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Opinión| Cuidado con el ridículo y el enojo

Cuidado con el ridículo y el enojo

Por: Luz María Sánchez S.

Dicen que las palabras se las lleva el viento, pero en la realidad se pueden revertir, máxime cuando se vuelven advertencias. Y así lo debiera considerar el Presidente quien, recientemente reiteró que “en política una de las cosas que no se debe hacer es el ridículo, hay que cuidar eso y además no enojarse”.

En fin, su legado de frases populares con las que busca el reconocimiento de la mayoría, están cayendo en un terreno sensible de falsedades, verdades a medias o descalificaciones que, a diario tiene que salir a reconocer, justificar o recular.

Como ya lo advertía en tono de broma a sus adversarios del movimiento FRENA y senadores del PAN, pareciera que a él mismo “ya nada le sale” y, contrario a lo que sugiere que no debe hacerse en política, el Primer Mandatario ya no sonríe tanto, se muestra molesto, nervioso y aparentando cierto control, frente a una controvertida Consulta de Revocación de Mandato, cuyo proceso ha sido muy accidentado, así como a las dificultades que se han presentado para la aprobación de la Reforma Eléctrica y las críticas a la construcción del Tren Maya, que enfrenta grandes desafíos.

Son muchos los frentes que ha abierto el Presidente y en lugar de guardar mesura, ante los obstáculos que se le han presentado, se ha radicalizado más, reaccionando a diario con descalificaciones contra otros poderes y sus integrantes, como los ministros de la Suprema Corte y contra órganos autónomos, como el Instituto Nacional Electoral (INE), al que ha dañado públicamente para desprestigiar su labor, al no responder a sus exigencias personales de violentarlo todo y permitir la promoción absoluta de la Consulta de Revocación, sin observar ninguna norma establecida en el orden legal.

La SCJN le corrige la plana

Seguidor empedernido de sus propias encuestas de popularidad, a unas horas de que llegue el momento de acudir a las urnas, este 10 de abril y, poder refrendar su permanencia en el Gobierno de la Cuarta Transformación, el Presidente López Obrador recibió un golpe contundente de la Suprema Corte de Justicia, a dos de sus iniciativas que lograron el aplauso de sus votantes, durante su campaña, y que cristalizaron en la Ley Federal de Austeridad Republicana, aprobada en 2019.

Por unanimidad, el Máximo Tribunal eliminó el candado por el que se prohibía a ex servidores públicos de alto nivel laborar en el sector privado por 10 años, después de ejercer su encargo en el gobierno, ya que de acuerdo con la resolución del Pleno, esta disposición vulnera el derecho constitucional a la libertad de trabajo y, por otra parte, declaró inconstitucional que el Ejecutivo Federal decida el destino de los ahorros presupuestarios generados como resultado de medidas de austeridad, en otras palabras se puso un alto al Presidente para hacer un uso discrecional del presupuesto federal.

En el primer caso, la Corte consideró desproporcional qué con la prohibición a exfuncionarios públicos para laborar en el sector privado, tras ejercer un cargo público se pudiesen prevenir posibles actos de corrupción, pues hay otras medidas más adecuadas que no afectan el derecho al trabajo de quienes hayan ocupado algún puesto en el gobierno.

La decisión caló en el Presidente, quien de inmediato calificó la resolución del Tribunal Constitucional: “Es una aberración. ¿Cómo es posible que se regrese a lo de antes, y qué era lo de antes? Bueno, la vergüenza nacional de que el que privatiza los ferrocarriles, el que acaba con una historia de siglo y medio de Ferrocarriles Nacionales, Ernesto Zedillo se va a trabajar de asesor a la empresa a la que le entregó los ferrocarriles y Calderón hace lo mismo”, además sostuvo su administración no se quedará cruzada de brazos y buscará que la norma se aplique para evitar el tráfico de influencias y corrupción entre las empresas y exfuncionarios.

Y cerró diciendo que “¿Cómo es que ahora la Corte nos corrige la plana?… es una mezcolanza, una inmoral promiscuidad política-administrativa, no estoy de acuerdo con eso, hay que buscar la forma, yo no me voy a quedar callado ante esas aberraciones, nos prendieron con esas prácticas, entonces vamos a continuar”

Pero la Suprema Corte le siguió corrigiendo la plana al Presidente, al declarar también la inconstitucionalidad de dos artículos más de la citada Ley, el 24 y una porción del 61 y, así le puso freno a la facultad discrecional del Presidente de la República para disponer, a su conveniencia, de los recursos ahorrados por medidas de austeridad.

Dicha norma disponía que los ahorros generados por el Ejecutivo Federal como resultado de la adopción de medidas de austeridad podrán ser utilizados en términos del Plan Nacional de Desarrollo, o bien, que podían dirigirse al destino que por Decreto determine el mismo Presidente. La Corte estableció que esta última porción normativa vulnera la facultad exclusiva de la Cámara de Diputados para decidir el destino de los recursos públicos conforme al artículo 74 de la Constitución.

Y aunque la molestia del Presidente se exprese deliberadamente y con desprecio descalifique o incluso recurra a la ironía o la burla al referirse a los ministros que no le han favorecido, las sentencias tomadas por el Pleno del Tribunal Constitucional deberán acatarse a la brevedad, en cuanto se publiquen en el Diario Oficial de la Federación.

Las reacciones serán inciertas

Y si la serenidad no llega a Palacio Nacional por la desesperación de que todo salga según lo previsto, el Presidente tendrá que respirar profundo y contar más de cien, porque en la carpeta de la Suprema Corte todavía hay asuntos de gran relevancia, como la Reforma Eléctrica, cuya decisión podría representar otro revés al gobierno de la 4T.

Días difíciles vendrán porque se avecinan dos tormentas: el resultado de la Primera Consulta de Revocación de Mandato que ha servido de pretexto para violar la ley y desprestigiar al INE y sus integrantes, además del incierto futuro de la aprobación de la Reforma Eléctrica tanto en el Congreso, como en la Suprema Corte y hasta de las presiones de algunos sectores de Estados Unidos, en el marco del T-MEC.

Un coctel difícil de digerir sin perder los estribos. Las reacciones serán inciertas. ¡Cuidado con el ridículo y el enojo, señor Presidente!

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