticia hídrica implica el trasvase de 15.240 m3/s para satisfacer parte de los requerimientos de agua de las muy crecientes y caóticas Ciudad de México (14.423 m3/s) y Toluca (0.817 m3/s).

Apenas el 9 de junio de 2022, el gobierno de la capital del país, junto con las autoridades de los estados de México y Michoacán, anunciaron la citada inversión de 300 millones de pesos, citando a través de un comunicado “la realización del Proyecto Integral de Uso Eficiente del Agua que contempla tecnificar 2 mil 300 hectáreas del canal Bosque-Colorines para dotar de sistemas de agua potable a 17 comunidades de los municipios de Zitácuaro, Jungapeo, Susupuato y Juárez, y recuperar el abastecimiento de agua en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) por medio del Sistema Cutzamala”.

Durante la conferencia de prensa de donde se derivó el comunicado, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, resaltó que se trataba de un acuerdo histórico entre las tres entidades para hacer frente al problema de la sequía, por medio de la coordinación para mejorar el abastecimiento y el uso eficiente del agua en el Sistema Cutzamala.

Este sistema es la infraestructura más grande del país para abastecimiento de agua potable y considerada una de las 10 obras más importantes del mundo en su tipo, ya que debe bombearse entre 14 y 15 metros cúbicos por segundo de agua, desde una altura de mil 600 metros sobre el nivel del mar en su punto más bajo, hasta los 2 mil 702 metros sobre el nivel del mar en su punto más alto.

La obra trabaja a través de seis plantas de bombeo que emplean 2 mil 280 millones de kilowatt y conduciéndolo a través de 334.4 kilómetros de canalizaciones primarias, compuestas por acueductos de tubería metálica o de concreto, túneles y canales abiertos.

“El sistema Cutzamala es un proyecto hidráulico que trasvasa agua, o sea que saca agua de otras cuencas para abastecer a una ciudad que creció de manera desmedida por actividades económicas y asentamientos humanos, como es la Ciudad de México y su zona metropolitana…, al ser incapaz esa ciudad de sostenerse por sí misma, en cuanto a las fuentes de agua, empezó a tener que importar agua de otros lugares” explica la doctora Patricia Ávila García, experta en ecología política del agua del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM campus Morelia, lo que produjo una afectación a ecosistemas, regiones y poblaciones indígenas y campesinas.

“Por causa de utilidad pública, sacrificaron su calidad de vida y posibilidades de desarrollo, es decir, se convirtieron en regiones de sacrificio; porque sacrificaron su desarrollo presente y futuro para darle agua a la insaciable Ciudad de México”, opina la investigadora de la UNAM.

El Sistema Cutzamala abastece a 11 alcaldías de la Ciudad de México y 11 municipios del estado de México, es uno de los sistemas de suministro de agua potable más grande del mundo, no sólo por la cantidad de agua que suministra (aproximadamente 450 millones de m3 anualmente), sino por el desnivel (mil 100 metros) que se vence.

Está integrado por seis subcuencas de captación, siete presas derivadoras y de almacenamiento, seis estaciones de bombeo y una planta potabilizadora. Es una compleja obra de captación, almacenamiento, conducción, purificación, trasvase desde los estados de Michoacán y estado de México (en la cuenca del Balsas) y distribución de agua dulce, que funciona las 24 horas de los 365 días del año.

Fue concluida a principios de los años ochenta del siglo pasado, para abastecer el servicio de la población y de las actividades económicas, principalmente a la zona metropolitana del Valle de México (cuenca del Valle de México), beneficiando a un 24 por ciento de su población y que en el período de estiaje esta proporción llega a ser de hasta 35 por ciento.

Mediante este sistema en su porción más lejana, el agua baja por gravedad de la presa de Tuxpan a la del Bosque en el estado de Michoacán y la presa Colorines en el estado de México; después se sube por bombeo a la presa de Valle de Bravo y hasta la planta de Berros (en el municipio de Villa de Allende, estado de México), donde se potabiliza (mezclando el agua que baja por gravedad de Villa Victoria) bombeando toda el agua y tener impulso para descender hacia la Ciudad de México por gravedad.

