InvestigacionesNoviembre 2023
Tendencia

Y la presidenta será mujer…

No cabe duda que el presidente número 66 de México será una mujer; las cartas están echadas y la maquinaria política se está moviendo a todo lo que da.

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

No cabe duda que el presidente número 66 de México será una mujer; las cartas están echadas y la maquinaria política se está moviendo a todo lo que da. Es una situación insólita, en la que, por diversas circunstancias, los astros se alinearon para que los principales contendientes al máximo cargo de la nación fueran féminas; aunque existen otros aspirantes, sería difícil que alguno de ellos les alcance en las preferencias, así que los destinos del país, dentro de poco más de un año, estará en las manos de una de ellas.

Pero ¿quiénes son y qué se podría esperar de sus talentos y capacidades? Xóchitl Gálvez Ruiz y Claudia Sheinbaum Pardo coinciden en edad y poseen una amplia trayectoria política, aunque no podrían ser más opuestas en cuanto a la ideología y propuestas que encabezan; en palabras del actual mandatario que ya va de salida (pero que se quiere eternizar): una representa una supuesta cuarta transformación y la otra pertenece a los odiados conservadores que tanto molestan a Andrés Manuel López Obrador.

Aunque no está en tela de juicio que cualquiera de las dos está lo suficientemente capacitada para gobernar al país, el enemigo a vencer no está en una u otra, sino en un sistema tradicionalmente manejado por los hombres, a grado tal que, para hacerle justicia a las aspirantes a un puesto político de cualquier nivel, los órganos electorales se han visto precisados a hacer reformas para obligar y garantizar la equidad de género, tan en boga en estos momentos.

El reto para quien resulte triunfadora no es sólo ganar las elecciones presidenciales, sino demostrar (una vez llegada al cargo), que es capaz de dirigir un país tan complejo como México, que le será heredado con grandes problemas políticos, sociales y económicos, a la par de lidiar con el juicio de 130 millones de mexicanas y mexicanos, de los cuales la mitad son hombres.

¿Quiénes son?

Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, de 60 años (del Partido Acción Nacional y ahora representante del Frente Amplio por México) y Claudia Sheinbaum Pardo, de 61 años (del Movimiento de Regeneración Nacional) no podrían ser más opuestas en cuanto a su preparación y trayectoria política y profesional: la primera con ascendientes de pueblos originarios y la segunda hija de judíos migrantes y desde ahí empiezan las diferencias.

Gálvez Ruiz se hizo de la atención mediática a partir de que reclamó su derecho de réplica al presidente López Obrador el pasado 12 de julio, ese día se presentó en Palacio Nacional buscando que el mandatario le diera acceso a la mañanera para poder aclarar las declaraciones que el mandatario federal hizo previamente acerca de que la senadora panista estaba proponiendo desaparecer programas sociales.

Ese lunes saltó al foco de la atención porque el presidente AMLO le prohibió la entrada, pese a que la senadora se presentó luego de que obtuvo una resolución judicial para acudir a la conferencia matutina y defenderse de una acusación que López Obrador lanzó en su contra el 5 de diciembre de 2022.

La senadora acusó así que los señalamientos lanzados en su contra eran mentira, por lo que envió un escrito al primer mandatario para poder acudir a su conferencia de prensa a aclarar el tema, cosa que no aceptó el Presidente y resaltó que solo otorgaría un derecho de réplica si alguna autoridad lo obligaba a hacerlo.

Fue así que, pese a que un juez otorgó a la senadora dicho amparo, el presidente López Obrador se negó a recibirla durante la mañanera y afirmó que presentaría “los trámites” correspondientes para negarle el acceso.

Tan sólo tres días después, el 15 de junio, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, comentó en una entrevista en Chihuahua que la senadora estaba considerada entre los aspirantes del PAN para la candidatura de la oposición por la presidencia. Fue en esa fecha que Gálvez Ruiz reconoció que sí estaba considerando competir por el cargo.

Dos semanas después, el 27 de junio, confirmó que sí participaría en el proceso de Va por México anunciado como Frente Amplio por México y que desembocaría en la selección del candidato presidencial de la oposición. El 30 de agosto se le declaró como la ganadora de las encuestas del nuevo movimiento.

La aspirante conservadora nació en Tepatepec, Hidalgo, el 22 de febrero de 1963. Es hija de Heladio Gálvez, originario del pueblo otomí del Valle del Mezquital, y Bertha Ruiz, de raíces otomíes. Sus estudios los cursó en su natal Tepatepec, la secundaria la realizó en la comunidad de Mixquiahuala en Hidalgo y en su juventud se vio en la necesidad de vender gelatinas en el mercado del pueblo donde vivía para costear su educación (en sus propias palabras).

