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Opinión| Slim el magnánimo

Las tallas del magnate: cartera chubby…congruencia Slim

Por: Javier Roldán Dávila/Índice Político

En 2018, antes de la jornada comicial, en la que Andrés Manuel López Obrador ganó la Presidencia, el empresario Carlos Slim Helú, declaraba lo siguiente, sobre la posible cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México:

“No tienen por qué meterse… Son candidatos… Que hagan sus estudios. Es una decisión que se tomó hace cinco años. Suspender el proyecto es suspender el crecimiento del país. Soy optimista, veo tantas cosas buenas, tan favorables, que no es un gasto; es un proceso transparente. Si hay problemas de honestidad, que busque que se castigue, mejor solución no creo. Que se puede hacer más barato, sí; un parche al que ya hay”.

Luego, con AMLO como presidente electo, el ingeniero le mandó una carta, de puño y letra, en la que le pedía que el proyecto de Texcoco fuera cedido al sector privado para su operación. No sobra decir que, Fernando Romero, yerno del magnate, y el despacho de Norman Foster, fueron los encargados del diseño arquitectónico del NAIM.

No obstante, tales antecedentes, el pasado lunes, al asistir a la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y ser entrevistado, el multimillonario (feliz, feliz, feliz) espetó: “Es una construcción espectacular, en un tiempo extraordinario”. Sin comentarios.

El señor Slim, uno de los grandes beneficiados del proceso de privatizaciones del salinato, es un ícono de la fusión entre los poderes económico y político. Más allá de la ideología del régimen en funciones (de 1988 a la fecha), don Carlos tiene una enorme capacidad de mimetismo, quizá superior a su olfato para los negocios.

En torno a su persona, se han construido leyendas que llevan a más de un aprendiz de brujo, a buscar su padrinazgo en aras de cumplir sus anhelos políticos, reproduciendo un círculo perverso, en el que lo electoral resulta una inversión.

Como cereza del pastel diremos que, en nuestros tiempos, devolver un mínimo de lo expoliado (bajo el engañoso mecanismo del altruismo), los convierte en empresarios con ‘dimensión social’. Cosas veredes…

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