El Sistema Cutzamala es una obra que en su tiempo figuró entre las proezas de la ingeniería hidráulica mundial, sin embargo, la infraestructura hídrica de la Ciudad de México sufre un deterioro importante, pues por su antigüedad, son importantes las fugas en todo su territorio.

Pero para la doctora Ávila García, el sistema Cutzamala y el trasvase de agua asociado: “es la expresión máxima de afectación a los ecosistemas al cambiar el curso natural del agua en una cuenca y trasvasarla por medio de rebombeos a otra cuenca. El desvío de agua afectó las formas de vida y en particular a las poblaciones que dependían de ella”.

Según la especialista, la inversión de 300 millones de pesos que se realizará para tecnificar 2 mil 300 hectáreas del canal Bosque-Colorines y con ello, recuperar el abastecimiento de agua en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) por medio del Sistema Cutzamala, es un “convenio asimétrico” que sólo beneficia a la Ciudad de México.

Conocedora del tema, explicó que existe una relación asimétrica entre la Ciudad de México con el resto de las regiones y partiendo de esta relación, queda claro que no sólo es el centro del poder político y económico del país, sino también, que está controlando el agua de otras regiones. Dentro de dicha relación asimétrica, hay desigualdad entre el centro y la periferia, lo que demuestra que en este convenio no hubo una gran capacidad de negociación del lado michoacano. “Me parece que es totalmente favorable para el centro; sigue siendo un convenio asimétrico donde en realidad, se negoció poco y obtuvo poco”, asegura la investigadora de la UNAM.

En términos económicos, la gran negociación es que después de 40 años de saqueo y despojo de las aguas michoacanas, sacrificar el desarrollo regional y afectar los ecosistemas, para trasvasar agua a la Ciudad de México, la gran compensación son únicamente 300 millones de pesos y no se incluyen los pagos de servicios ambientales que merecen las comunidades mazahuas, que son las que cuidan los bosques productores de agua.

Un saqueo sistemático

Desde mediados del siglo pasado, era evidente que la capital de la república mexicana concentraría la mayor parte de la población del país, así que a inicios de los años cuarenta, las autoridades federales comenzaron a buscar alternativas técnicas para la gestión de los recursos hídricos en ciudad de México, estado de México y Michoacán y una de las propuestas fue la posibilidad de efectuar un trasvase desde otras cuencas hidrológicas.

Ya en los años 50 y 60, la extracción del agua subterránea se magnificó, y el crecimiento natural y social de la población rompió el equilibrio hidrológico de la cuenca del Valle de México, que poco a poco se iba quedando sin agua. La concentración demográfica, aunada al proceso histórico de desecación y al nulo aprovechamiento de las aguas pluviales, requirió la búsqueda de alternativas de abastecimiento para la ciudad.

Por otra parte, la explotación de los recursos hídricos del estado de México y después de Michoacán impulsó a la construcción de una serie de obras para captar las aguas de los manantiales que se encontraban al sur poniente de la zona metropolitana del Valle de México y los que alimentaban las ciénegas del Alto Lerma, este último con la construcción de un acueducto de 60 kilómetros desde Almoloya del Río en el estado de México hasta los tanques de Dolores en Chapultepec, en la Ciudad de México, con lo que iniciaría con ello, el proyecto Lerma, el cual permitió una alternativa para los problemas de desabasto en el Valle de México, aunque no fue suficiente.

Para los años 70, en una segunda etapa, se construyó una red de 230 pozos profundos ubicados en el valle de Toluca y en las zonas de Ixtlahuaca y Jocotitlán para aumentar la disponibilidad de agua en la zona metropolitana.

Con el sistema Lerma se sustentaría décadas después el Sistema Cutzamala, iniciando con ello el trasvase o importación de agua de otras cuencas (primero la Cuenca de Lerma y posteriormente la Cuenca del Balsas). No obstante, la expansión urbano-industrial en el Valle de Toluca y Lerma generó cambios importantes, en particular en la transformación del paisaje rural y ambiental de su territorio.

