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Opinión| Sheinbaum vuelve al corralito… el poder es jabonoso

Sobre el “poder” se ha reflexionado y escrito en demasía; tanto manoseo hay sobre el concepto, que lo han vuelto viscoso.

Por: Marco Antonio Aguilar Cortés

Sobre el “poder” se ha reflexionado y escrito en demasía; tanto manoseo hay sobre el concepto, que lo han vuelto viscoso.

A pesar de lo anterior, citaré al escritor británico Aldous Huxley (1894-1963), quien afirmó: “Todas las comunidades civilizadas del mundo moderno están constituidas por un número reducidísimo de gobernantes, corruptos por tener demasiado poder, y por una cantidad multitudinaria de súbditos, corruptos por su demasiada obediencia pasiva e irresponsable».

Significa, por ende, que los gobiernos que concentran poder se han transformado en una máquina infernal que conculca derechos humanos a diestra y siniestra, y muchos gobernados permiten el atropello.

El poder corrompe a todos los que lo ejercen.

Quién puede más, es el más corrupto.

Analicemos una escena del gran teatro de la corrupción del poder, en nuestro país.

Claudia Sheinbaum recibió el bastón de mando otorgado, en ceremonia ridícula, por el presidente de la república.

Está claro que su candidato a ser jefe de gobierno de la CDMX se llama Omar García Harfuch.

Entendible es que el presidente López no aceptó a Harfuch.

Sheinbaum, la propietaria del bastón de mando, fue llevada a la Arena México a un gran mitin con la bendición del único y auténtico mandamás, para ridiculizarla al 100%, de pies a cabeza.

La rebelión del obradorato hizo cachitos a Harfuch y a Sheinbaum.

Harfuch, el policía, estaba enterado de las majaderías que lo esperaban.

Sheinbaum se encontraba segura del poder de ese bastón.

En esa arena de box y lucha libre, para 14 mil personas, Sheinbaum fue atropellada sin miramientos. 

Una disciplinada multitud le gritaba redundantemente: “Clara ya ganó, Clara ya ganó, Clara ya ganó…”

Y Sheinbaum, nerviosa ante lo inesperado, intentó proclamar a Harfuch: “Esperen tenemos otros precandidatos como Harf…” Y al unísono el gentío gritaba más fuerte: “Utopía, utopía, utopía…”, el eslogan de la campaña de Clara Brugada, ex alcalde de Iztapalapa, quien aceptó llegar, como candidata al gobierno de la CDMX, con la maquilladita: ¡ganó por ser mujer!

Es tan vengativa Sheinbaum, que si queda como presidente de México se cobrará esa humillación contra quien ordenó esa ignominia, y sus ejecutores.

Posible resulta, entonces, que Marcelo Ebrard y Adán Augusto López tengan otra oportunidad política.

El poder es jabonoso, y en el acontecimiento examinado, todos resbalaron.

Ganar por el solo hecho de ser mujer, ¡qué vejatorio!

Ganar por el solo hecho de ser hombre, ¡qué denigrante!

Sufrimos el efecto equívoco y oscuro de nuestro subdesarrollo político.

Andrés Manuel se llama quien tiene concentrado el poder omnímodo, y es quién porta la corrupción omnipotente.

No debemos olvidar lo que escribió el florentino Nicolás Maquiavelo (1469-1527), en ‘El príncipe’: “Moisés mató a incontables seguidores cercanos para hacer cumplir su voluntad”.

El maquiavelismo sigue prevaleciendo, y de manera natural lo aplican los aventureros afortunados.

Al final no les importa nadie, su ‘yo’ prevalece por encima de todo y de todos.

Sheinbaum ha vuelto al corralito. Está ejecutando las órdenes del amo al pie de la letra. Brugada es la candidata. Harfuch es rescatado y cobijado por el poder. De hoy en adelante la corcholata escogida seguirá el caminito trazado por el “señor presidente”, a quien prometió ser su eco más fiel.

La rebelión, contra ese totalitario poder de López, se dará en las urnas. Esta rebelión electoral será ganada.

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