Posteriormente ingresó a la carrera de Ingeniería en Computación en la Universidad Nacional Autónoma de México y para continuar con sus estudios universitarios se trasladó al entonces Distrito Federal, donde rentó un cuarto en la delegación Iztapalapa; además de estudiar, al mismo tiempo trabajaba y unos de sus primeros empleos fue como telefonista y luego pasante en el INEGI.

Se graduó de la licenciatura y después realizó una especialización en robótica; en aquellos años se desempeñó como programadora y obtuvo una vacante en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Como empresaria, en 1992 fundó la empresa High Tech Services, dedicada al desarrollo de proyectos de alta tecnología dirigidos al diseño de edificios y áreas inteligentes, ahorro de energía, automatización de procesos, seguridad y telecomunicaciones, además de ser fundadora y ex directora general de la empresa OMEI, dedicada a la operación y mantenimiento de infraestructuras inteligentes.

A través de la Fundación Porvenir, de la cual es presidenta honoraria, ha destinado parte de las utilidades de sus empresas para realizar acciones en apoyo de comunidades marginadas a fin de combatir problemas de desnutrición y contribuir al desarrollo económico entre mujeres de zonas indígenas.

No fue sino hasta el año 2000 que ingresó al servicio público durante la administración del expresidente Vicente Fox Quesada (2000–2006) como integrante del gabinete ampliado a cargo de la Oficina para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y, posteriormente, fue la primera directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).

Una vez terminada la encomienda, retornó a sus actividades empresariales, pero en 2010 fue candidata a la gubernatura de Hidalgo por la coalición denominada “Hidalgo nos Une” (conformada por el PAN y el Partido de la Revolución Democrática), elección que perdió ante el candidato del PRI, Francisco Olvera Ruiz.

Dos años después, fue candidata al Senado de la República por el estado de Hidalgo por el Partido Acción Nacional (PAN); en 2015 fue electa como jefa delegacional de Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México, cargo que ejerció hasta marzo de 2018.

Como jefa delegacional, puso en marcha diversos proyectos para generar ahorros destinados al rubro social y servicios urbanos; ese mismo año fue postulada al Senado por la vía de representación proporcional (plurinominal), y desde el 1 de septiembre de 2018, ocupa un escaño en el Senado de la República en la LXIV Legislatura.

La senadora del PAN recibió el domingo 03 de septiembre de 2023 la constancia que la hace oficial abanderada del Frente Amplio por México, alianza conformada por el PRI, PAN y PRD, para contender en las elecciones presidenciales de 2024.

La aspirante de Morena

Claudia Sheinbaum es la candidata de Morena, la que ganó en medio de las protestas del excanciller Marcelo Ebrard. Ella nació el 24 de junio de 1962, como la segunda hija del matrimonio conformado por Carlos Sheinbaum Yoselevitz y Annie Pardo. Su primer esposo fue Carlos Imaz, fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y exjefe delegacional de Tlapan, relación que duró 30 años. Hace algunos días formalizó su unión con Jesús María Tarriba Unger, doctor en ciencia física por la UNAM y analista de riesgos financieros en el Banco de México. Es madre de Mariana Imaz Sheinbaum y Rodrigo Imaz Sheinbaum.

Su ascendencia es judía, derivada de sus abuelos, quienes migraron de Lituania y Bulgaria. Sus padres son el químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz y la bióloga Annie Pardo Cemo, ambos participantes del movimiento estudiantil de 1968.

La educación primaria la cursó en la escuela privada Manuel Bartolomé Cossío en Tlalpan, misma institución en la que estudió Jesús, el hijo menor del presidente Andrés Manuel López Obrador. Su bachillerato lo hizo en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur y participó en el movimiento estudiantil de 1986 a 1987.

En febrero de 1989 obtuvo su título universitario como licenciada Física por la UNAM con la tesis: “Estudio Termodinámico de una Estufa de Leña para una Comunidad Rural en México”, mientras que en 1990 arrancó la maestría en ingeniería energética en la UNAM, en 1994 obtuvo su doctorado en el mismo rubro.

Su primer cargo en la administración pública fue con Andrés Manuel López Obrador, quien le dio en el 2000 la responsabilidad de la secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México, cargo que dejó en 2006 para convertirse en vocera de la campaña presidencial de AMLO.

En la elección de 2012, López Obrador le propuso encargarse de la política ambiental a nivel nacional, en caso de que él ganara. Además, fue parte activa de la conformación de Morena en el 2014, que posteriormente se convirtió en el partido político con el que ganó la delegación Tlalpan en las elecciones de 2015. Coordinó también el tema de gobierno y política para la elaboración del Proyecto de Nación 2018-2024 de López Obrador.

Se convirtió en jefa de la Ciudad de México en 2018, cargo que dejó el 15 de junio de este año para participar en la encuesta de Morena que definió quien encabezaría la Coordinación Nacional de los Comités de la Defensa de la Cuarta Transformación, lo que se tradujo en la candidatura presidencial rumbo a 2024.

