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Un mega simulacro para la imagen mediática

Un mega simulacro para la imagen mediática

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

Esta semana se conmemoró una fecha fatídica: el 19 de septiembre… el día de los sismos, el día en que se perdieron miles de vida luego de dos devastadores terremotos en México. Esa fecha fue también el pretexto para que los trágicos sucesos fueran utilizados nuevamente con utilidad mediática para unos pocos, quienes sostienen aún que se debe buscar a los responsables y corruptos que permitieron la construcción de edificios endebles no aptos para soportar estos fenómenos de la naturaleza, pero que se hacen los occisos cuando se habla de tomar medidas preventivas, como las alarmas sísmicas que han salvado muchas vidas.

En 2022, al igual que desde hace 37 años (incluyendo ahora el homenaje a los caídos hace 5 años), se efectuó un mega simulacro para rememorar lo ocurrido en ambos terremotos (en 1985 y 2017). Desde 2017, la hora se ajustó para las 12:30 horas, pero no se contaba con que, en esta fatídica fecha, poco después de las 13:00 horas iba a suceder otro terremoto, pero ahora con epicentro en el estado de Michoacán; esta semana solo había pasado poco más de media hora cuando después de las risas y el ambiente festivo tras desalojar los edificios ocurriera otra catástrofe.

Los mega simulacros han sido espacios adecuados para lucir planificación y orden para quienes toman las decisiones. Para efectuarlos, se hacen grandes pagos en materia publicitaria y medios de comunicación para mostrar impresionantes resultados: la participación de miles de escuelas, la colaboración de dependencias de gobierno e incluso las acciones tomadas por la iniciativa privada, pero la otra cara de la moneda deja ver que aún existen miles de damnificados que si bien les va, han recibido una raquítica despensa y si acaso una frágil carpa que han acondicionado a manera de “hogar” y a quienes les habría caído de perlas el dinero invertido en dicha “imagen”.

Es lógico pensar que la fecha es propicia para justificar a quienes ya se van y dejar piedras puestas en el camino para los que van a llegar en apenas dos años al incómodo puesto de “toma de decisiones”, pero tal parece que se les ha olvidado que la mejor imagen se logra con acciones concretas de ayuda social y no únicamente con poses e historias para las cámaras de los medios masivos de comunicación, tal como lo está demostrando este tercer sismo de grandes dimensiones.

Otro año sin alarmas sísmicas

El mega simulacro de este año en Michoacán fue precedido por una “alarma sísmica” emitida por el Sistema Michoacano de Radio y Televisión, que nada tiene que ver con una alarma verdadera, que es emitida por aparatos muy sensibles que captan los movimientos del subsuelo y hacen sonar señales de advertencia para dar a la sociedad unos minutos vitales para que se pongan a salvo.

Es decir, la señal del SMRTV es una grabación para efectuar un ejercicio, que si bien es necesario y toda la población debe conocer, resulta cuestionable que sólo se realice en los aniversarios de las tragedias y no de manera cotidiana para fomentar una cultura de la prevención real.

Lo anterior viene a colación porque a 5 años de distancia del último desastre que evidenciaban su necesidad, y pese a que la entidad se encuentra ubicada en una zona de alta actividad telúrica, todavía no se dispone de una red de alerta sísmica; además, la mayoría de los equipos de radio recepción que había en diferentes edificios se perdieron.

Luego del simulacro realizado en palacio de gobierno el 19 de septiembre de 2017, el entonces coordinador de Protección Civil en el estado, Pedro Carlos Mandujano Vázquez, indicó que el ex gobernador Silvano Aureoles había ordenado adquirir una red desde hacía tiempo, lo que no fue posible por el tema de siempre: el dinero.

“El tema es que el gobierno federal determinó que quien va a firmar el convenio con este organismo que maneja las alertas le cobre directamente al gobierno federal y secretaría de Hacienda se encargará de retenerle a los estados la parte proporcional que les toca, algo que lógicamente fue difícil en año electoral, cuando cada centavo contó para la elección de poderes” dijo el recordado funcionario público.

