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El aguacate michoacano, otra vez en la polémica

El aguacate michoacano, otra vez en la polémica

Rosalinda Cabrera Cruz

El aguacate michoacano, desde 1997, ha estado en el centro de la polémica. El camino que los productores de este fruto han tenido que recorrer para lograr establecerse en el principal mercado del mundo ha sido arduo, pasando por bloqueos, boicots, intromisión de la mafia y hasta condiciones ambientales. Hoy vuelve a estar en el ojo del huracán, ante la reciente suspensión de exportaciones (temporal) hacia Estados Unidos, tras de las amenazas de que fue objeto un inspector del sector agrícola norteamericano.

El problema no es minúsculo y ha puesto en serio jaque al gobierno estatal recién estrenado que encabeza Alfredo Ramírez Bedolla, que literalmente ha tenido que agachar la cabeza ante el gobierno de John Biden y sus disposiciones.

El caso es que EEUU suspendió esta semana y hasta nuevo aviso las exportaciones del llamado oro verde hacia ese país debido a amenazas a un inspector adscrito al departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA). Tal decisión fue tomada por el Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (APHIS-USDA), órgano encargado de las actividades de inspección de aguacate en Michoacán, según fue dado a conocer por la secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) a través de un comunicado.

La autoridad sanitaria estadounidense hizo del conocimiento al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) que tomó la determinación luego de que uno de sus oficiales, quien realizaba la labor de inspección en Uruapan, recibió una llamada de amenaza a su teléfono celular oficial (y que luego se estableció salió de un penal en Ecatepec, estado de México).

APHIS-USDA reportó que, actualmente, se lleva a cabo una investigación para evaluar la amenaza y determinar las medidas de mitigación necesarias para garantizar la integridad física de la totalidad de su personal que labora en Michoacán, a la par de informar que se llevó a cabo una reunión entre personal de APHIS y representantes de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (APEAM) con las policías local y estatal para abordar el tema.

Es de destacarse que de acuerdo con el Plan de Trabajo para la Exportación de Aguacate Hass de México a Estados Unidos, personal de la agencia sanitaria estadounidense inspecciona el aguacate que se va a exportar y, una vez autorizado, se moviliza a los empaques para su acondicionamiento, lo que es notificado también a la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (APEAM).

De acuerdo al comunicado emitido por este último organismo, se subrayó que “debido a violaciones al Plan de Trabajo dentro del programa de exportación y ante la suspensión de cosecha y envíos de aguacate a los Estados Unidos de Norteamérica se activaron desde el viernes 11 de febrero de 2022 los protocolos de blindaje y seguridad para salvaguardar la integridad física de los oficiales e instalaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA)”.

La APEAM hizo hincapié en que durante las seis semanas previas a la suspensión, productores de aguacate de Michoacán exportaron a Estados Unidos más de 135 mil toneladas de aguacate, a través de más de 5 mil embarques de fruta fresca.

El aguacate en la mira

El problema actual que enfrentan los aguacateros de Michoacán frente a Estados Unidos no es el único dolor de cabeza que este cultivo representa para los gobiernos federal y estatal mexicanos. La entidad pierde cada año entre 600 y mil hectáreas de bosque por el cultivo del aguacate; la secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente de Michoacán estima que los cultivos ilegales de este preciado producto se realizan en unas 20 mil hectáreas en toda la geografía michoacana y muchas de ellas están manchadas de sangre.

Las tierras michoacanas producen 120 mil toneladas del fruto al mes, lo que la convierte en el principal exportador a nivel mundial, aunque hay que destacar que hace 15 años, el aguacate ni siquiera figuraba entre los frutos más codiciados para exportadores y las tierras de cultivo eran apenas unas cuantas hectáreas; dada la demanda, sobre todo desde Estados Unidos, ésta aumentó 30 veces, al igual que su precio.

El tema, sobre todo en lo que se refiere a la ilegalidad y la intromisión del crimen organizado, ya ha sido llevado a la pantalla a través del documental “Los aguacates del diablo” elaborado por la cadena France 2, donde se señala cómo la demanda ha crecido a tal grado que se han deforestado cerros completos para cultivar los árboles de este fruto. Entre otras cosas, hace referencia al problema sanitario que se ha creado ante la demanda tan alta: el uso de insecticidas tóxicos que está afectando a la población.

