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Con fuerte frío y sin techo

Con fuerte frío y sin techo

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

Los frentes fríos ya llegaron; en total, durante la temporada 2022-2023 serán 51, es decir, 3 más que el año pasado, además de que se extenderán de septiembre a mayo, durante casi 9 meses, según señala el Sistema Meteorológico Nacional (SMN), organismo dependiente de Conagua. Aunque Michoacán no será la entidad más golpeada por las bajas temperaturas, que incluso podrían llegar a algunos grados bajo cero, la condiciones que vive el estado en cuanto a recursos económicos y tras de sufrir fuertes sismos en septiembre pasado, llevarán a que gran parte de la población resienta los estragos, sobre todo en escuelas y hogares dañados.

La vulnerabilidad de la población ha ido en crecimiento ante los fenómenos naturales, sobre todo a los efectos de las bajas temperaturas, de las que no se salvan la capital michoacana ni las grandes ciudades del estado. Con el crecimiento poblacional desmedido en algunos puntos de la geografía michoacana, sobre todo en los que registran grandes altitudes, el riesgo ante el frío ha sido exponencial en relación al aumento de las carencias y el potencial riesgo social. 

De acuerdo con los reportes del SMN, en esta semana golpeó al estado el 8º frente frío de la temporada; previamente a éste, de septiembre a la fecha ya se habían registrado 7 más, que llevaron las temperaturas entre los 0 y los 5 grados centígrados, sobre todo en las zonas altas. Una de ellas fue Coalcomán, donde el pasado 19 de septiembre se registró el sismo de 7.5 grados y su réplica al día siguiente de 6.9.

Aunque ya pasaron casi 2 meses del suceso telúrico, las cifras de damnificados ha sido incierta (o al menos así se ha manejado oficialmente), por lo que no se conoce a ciencia cierta qué cantidad de ´población perdió el techo que los protegía ni cuántas fueron las edificaciones dañadas que había que reconstruir, entre las que se cuentan escuelas y hospitales.

Al evento sísmico se une la inexistencia de una cifra exacta de ciudadanos en condición de pobreza y pobreza extrema se encuentran vulnerables a los efectos de las bajas temperaturas y otros peligros que trae consigo la temporada invernal.

Como en la mayoría de las comunidades rurales de Morelia y del estado, el fenómeno migratorio ha dejado como principal grupo de población vulnerable a adultos mayores, mujeres y niños, que ahora enfrentan con pocos recursos y viviendas endebles los efectos de las temperaturas heladas.

Cada año más frío

En los últimos 3 años, la cantidad de frentes fríos que impactan a México y en especial a Michoacán durante la temporada invernal, han ido en crecimiento. En promedio, no eran más de 40 frentes fríos al año, pero en el último quinquenio, se han registrado hasta 55, o como en este año, que serán 51. Estos son las consecuencias del calentamiento global y otros efectos de contaminación que han llevado al recrudecimiento de los inviernos.

Pero el frente frío per se no es la única calamidad, porque también ha ido en crecimiento el alto grado de pobreza al que se enfrenta la entidad; tomando datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), al menos 2 millones de personas enfrenta pobreza moderada y cerca de 400 mil se encuentran en pobreza extrema y son ellos precisamente los que viven en las zonas altas del estado.

En esas regiones, dónde cala el frío hasta los huesos, es donde hay otros michoacanos que también sufren sus estragos, porque el 10 por ciento de las escuelas de la entidad son de las llamadas “de palitos”, y aunque en el sexenio pasado, a cuyo frente se encontraba Silvano Aureoles Conejo, aseguró que era un problema ya resuelto, la realidad es que son muchas las causas que las generan y que son difíciles de combatir.

Las autoridades correspondientes aseguran que son edificadas irregularmente por los padres de familia sobre terrenos que no están legalizados; la ciudadanía, por su parte, acusa a la secretaría de Educación en el estado de no invertir en las tan necesitadas escuelas, por lo que se ven obligados a edificarlas con el material que tienen a la mano, pero el caso es que quienes pagan los platos rotos son los niños, que pasan frío, riesgos y graves carencias que repercuten en su aprovechamiento académico, sobre todo en esta época del año.

De acuerdo con las estadísticas que son manejadas confidencialmente por la subsecretaría de Planeación de la SEE, en toda la geografía michoacana se distribuyen más de 11 mil planteles educativos de nivel básico, pero al menos mil de ellos están construidos con cartón, madera e improvisadas bancas y mesas, además de carecer de los más elementales servicios básicos. En su mayoría, según la dependencia, estas escuelas operan en predios irregulares, lo que impide ejecutar proyectos de inversión.