Algo de lo que presume en su trayectoria política es que fue una de las militantes de Morena que arrebató al PRD cinco delegaciones de la Ciudad de México en la elección de 2015, un año después de que se creó el partido. En 2018 también le ganó al PRD la jefatura de gobierno capitalina y se convirtió así en la primera mujer electa para el cargo.

Los cuestionamientos que ha enfrentado han sido por su matrimonio con Carlos Imaz, quien fue acusado de recibir dinero del empresario Carlos Ahumada en 2004; sin embargo, ella ha dicho a medios que se separaron de mutuo acuerdo en 2016. Ya al frente de la delegación, se enfrentó a señalamientos por el incremento de la inseguridad: explicó entonces que esa problemática no era competencia de la delegación, por lo que pidió al jefe de gobierno incrementar la presencia policial. Después del sismo del 19 de septiembre, fue cuestionada por las anomalías en la construcción del Colegio Enrique Rébsamen, edificio que se derrumbó y provocó la muerte de 26 personas.

Como jefa de gobierno enfrentó varias polémicas, como las acusaciones por la falta de mantenimiento al Metro de la Ciudad de México, luego del desplome de dos vagones de la Línea 12 del Metro, el 3 de mayo de 2021, que dejó 26 personas sin vida y 96 heridas.

Entre los políticos más cercanos a Sheinbaum están el presidente Andrés Manuel López Obrador; su exsecretaria de gobierno, Rosa Ícela Rodríguez, y el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas. A menos de un año para la elección presidencial del 2 de junio de 2024, desde el 1 de julio de 2021, morenistas reunidos en el Auditorio Nacional con motivo del tercer aniversario del triunfo de Morena, vitorearon a Sheinbaum por primera vez como ¡Presidenta, Presidenta!, desde entonces, Sheinbaum se perfiló como una de las políticas que podría suplir a López Obrador en 2024.

Se debe reconocer que Sheinbaum, como candidata, tiene un reto por demás difícil, porque ni duda cabe que AMLO continuará siendo la cara y el corazón de su campaña, y no permitirá que ella le haga sombra hasta el día de las elecciones. Y no es claro que, de ganar la contienda, Andrés Manuel esté dispuesto a ceder el poder, la atención y el reconocimiento, por más que insista que en el 2024 se va a retirar de la vida política.

Por otro lado, para poder ganar con un margen suficiente que le dé credibilidad para gobernar lo que será un sexenio difícil, debido particularmente a la violencia nacional, ella requiere convencer a una parte del electorado decepcionado con los catastróficos resultados en materia de seguridad.

Lo anterior implica que tome distancia de las decisiones de López Obrador y su estrategia de “Abrazos, no balazos”, y esto probablemente podría resultar en una ruptura con el Presidente. Seguramente habrá otras decisiones y fracasos de esta administración de los que la candidata Sheinbaum tendrá que tomar distancia, aunque algunos podrán esperar una vez que sea electa; pero la problemática de inseguridad en el país podría ser uno de los factores más importantes que podría poner en riesgo su candidatura.

De igual manera, está su discurso relacionado con el combate a la corrupción, porque una cosa es que asegure que ella está dispuesta a combatir la impunidad total que hay alrededor de este tema y otra que esté dispuesta a decir públicamente que investigará a los corruptos de la actual administración.

No se puede eludir el tema de que, en su papel de la defensora de la 4T, ella encabezará las decisiones alrededor de los cientos y cientos de candidatos de elección popular de su partido en el 2024 y no todos están seguros que tendrá la influencia suficiente para asegurar la probidad de los candidatos. Sheinbaum corre el riesgo de que sean intocables los corruptos porque son parte del legado corrupto del presidente López Obrador, que seguramente estará buscando inmunidad para los más allegados.

Por ahora, ya preocupa el estilo de campaña de Sheinbaum, pues no es un secreto que se está haciendo uso de recursos públicos e incluso imita el tono de hablar del mismo presidente, aunque hay esperanzas de que esta mujer científica, experta en cambio climático, con décadas de experiencia en el gobierno, podrá florecer y ejercer un liderazgo propio, que permitirá la unificación de un país dividido innecesariamente. Lo peor sería que resulte una mala réplica del Presidente, donde sea claro que quién gobierna no está físicamente en Palacio Nacional. Si gana y sucede lo anterior, seguramente fracasará su sexenio. Y este legado será también catastrófico para las generaciones de mujeres que lucharon por asegurar que eventualmente México tuviera su primera presidenta.

Las perspectivas ya están expuestas; el domingo 2 de junio de 2024, en las próximas elecciones presidenciales en México, se estima que más de 95 millones de mexicanas y mexicanos acudan a las urnas para elegir a la que será la presidente número 66 y la sucesora de Andrés Manuel López Obrador.

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