¿Por qué es tan solicitado, a grado tal que se ha caído a términos de criminalidad? Resulta que alrededor del 80 por ciento del aguacate mexicano se exporta a Estados Unidos, donde la demanda es mucho más alta en eventos especiales (por el consumo de guacamole), como el Super Bowl que se celebra los primeros meses del año y donde la promoción a este fruto es tal, que un comercial sobre aguacate mexicano llega a costar cuatro millones de dólares.

Pero la moda culinaria ya está yendo más allá, porque también se envía a Europa, Canadá, China y Japón, donde se le considera un manjar delicatesen y su consumo se ha popularizado rápidamente.

Y qué decir de los precios; hace 15 años el kilo de aguacate costaba sólo 5 pesos, pero ahora, sin ser producto de primera, se le ha llegado a vender en los mercados hasta en casi 100 pesos, mucho más caro si se adquiere en las grandes cadenas de supermercados. El precio actual se debe precisamente a la sobre demanda que hay tanto en México como en el extranjero y por la producción tan baja que se han registrado en los últimos años en Michoacán, pues según han referido los mismos productores, desde marzo de 2017 el precio se incrementó.

La tierra de nadie

Las zonas de cultivo se localizan en áreas que antes eran bosques o selvas y para obtenerlas, los productores michoacanos han pagado un costo muy alto, pues desde hace varios años, las siembras furtivas de la fruta han provocado la deforestación de miles de hectáreas de bosques de pino y encino, según datos oficiales.

En muchos casos, los productores provocan incendios forestales para luego plantar árboles de aguacate en el terreno devastado, en tanto que otros esconden las plantas entre los pinos, los que van cortando uno a uno para evadir a las autoridades, las que muchas ocasiones actúan en complicidad. Hay otros más osados, que buscan secar los grandes árboles para luego justificar su derribo. El fin es el mismo: ganarle al bosque hectáreas de tierra sana.

El éxito comercial, sin duda, se ha convertido en una amenaza para los bosques de la entidad, donde existen algunas de las reservas forestales más importantes del país. Legalmente, en Michoacán no se autoriza cambiar la vocación del suelo forestal por agrícola, pero cuando los árboles de un bosque son talados o se incendian, hasta ahora el terreno puede ser utilizado para las siembras, que en los últimos años han sido principalmente de aguacate. Es una modificación de facto en el uso de suelo, reconocen las autoridades, el problema es cuando estos cambios son provocados.

Los productores furtivos, según la Semarnacc, “empiezan a meter entre el bosque plantas pequeñas de aguacate y las van dejando crecer”, para cuando alcancen el tamaño para empezar a producir, se corten los árboles originales.

Por otro lado, la mayor parte de los incendios forestales en el estado son intencionados, se hacen con la idea de que declaren como madera muerta la que se ha quemado, y es entonces cuando introducen allí el cultivo del aguacate.

La invasión es paulatina, muy difícil de detectar, de ahí que su impacto sea muy fuerte; las zonas más afectadas son las zonas de pinos, encino y las selvas medias, porque se ubican en terrenos donde la fruta puede crecer.

Por su parte, el INIFAP (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias), calcula que los talamontes y destructores del bosque afectan a unas mil 500 hectáreas anuales de bosques, de las cuales la siembra clandestina de aguacate destruye, en promedio, entre 600 y mil hectáreas al año.

Pero también hay quienes se defienden, sobre todo los productores legales de aguacate. La APEAM advierte que la pérdida de bosques no puede atribuirse sólo a los agricultores, pues “cualquier deforestación ilegal debe ser detenida, y la Asociación ha pedido a las autoridades gubernamentales hacer cumplir las leyes en el tema”.

Y añaden: “la mayoría de los huertos de producción hoy en día se plantaron mucho antes del inicio de la expansión del programa de exportación del aguacate, y mucho antes del aumento de las tasas de deforestación, así que la asociación apoya importantes programas de reforestación”. Desde 2009, asegura el organismo, los socios han plantado más de 500 mil árboles de pino y encino.