La situación era que hace 5 años no había red prácticamente en ningún estado y que la única que funcionaba era la de la ciudad de México y eso porque tienen el sistema que entra directamente a las estaciones de radio; durante el gobierno que encabezó Fausto Vallejo Figueroa en Michoacán fueron donados 380 radio receptores para monitorear la única antena que existe en Morelia a igual número de escuelas, edificios públicos, hospitales e incluso estaciones de radio, de los cuales sólo estaban ubicados 70 aparatos, uno de ellos en palacio de gobierno, mismo que sirvió el pasado lunes para realizar el simulacro sísmico.

La opinión científica

Esta situación no ha variado; tras el sismo del lunes pasado, autoridades de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) reconocieron que la red sísmica en el estado funciona de forma parcial, debido a que no tienen suficientes equipos de repetidoras y bocinas para que toda la población escuche con precisión las alarmas que se activan en los casos de temblores.

En conferencia de prensa dada esta semana, tras el terremoto de 7.7 grados registrado en las cercanías de Coalcomán y encabezada por Isabel Israde Alcántara, directora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra, se dijo que los costos para cubrir estas necesidades no son tan altos y sin duda deben entrar en el presupuesto anual de la entidad.Los especialistas nicolaitas, que se encuentran entre los mejores del mundo, señalaron que México forma parte del cinturón de fuego, desde la Patagonia hasta Japón, por eso no es de extrañar la recurrencia de sismos, aclarando que el hecho de que se presenten en 19 de septiembre no es sino solo coincidencia.

Los sismos tienen como fuente la placa de Cocos, una zona donde se generan las magnitudes más grandes y se encuentra localizado en la costa de Jalisco, Colima, Guerrero y Michoacán.

Detallaron, asimismo, que los terremotos se sienten de diferente forma en función de la ubicación, aunque se trate de la misma ciudad. En cuanto a las zonas que han sido epicentros, dijeron que no se tienen alarmas ni tampoco una cultura de la prevención, como ocurre precisamente en Coalcomán.

Añadieron que en Morelia se han detectado 17 zonas de fallas geológicas, las cuales son monitoreadas y se ha generado un mapa de riesgos, pero no se ha actualizado desde 2005. Estas fallas tienen particulares consecuencias en calles de la zona sur y centro de la ciudad.

Los expertos insistieron en que es real la necesidad de impulsar un verdadero sistema de alerta temprana en la entidad, para lo cual pedirán apoyo a las autoridades estatales para un proyecto que ya se desarrolla y busca ampliación de recursos para concretarse de la mejor manera, aunque es de aclararse que esto lo han venido haciendo desde 2017 sin que les presten atención.

Israde Alcántara, junto con Gerardo León Soto y Ángel Figueroa Soto, así como el director de Planeación de la UMSNH, Julio Vargas, comentaron que el fenómeno que se vivió con el temblor de 7.7 de magnitud y con epicentro en Coalcomán significa una nueva alerta, aún a tiempo, para prevenir nuevas tragedias.

Es de hacerse notar que la zona del sismo en Michoacán carece de observación geofísica para medir las deformaciones de la corteza terrestre que provocan los terremotos, ello por falta de inversión pública e inseguridad, lamentó por su parte el pasado martes el científico Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), uno de los más destacados sismólogos mexicanos, quien apuntó que en un radio de 100 kilómetros, hay solo un observatorio del Servicio Sismológico Nacional (SSN) y un sistema de posicionamiento global (GPS) complementario.

Cruz Atienza está hoy en búsqueda de fondos para continuar el proyecto de investigación que inició en 2016 con la Universidad de Kyoto y su propia casa de estudios, la UNAM, porque la falta de inversión pública de la actual administración federal, que redujo los fondos destinados a prevención de desastres y a la investigación científica en México, contrasta con la reacción de preocupación que el lunes mostró el presidente, Andrés Manuel López Obrador. Para él, las autoridades tienen “la obligación moral” de guiarse por los expertos, aunque “tengo la impresión de que el conocimiento científico resulta poco atractivo en nuestro país”, puntualizó.

Un minuto de silencio para la cámara

Pocos minutos antes del sismo de Coalcomán, como ha quedado registrado para la historia, con un minuto de silencio y el posterior puño en alto como signo de unidad, se recordó a las 369 víctimas oficiales que dejó el sismo de 7.1 grados ocurrido a las 13:14 horas del 19 de septiembre de 2017. Aunque con algunas menciones, en este aniversario apenas si se recordó a los más de 10 mil que fallecieron en 1985, poco antes del susto de Coalcomán.

