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Los López también lloran y amenazan ir contra golpistas; escándalo de la Casa Gris los arrincona

Por: Jorge Hidalgo Lugo

El desconcierto cunde y las amenazas no se escatiman desde el patíbulo manañero, donde la descompuesta figura de Andrés Manuel López Obrador toma de manera inusitada como asunto personal, la evidencia de un presunto conflicto de ¡intereses en que está involucrado el mayor de sus hijos y todo queda en segunda plano, hasta la pésima conducción del país que hoy como nunca parece zozobrar.

La línea de flotación ha sido averiada, eso la sebe bien el cuerpo de asesores pero lo siente en carne propia quien se ha dedicado a satanizar a todos aquellos aspiracionistas que pretendían vivir más allá de la sana medianía, que enunciara José María Morelos, con la ostentosa y privilegiada vida que se da quien, lejos de ser humilde, adopta posiciones paternalistas y hace alarde de cinismo cuando ha sido factor para que la discursiva oficiosa y retórica manipuladora, esté por los suelos y sin forma de reparar.

Lo acontecido con la Casa Gris es una copia fiel de lo que se vivió en el sexenio de Enrique Peña Nieto con la Casa Blanca. Las similitudes son réplica casi al carbón, pero las reacciones distan mucho de lo que antes y ahora, se ha vivido en el seno de un poder presidencial dañado, herido, que sangra y se duele convirtiendo a su actor principal, en un peligro real y abiertamente identificado en busca de saciar su sed de venganza, contra quien sea y al precio que sea.

En la euforia peñista, cuando se alababan sus reformas de gran calado, un trabajo de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, sacó a la luz pública el presunto conflicto de intereses en que estaba involucrado el Presidente de México por adquirir una residencia en las Lomas de Chapultepec al empresario Armando Hinojosa Cantú, contratista consentido desde su época como gobernante en el Estado de México y que por igual obtuvo multimillonarios contratos con la federación a favor del Grupo Higa.

Esta indagatoria fue difundida con gran espectacularidad desde los espacios informativos de Carmen Aristegui en noviembre de 2014. Trabajo periodístico que por igual tuvo amplia réplica en Proceso, La Jornada y traspasó las fronteras para ser contenido lapidario en The Wall Street Journal, The Ney York Times, The Guardian y The Economist.

El deterioro a la imagen de quien se consideraba el “Salvador” de México fue rotundo y López Obrador fue quien capitalizó a su favor este escándalo mediático donde estuvo involucrada la entonces esposa de Peña Nieto, la actriz Angélica Rivera, quien buscó aclarar el destino de los recursos con que se había comprado el inmueble, como producto de sus ahorros y dinero ganado durante su vida como estrella televisiva de alta cotización.

Nada de lo argumentado entonces sirvió. López Obrador incendió calles, plazas, barrios, comunidades, poblaciones y todo punto que pisó en su feroz embestida como principal opositor, obteniendo un respaldo aún mayor precisamente por la oferta de no permitir más saqueos, ni impunidad, tampoco siguiera el gobierno rico de gente pobre, como prometió hasta ganar finalmente las elecciones.

Pero resulta que en la Casa Gris, la similitud es extraordinariamente parecida. Un trabajo de investigación también de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, difundido por Latinus a través de Carlos Loret de Mola, puso en el escenario un nuevo conflicto de intereses donde presumiblemente estaría involucrado el hijo mayor de López Obrador.

Sin embargo, aquí la reacción ha sido de tal irracionalidad desde la presidencia imperial, que se ha tornado en tema de escándalo sin que haya otro que compita o le retire reflectores, al extremo que el huésped de Palacio Nacional lo haya tomado ya como un asunto “personal” y acometa con toda la fuerza del aparato de Estado en contra del comunicador a quien se la tiene jurada, como dirían los bravos pendencieros del barrio bajo.

Ya no le dio trato de heroína tampoco a la propia Carmen Aristegui a quien expulsó de su paraíso tropical por haber dado entrada en sus informativos a esta indagatoria, así como lo han hecho por supuesto la mayor parte de los medios de cobertura nacional, no se digan los internacionales, pero sobre todo, fundamentalmente, la masiva difusión que registra en las benditas redes sociales, lo que tiene fuera de sí y al borde del desquiciamiento a quien no atina cómo hacer un control de daños al respecto.

Como si pensara que el fuego se apaga con gasolina, la torpeza del macuspano alcanzó niveles de alarma entre sus cercanos, cuando desde Hermosillo y en el escenario que fuera de su estricto lucimiento personal, plataforma de linchamiento preferido en lo que va del errático mandato, López Obrador violó flagrantemente las leyes y con lujo de impunidad, pretendió exhibir los ingresos que presuntamente recibe Carlos Loret.

Lance que quiso justificar como una filtración informativa que le hicieron llegar de manera anónima, según la versión poco creíble del ostentoso huésped del palacio virreinal donde vive el nada austero presidente de este país, y con lo que pretendió colgarse para emprender una auténtica persecución de terrorismo fiscal en contra del comunicador.

Mientras que con poco tino y ningún sustento, el involucrado pretendió justificar su lujosa posición económica con el argumento de ser empleado de una firma comercial (KEI Partners), donde funge como asesor legal y eso le permite vivir como jeque petrolero, según se observa en sus imágenes publicadas en redes sociales.

Lamentable que lo dicho por el hoy popularizado como “Junior de la 4T”, se haya caído estrepitosamente también al demostrarse que la página web que ofreció como prueba fue creada el domingo 13 de febrero, y las imágenes que la respaldan fueron colocadas un día antes. Horas previas al texto que publicó a manera de justificación.

Huelga decir que medios de habla hispana en los Estados Unidos como Telemundo y Univisión, han demostrado además inconsistencias en la dirección enunciada y que no coincide con esa empresa, que además resultó haber sido creada por Iván y Ericka Chávez en 2018, hijos del empresario Daniel Chávez, uno de los constructores beneficiados con contratos multimillonarios en las obras del Tren Maya.

Incapaces de detener el diluvio que se les vino encima, en un último y patético lance, López Obrador quiso imitar a Doña Zoila, ese personaje magistralmente interpretado por el comediante Héctor Suárez, y a punto de darle el “tamafax”, asomó lágrimas y desde el atril con heroicidad paternal, se dijo orgulloso de sus hijos, quienes han sido acosados desde que él comenzó su paso como disidente en este país.

Todo sin aclarar lo único que está en su poder y pudiera, si es que quisiera hacerlo lo tendría a la mano: el conflicto de intereses que ensombrece la figura de José Ramón y su acaudalada esposa.

Pareja que por cierto tiene en puerta otro expediente a ventilar con la compra de terrenos en Holbox, Quintana Roo, para edificar hoteles en esa zona de alta cotización con participación de la familia de la dama.

Así las cosas la Casa Gris es hoy la pesadilla que agobia, atormenta y tiene fuera de sí a López Obrador, quien va en busca del que llama golpista y mercenario, dejando a la deriva al país que se desangra a borbotones por la disputa que traen desatada, quien lo dijera, los narco aliados que aprovechan el desconcierto para tratar de sentar su predominio donde los balazos ganan terreno y los abrazos se dejan para las víctimas.

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