Según se advierte en un reporte de la dirección de Planeación de la secretaría “mientras las autoridades municipales no avancen en la regularización de los terrenos, el rezago en infraestructura prevalecerá”, o lo que es lo mismo, si los ayuntamientos no agilizan los trámites de propiedad, los escolapios se quedarán sin aulas.

Pero usar a los niños como rehenes tampoco da resultados, porque centros educativos como la escuela primaria Gertrudis Bocanegra de Tarímbaro “han sufrido bloqueos” para cristalizar la construcción de aulas, a pesar de que ya se habían aprobado presupuestos, el terreno es regular y cuenta con los permisos para instalar las redes de agua potable y drenaje, denuncias los padres de familia afectados.

Otros datos, pero esta vez del Instituto de Infraestructura Física Educativa del Estado de Michoacán (IIFEEM), indican que hace cuatro años existían más de 520 escuelas de “palitos” en Michoacán. La versión oficial de la SEE al respecto es que, aunque oficialmente no existen datos exactos del fenómeno, se estima que la cifra es próxima al millar, pero hasta en ello hay contradicción, porque otras instancias de la misma dependencia, como la subsecretaría de Educación Básica, establecen que se tiene sólo un registro de 150 escuelas con estas características; ¿a quién creerle si entre ellos tampoco se ponen de acuerdo?

La definición de los propios padres de familia, especialistas y funcionarios  respecto a estas improvisadas escuelas, es que “son aquellas instituciones cuya construcción se compone de láminas de cartón, butacas improvisadas con cualquier material, pizarrones en mal estado, en caso de su existencia, y sin servicios de agua potable, drenaje y electrificación”, aunque también habría que considerar que existen más de cuatro mil planteles que, aunque son de concreto y ladrillos, aún utilizan letrinas o no tienen agua, situación que predispone la aparición de enfermedades gastrointestinales entre la población; habría que recordar que para colmo en estas escuelas fue dónde más difícil fue enfrentar la aún inacabada pandemia por COVID-19.

Guerra de cifras

Por otro lado, mientras las cifras oficiales admiten el 10 por ciento de escuelas dañadas, quienes las atienden (los maestros) dan otras cifras: Hasta un 30 por ciento de las escuelas en Michoacán están en condiciones “deplorables”, conforme a lo señalado por Benjamín Hernández Gutiérrez, líder del ala radical de la CNTE denominada Poder de Base, quienes incluso utilizan esta bandera para exigir atención por parte de las autoridades educativas.

Según el dirigente, “hay escuelas que tienen pésimas condiciones, ni agua ni sanitarios (…) había sido acuerdo del gobierno de generar los insumos para la sanitización y demás no ha sido así, quien lo está aportando son los padres de familia. El argumento sigue siendo el mismo ‘no hay dinero’”.

Hernández Gutiérrez refirió que este 30 por ciento no se trata de escuelas en regiones de alta y muy alta marginación, sino que también en la capital michoacana, en las zonas alejadas donde todavía hay escuelas de palitos, también existe el problema de la falta de agua, sanitarios y en el caso, infraestructura.

“Este problema es a nivel general, en todo el estado”. En ese tenor, aseguró que prácticamente el 100 por ciento de los profesores agremiados a Poder de Base han regresado a las aulas para impartir clases presenciales y se han enfrentado con este problema en muchas de las escuelas.

Es preciso aclarar que el problema de falta de infraestructura educativa no es exclusivo de zonas o regiones marginadas, porque también se registra en el corazón mismo de ciudades importantes de la entidad; en muchos de los casos las escuelas de palitos se crean auspiciadas por corrientes magisteriales que buscan ampliar su número de plazas y simpatizantes, sean agremiados o padres de familia.

Los reportes de datos del IIFEEM ya mencionados, añaden que las autoridades educativas calculan que hay un rezago en materia de infraestructura en todos los niveles (incluyendo media superior y superior), por más de siete mil millones de pesos. Según el mismo documento, el déficit de aulas en Michoacán es por el orden de mil 600, mientras que de espacios anexos las necesidades llegan a diez mil lugares.

Un claro ejemplo de la falta de planeación para edificar una escuela y por tanto el nacimiento de una escuela de palitos se puede observar en las áreas conurbadas de Morelia, como Tarímbaro, el que enfrenta un rezago importante.

El crecimiento de la zona metropolitana ha impactado la explosión demográfica del municipio, lo que a su vez ha propiciado un incremento en la demanda de servicios, entre ellos el correspondiente a garantizar un espacio en planteles de educación básica a estudiantes cuyas familias se han asentado en nuevos conjuntos habitacionales.

