Opinión| ¿Marcharon millones?… ¡CONMOVEDORA SOLEDAD!
¿Marcharon millones?… ¡CONMOVEDORA SOLEDAD!
Por: Marco Antonio Aguilar Cortés
Sobre todo en el capítulo VIII y en el apéndice de ‘El laberinto de la soledad’, Octavio Paz (1914-1998), nuestro Premio Nobel de Literatura en 1990, nos hace sentir la soledad de nuestros días y su dialéctica.
Ahí nos explica lo que ha sido la tutela gubernamental generada por la Revolución de 1917. La protección y el patrocinio del gobierno es para todos, tanto para los trabajadores como para los patrones dueños del capital.
En la unidad de todos, el presidente tenía como tarea lograr el equilibrio armonioso de las fuerzas productivas.
Empero, al insertarnos en una globalización obligada por el desarrollo, y de utilidad para encontrarnos con todas las naciones, hubo en nuestro país confusiones y ajustes, que no hemos tratado con la inteligencia debida.
Y tomando esta base, nos habla Paz del “doble significado de la soledad”; en una de ellas, en “fiestas, reuniones, desfiles, marchas, manifestaciones y demás actos rituales, el hombre piensa despierto, y esto lo lleva a sinuosas pesadillas, que desembocan en la soledad”.
Hasta aquí nuestro poeta Octavio Paz, quien hace muchos años nos obsequió su palabra por muchas horas de dos días, a 9 jóvenes nicolaitas ansiosos de convivir con él y analizar sus textos.
Sábado 27 de noviembre del 2022, fecha en que convocó y organizó una marcha multitudinaria nacional el actual presidente de la república, frente al Palacio Nacional, en donde vive con “rigurosa austeridad”, ya que sólo gastó del erario federal decenas de miles de millones de pesos, sin sentido para el bienestar de México.
En esa grandísima “marcha, fiesta, desfile, reunión, manifestación o simple acto ritual” para el tlatoani en turno, hubo seguramente gente que asistió por sus medios y por su voluntad; empero, ahí se congregó una cantidad mayoritaria que no asistió por sus medios ni por su voluntad.
Y ellos, los acarreados, los obligados, deben de sentir en su conciencia un vacío, por ser utilizados como cosas, como objetos numéricos, al placer del poderoso, y viviendo su soledad dentro y fuera de esas multitudes.
La afrenta que les ha causado ese autócrata no la deben olvidar nunca, porque sería olvidar demasiado.
Todos debemos de saber que los presidentes autoritarios y dictatoriales, de izquierda o de derecha, jamás pueden transformar la economía de un país a favor de las mayorías.
Seguramente observaron y escucharon como el presidente de México socarrón afirmó, confesando, en cadena nacional: “Son tantos los acarreados que ya no hay camiones… vengan todos, ¡ayúdenme!… cada contingente debe de venir por estados y cada uno de sus gobernadores debe encabezarlos… hay que apoyar con todo a los que asistan a la marcha”.
Con torpeza dieron la orden de que elementos de las fuerzas armadas del gobierno fueran al ese desfile, o fiesta, sin armas y vestidos de civil.
¡Todo eso afecta a México!
Ese silencio de la soledad está plagado de voces, y muy pronto de actos eficaces y organizados por decenas de millones de mexicanos para lograr seguridad pública, desarrollo educativo y económico, productividad pertinente, justa distribución de los producidos, paz con justicia y libertad con orden.