Así, la nueva configuración territorial a nivel urbano se expresó desde los años sesenta en un proceso de metropolización del valle de Toluca, y el efecto fue doble, generando una mayor presión sobre los recursos naturales de los municipios del estado de México y por ende de Michoacán. ¿A qué derivó todo esto? A formular diferentes formas de apropiación del agua, suelo y bosques, que contrastaron e incluso nulificaron las formas tradicionales que existían en las sociedades rurales de la región.

Insaciable y sedienta ciudad

El Sistema Cutzamala cubre 35 por ciento del total del consumo de agua en la zona metropolitana de la Ciudad de México; pero resulta que, dentro de la infraestructura urbana de la ciudad de México, más o menos 30 por ciento se pierde en fugas. Entonces se cae en el absurdo: se trae agua, se sacrifican regiones, ecosistemas, poblaciones y, por otro lado, dentro de la ciudad hay una red ineficiente donde hay muchas pérdidas de agua. Además, este sistema de abastecimiento por trasvase es muy insustentable en términos energéticos, implica gastos altísimos de energía eléctrica por el rebombeo de agua para salvar importantes desniveles topográficos.

“El sistema Cutzamala trasvasa agua de la cuenca del Balsas, que abarca porciones de Michoacán por Zitácuaro, y también se trasvasa de la cuenca de Lerma para el abastecimiento hacia la Ciudad de México. Como se ubica la ciudad en una cuenca cerrada, los desechos urbanos se expulsan (por rebombeo) hacia la cuenca del Pánuco, lo que también es absurdo. La Ciudad de México es el ejemplo de la mayor insostenibilidad urbana y energética, que genera tensiones campo-ciudad”, opina Ávila García.

Y el golpe para Michoacán es aún más fuerte, porque la entidad aporta cerca del 60 por ciento de los volúmenes de agua de la Cuenca del Balsas y 55 por ciento de la Cuenca del Lerma. La cantidad de agua que Michoacán aporta por medio del Sistema Cutzamala a la Ciudad y al estado de México es de aproximadamente veinte metros cúbicos por segundo (20m³/s).

Las dos presas más importantes del sistema son La presa El Bosque y la presa Tuxpan.

La primera fue construida en los años 1951 a 1954 por la Comisión Federal de Electricidad y la Conagua. Se ubica al sur de la ciudad de Zitácuaro, sobre la carretera Benito Juárez, y limita con el municipio de Jungapeo. Bombea agua por los tubos subterráneos que llegan a la presa de Colorines en el estado de México.

Se encuentra a una altitud de 1730 msnm y su profundidad es aproximadamente de 40 metros. Es la segunda presa más importante del Sistema Cutzamala en Michoacán (después de la presa Tuxpan). La presa del Bosque, del estado de Michoacán, alimenta la presa Colorines (Valle de Bravo), en el estado de México.

En el caso de la Presa Tuxpan, la más importante del Sistema Cutzamala, se trata de una presa alimentada 100 por ciento por el agua proveniente de los bosques de la Mariposa Monarca. No es una presa de almacenamiento, es una presa derivadora, las que generalmente no retienen agua en un reservorio; en cambio, el agua se desvía hacia un curso de agua artificial, en este caso hacia el Sistema Cutzamala. Esta agua proviene de los bosques del Oriente de Michoacán.

En estos bosques, pertenecientes a los municipios de Senguio, Angangueo y Ocampo, existen, además de las tres cabeceras municipales: 63 localidades rurales de Senguio, 22 de Angangueo y 44 de Ocampo, para un total de 129 comunidades rurales, mismas, que junto con las cabeceras municipales, hacen un total de 55 mil 499 habitantes (19 mil 833 de Senguio, 10 mil 892 de Angangueo, y 24 mil 774 de Ocampo), los que en tiempos de sequía y ante las demandas hídricas de la Ciudad de México, hoy sufren los estragos de quedarse sin el vital líquido.

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