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Andrés el soñador

Por: Moisés Sánchez Limón

Y que se enoja Su Alteza Serenísima Andrés Manuel I; hasta la barbilla le temblaba y aguzaba la mirada con ganas de despedazar al árbitro electoral.

Y que le sale de su pecho, que no es bodega, concretar la idea que le punza de rencor y madura desde hace rato: quitar hasta el modo de andar al INE y al TEPJF.

Porque de plano Lorenzo Córdova le cae en la punta del cenit y trae atorado en el pescuezo al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que no le atiende recomendaciones y le advirtió aplicaría sanción a Chucho Ramírez y a la señorita Jessy (¿?)

¿Ya se habrá enterado por voz del pueblo bueno que es la botana nacional y sus puntadas hechas decreto cuanto iniciativas a las que las huestes capitaneadas por poblano Ignacio Mier están obligadas en San Lázaro a no quitarles ni una coma?

Bueno, bueno, quizá no ligue a la crítica en la prensa con las bromas de las que es actor principal, y por eso, en la mañanera de miércoles se atrevió a decir, sin asomo de rubor, que “en política una de las cosas que no se debe hacer es el ridículo, hay que cuidar eso (…)”.

Pero el encabronamiento lo arrastraba desde la víspera y necesitaba el pretexto para desfogar la ira contenida. Por eso, apenas le cayó como anillo al dedo que, ¿casualmente?, el ínclito periodista de la barra mercenaria que dice ganarse la chuleta en un portal llamado Noticiero en Redes.

Usted lo conoce y responde al nombre de Hans, miembro de la destacada barra mercenaria que hace preguntas a modo, editorializadas incluso, para dar pie al licenciado presidente en el tratamiento, fino y atildado, de sus críticos y opositores,

Le encanta hacer el ridículo. ¿A poco no?

Casualmente, decía, el licenciado Hans le recordó que un día antes había dado “un adelanto de lo que viene como una iniciativa de reforma electoral, pues ya caló el tema, me parece a mí”.

Y que Su Alteza Serenísima Andrés Manuel I se va a fondo contra conservadores y neoliberales.

Bueno  –dijo–, es que en el fondo lo que hay es una confrontación política porque se está llevando a cabo una transformación, estamos enfrentando a un régimen que predominó, sobre todo en lo que nosotros llamamos el periodo neoliberal, 36 años, un régimen de corrupción sin duda, de injusticias, de privilegios, que caló hondo.

“Porque –prosiguió–no fue nada más el saqueo del país como nunca en la historia de México, y lo puedo probar –¡sopas!–, nunca se había saqueado tanto a México como el periodo neoliberal, ni en los tres siglos de dominación colonial, pero no fue sólo eso, sino fue una labor de manipulación, de imposición de un pensamiento individualista, materialista, contrario al interés público, a favor de la deshonestidad en todos los terrenos”.

¿Será como esta manipulación del tema Ayotzinapa con el involucramiento de la Marina Armada de México en la presunta siembre de pruebas de que incineraron a los estudiantes normalistas? ¿Cómo para qué hoy? ¿Será porque los padres de los muchachos desparecidos ya llevaron al patíbulo de la duda y el reclamo al justiciero señor presidente y su socio Alejandro Encinas.

Pero, bueno, hete aquí que irrumpe en escena Andrés el soñador que, consecuencia de una afrenta persona alimentada por el berrinche inmediato se dispone a desmantelar al Instituto Nacional Electoral y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Sí, señoras y señores, pueblo bueno y aplaudidores de la 4T, sépanlo conservadores y neoliberales, sedicentes revolucionarios y herederos de los tiempos de las vacas gordas y cómplices del saqueo, éstos que callaron como momias, el licenciado presidente se apresta a enviar una iniciativa de reforma política y electoral.

Y, en ese arrebato verbal, que se fusila la frase famosa en la tele en los tiempos de Vicente Fox, cuando acusa, para no variar, a quienes “sienten que han perdido privilegios o el privilegio de mandar, sino la forma de pensar que se introdujo, que se internalizó en muchos”.