Pero el crecimiento ha rebasado la capacidad de respuesta, así que la administración pública ha contribuido poco a dignificar los espacios donde los alumnos toman clases, los que se quedan al margen de mayores fondos para lograr que sus niños reciban sus procesos de aprendizaje en óptimas condiciones.

En algunos momentos, el ayuntamiento ha manifestado que se han apoyado a escuelas con materiales para dignificar los espacios y que contribuyan a mejorar los procesos de enseñanza, además de construir en conjunto con las sociedades de padres de familia nuevos espacios en los planteles, pero de todas maneras las escuelas siguen padeciendo grandes carencias.

No sólo padecen la falta de un espacio digno

Las consecuencias de no contar con espacios adecuados para estudiar no se observan únicamente en el bajo aprovechamiento escolar, sino también en la salud, porque cada temporada invernal, los alumnos que más resienten las bajas temperaturas, los fuertes vientos y hasta las lluvias, son los que reciben clases en aulas construidas por cartón, lámina y palos; estos estudiantes no tienen otra opción que soportar las inclemencias con el riesgo de algún accidente o de contraer alguna enfermedad, además de las desventajas de acceder a herramientas tecnológicas; sin duda esto ha sido un factor importante que ha elevado el índice de ausentismo a las escuelas.

A las carencias de una edificación, se agregan instituciones que no cuentan con electrificación y agua, mucho menos sanitarios, sino letrinas para que los alumnos realicen sus necesidades fisiológicas, lo cual incrementan los riesgos en la salud; además, las aulas de palitos se vuelven un blanco apropiado para que se aniden animales ponzoñosos o peligrosos.

No obstante las bajas temperaturas registradas a últimas fechas, personal y niños acuden día a día a cumplir con su labor. En algunos planteles están a la espera (como en otros años) que les sea autorizada la entrada tardía, para que los alumnos lleguen a partir de las 8:30 horas, eso sí, cubiertos con bufandas, chamarras, calcetas, guantes y algunos hasta con cubre bocas.

Este es uno de los paliativos en el asentamiento conocido como colonia Ciudad Jardín en Morelia (que de vergel no tiene nada), donde la escuela primaria de nueva creación continúa a la espera de que las autoridades de gobierno estatal y municipal les construyan 9 de las 12 aulas que requieren, ya que 3 ya fueron edificadas.

En el marco de esa espera, los pequeños alumnos reciben clases en salones de palitos, en un espacio territorial destinado para la iglesia, lo cual provocó mayores complicaciones para la edificación de los servicios, ya que el área de Construcciones de la secretaría de Educación en el estado les exige que se ubiquen en terrenos que sean propiedad de la institución, de lo contrario, únicamente pueden acceder limitadamente al resto de los programas sociales como: libros, becas, mobiliario y útiles escolares.

Para este tipo de escuelas el frío no nada más se cuela entre las tecatas; las herramientas tecnológicas que cada vez son más indispensables, como el uso de las computadoras y de programas federales como Multimedia e internet, aún se encuentran como una lejana posibilidad, lo que enfría también al conocimiento.

Aun así, maestros y alumnos simplemente se adaptan a lo que tienen, y es que cuando se tiene el compromiso, las bajas temperaturas del frente frío, por lo menos como hasta ahora, no han sido motivo de ausentismo en la escuela y se puede avanzar con el programa académico, aunque enfrenten desventajas como no contar con herramientas tecnológicas y facilidades para brindar una mejor atención educativa.

Y el clima, inclemente

Es en ese panorama que para noviembre se esperan 6 frentes fríos más y para diciembre 8. En tanto que en enero de 2023 se estima el arribo de 9 sistemas frontales, en febrero y marzo 7, en cada mes, en abril 6 y en mayo uno.

El SMN detalló que, climatológicamente, los estados con mayores descensos de temperatura son Chihuahua, Ciudad de México, Durango, Estado de México, Puebla, Tlaxcala y Zacatecas; mientras que para el centro del país se prevé que las temperaturas mínimas oscilen entre 2 y 8 grados Celsius, es decir, en aquellas entidades se congelarán, a Michoacán sólo le dará frío.

Las masas de aire frío provenientes de Canadá y Estados Unidos se desplazan ya a México y provocarán descensos de temperatura y heladas en el norte y centro del país, mientras que en el litoral del Golfo de México ocasionan intensos vientos del norte y oleaje elevado, lo que se conoce como evento de norte.

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