Pero al margen de las conmemoraciones, si no existen recursos o interés para impulsar la instalación de una red de alerta sísmica eficiente, menos los hay para atender las consecuencias derivadas del impacto de fenómenos naturales; a dos años de haber desaparecido como fideicomiso el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), se ha comprobado que la población es la más afectada por ese hecho, pues no hay dinero para atender las afectaciones derivadas de los fenómenos naturales.

Aunque existen demandas al respecto, las peticiones para solicitar declaratoria de emergencias es solo darle atole con el dedo a la población, pues no hay de donde obtener financiamiento para remediar los daños en infraestructura carretera, escolar, o para atender la red de agua y drenaje básicos.

Es alarmante que México destine únicamente el 0.12 por ciento de su presupuesto para enfrentar desastres naturales; el gobierno cuenta en el Fonden actual con 9 mil 054 millones de pesos, de un gasto total de 7.1 billones de pesos.

Pero la constante en todos los gobiernos (conservadores o de izquierda) ha sido que no existe una política de transparencia y rendición de cuentas para brindar informes sobre el uso y el estado de los recursos que se destinan para atender emergencias por desastres naturales.

De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de este año, se aprobaron 9 mil 054 millones de pesos para el ahora programa presupuestario Fonden, de un presupuesto neto de 7.1 billones de pesos.

“Ahorita ya no tenemos fideicomiso (supuestamente por falta de transparencia en su aplicación), lo que tenemos es un programa presupuestario que se llama Fonden, en cada año se destina una cantidad, para 2022 se presupuestó un dinero para supuestamente tenerlo ahí si ocurría un desastre”, explicó al respecto Mariana Campos, coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas en México Evalúa.

A diferencia de un programa presupuestario, un fideicomiso permite ahorrar el dinero que no se utilizó en un ejercicio fiscal anterior, es decir, no se devuelve a la Tesorería a final de año, se queda en un fondo con el objetivo de ahorrar y tener recursos cuando haya emergencias, agregó.

Para el siguiente año, Hacienda propone recursos por 17 mil 156 millones de pesos, lo que representa 0.20 por ciento del gasto neto del sector público. Uno de los problemas con el nuevo esquema es que el presupuesto público es un deseo, una proyección, no significa que ya se tiene el dinero, pues se depende de la liquidez del sector público; “todo está en juego: puede bajar el petróleo, haber una crisis económica; cuando tienes dinero ahorrado, ya tienes el dinero en la cuenta está disponible para usarlo”, explicó Campos.

“El nuevo esquema nos hace depender de la liquidez del gobierno y es justo lo que remedia esto cuando lo tienes ahorrado, ahora es un esquema más primitivo, poco funcional y que no garantiza que el Estado va a responder ante la emergencia”, agregó la especialista en finanzas públicas.

Fue en julio de 2021 cuando en el Diario Oficial de la Federación se publicó la abrogación del acuerdo para emitir las reglas generales del Fonden. Hasta el 30 de junio pasado aún había 24 amparos pendientes por conciliar y para avanzar en el proceso de extinción del fideicomiso.

En 2017, cuando ocurrieron los temblores del 7 y 19 de septiembre, el Fonden contaba con 9 mil millones de pesos y se hicieron efectivos recursos por 6 mil millones por bonos catastróficos del Banco Mundial. El costo de reconstrucción fue estimado en 48 mil millones de pesos, por el entonces gobierno al mando de Enrique Peña Nieto.

En octubre de 2020, el entonces secretario de Hacienda, Arturo Herrera, informó a la prensa que el Fonden no tenía recursos. Al 30 de agosto de 2020 en el fondo había recursos por más de 4 mil 900 millones de pesos; sin embargo, por huracanes y los sismos de 2017 reportó pasivos por más 18 mil millones de pesos, la posición neta del Fonden fue de menos 13 mil 123 millones de pesos.

Hoy, las declaraciones mediáticas oficiales han sido que, si bien hubo pocas pérdidas humanas, los daños materiales en realidad no son de consideración, aunque se vean pueblos devastados. Después de todo… si no hay daños, no existe necesidad de usar fondos para el desastre.

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