Como por ejemplo a los habitantes de la alcaldía que no delegación Benito Juárez, donde asegura “hay más conservadurismo que en Las Lomas”.

Y que el licenciado Hans le acerca la pauta porque, recordó, “Señor presidente, por ejemplo, el día de ayer que usted ha adelantaba precisamente en esta iniciativa, en redes sociales incluso, obviamente una parte que no le gustó esto, que dicen que cómo es posible que los consejeros y los magistrados ahora resulta que tengan que ser votados, que ese es un mecanismo que está fuera de toda lógica (…)”.

¿Y?

A Su Alteza Serenísima le importó queso y se montó en ese sueño de acabar con una institución como es el INE. “Sí –adujo–, porque, imagínense, cuánto tiempo, con la idea de que los órganos electorales y las instituciones tenían que estar en manos de gente de élite, ya sea de la academia o de la política (…). Sí, sí, porque desprecian al pueblo, porque siempre hemos hablado de que la política era asunto de los políticos, era asunto de los de arriba, el pueblo no contaba”.

Entonces, con la barbilla temblándole, advierte: “¡ya basta de que los partidos arriba!… Que también ni siquiera son autónomos, porque ¿ustedes creen que los partidos del conservadurismo toman decisiones de manera independiente?”.

Y devela su sueño.

“Sí –adelanta–, mi propuesta es que se elija, primero, que el pueblo elija a los jueces, que se propongan como candidatos a ser consejeros y a ser magistrados a gente con vocación democrática y de inobjetable honestidad, que los hay en el país, y que con los tiempos que tiene el INE —no como ahora, que ya no quiero hablar del tema— se difunda quiénes son, verdaderamente independientes, ciudadanos íntegros, mujeres y hombres”.

En serio. Ríase si quiere porque la revelación del sueño no quedó ahí. Lea usted.

“Y estoy proponiendo que el Ejecutivo, cumpliendo con ese perfil, haga una propuesta de 20, 10 mujeres, 10 hombres; el Judicial lo mismo, el Legislativo, ya son 60, y a difundir quiénes son, a qué se han dedicado y que de ahí salgan los que van a estar en el consejo; el que tenga más votos de todos, presidente. Y que sea electo, que sea el pueblo, no las cuotas”.

Vaya, vaya, vaya. Bien por esta democracia vertical en la que el Ejecutivo, es decir él como el dueño del poder, antes de concluir su mandato decida quiénes serán, propuestos por él, consejeros y magistrados electorales. ¡Suave! Juez y parte.

Hermosa democracia que nacería del pensamiento del Duce al frente de los pobres y miserables y fanáticos que llenan al Zócalo y solares del país con sándwich, manzana y jugo envasado, en bolsa de plástico en mano.

¡Ah!, pero también hay que cortar presupuesto y, en la iniciativa que se apresta a enviar a la Cámara de Diputados, como Cámara de origen. Así que, ¡caray!, el licenciado presidente pregunta: ¿por qué va a costar tanto si podemos ahorrar la mitad? ¿Por qué 20 mil millones y por qué no 10 mil?

Y, continúa: “Tercero, ¿para qué tantos diputados o tantos senadores? Sí, claro, estoy proponiendo eso, la eliminación”.

Bien por el licenciado presidente; el hígado le ordena y sucumbe ante la crítica y la llamada de atención del incómodo Tribunal Electoral. ¿Recordará que estas instituciones validaron su triunfo en las urnas?

Ni hablar, en ese su papel de dueño del poder cree que la oposición legislativa y partidista lo apoyará sin chistar en la necesaria reforma constitucional que requiere para concretar su sueño de derrotar a Lorenzo Córdova Vianello. ¿Por qué el odio, Andrés Manuel? ¿Será por la percha que no lo agració? ¿Por qué? De veras, de veras, ¿por demócrata? Digo.

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