Oficialmente están registradas 120 mil hectáreas de este cultivo en el estado, pero extraoficialmente puede andar hasta las 140 mil aproximadamente. Por otra parte, de los 113 municipios de Michoacán, en 46 existen plantíos de la fruta y mientras su precio y la demanda sigan en aumento, la tendencia será más tierra dedicada al producto.

Para atender la demanda tan grande existente en la actualidad, los productores y los narcotraficantes metidos a agricultores han ampliado las zonas de cultivos a los cerros y bosques de la entidad, provocando un desastre ecológico: en tan solo cinco años se han deforestado 170 mil hectáreas de pino, pero realizar operativos para frenarlos puede ser peligroso, porque en cualquier momento puede salir lo mismo un grupo criminal que una familia armada a enfrentarse a los funcionarios o bien pueden ser amenazados, como ocurrió con el inspector norteamericano.

Cabe aclarar que no es ilegal sembrar árboles de aguacate. Lo que sí es ilegal es talar el bosque para instalar los plantíos, que cada año gana 700 hectáreas sobre los bosques. Esta cantidad equivale a mil canchas de fútbol.

Y ya vienen los incendios

Durante las próximas semanas en Michoacán se desatará nuevamente el infierno, porque se acerca la temporada de sequía y sus compañeros los incendios. En promedio, cada año alrededor de mil hectáreas arden a consecuencia de manos criminales que, movidas por una ambición desmedida e irracional, han acabado con importantes ecosistemas. Conforme a lo reportado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), las zonas más afectadas corresponden a estrato herbáceo, estrato arbustivo, arbolado de renuevo y arbolado adulto; estos últimos los que más impacto dejarán para el ecosistema. La misma dependencia hace referencia a que el 94 por ciento de los incendios son provocados, respondiendo a diversos intereses, pero con un denominador común: cambiar el uso del suelo.

Quienes son responsables de todo esto (y de quienes por cierto las autoridades de los tres niveles de gobierno no han dado nombres, pese a que afirman que ya los tienen identificados), parecen no percatarse o poco les importa que prácticamente se están pegando un tiro en el pie, porque el equilibrio ecológico en las zonas más afectadas prácticamente pende de un hilo.

Por citar un ejemplo, es una constante en el cerro de La Cruz, en Uruapan, que empresarios aguacateros (quienes desde 1996 han buscado cambiar la vocación del bosque para tener más a la mano el preciado fruto), inciten a causar los mencionados incendios. Lo que no dicen es que su siembra requiere grandes cantidades de agua que son captadas precisamente por los árboles que destruyen y que nutren al Río Cupatitzio; al quedarse éste sin agua ¿de dónde la sacan para regar sus plantas? ¿Se la quitan a la ciudadanía con el apoyo de autoridades corruptas?

Presente en los ecocidios, la mafia

Para Alejandro Reyes Solórzano, investigador de la Universidad de Chapingo, el problema de la deforestación y el cambio de uso de suelo en Michoacán tiene tintes tan graves como el del narcotráfico, y las autoridades sólo han acertado a dar soluciones políticas durante años a este problema; ahora la situación tiene tintes dramáticos por la grave miseria no sólo económica sino humana que enfrentan los grupos que fueron dueños del bosque y la pérdida de más del 60 por ciento de la superficie boscosa de la entidad.

Las bandas de talamontes se encuentran bien organizadas y armadas, y cuentan incluso con la complicidad de las autoridades en zonas como las de la mariposa monarca, donde cualquier hijo de vecino le puede a uno informar de fortunas y cargos públicos que ocuparon y ocupan quienes de manera ilícita viven del bosque, a esto se suman los cambios y autorizaciones de cambio de uso de suelo en diversos municipios para la instalación de zonas urbanas o aguacateras.

Ahora, en lugares como Pátzcuaro, donde el bosque debería ser una prioridad, cada día los asentamientos irregulares son mayores y la pérdida de bosque ya es una realidad; las reforestaciones que pomposamente anuncian los ayuntamientos y gobierno del estado y federal no son sino medidas políticas que poco o nada benefician a la restauración del recurso, como con el narcotráfico y la violencia.

Se deben tomar medidas preventivas y para ello también es fundamental involucrar a la sociedad; el bosque puede ser un elemento para frenar la migración, sin embargo, primero hay que actuar contra los grupos organizados que con una fachada legal actúan de manera ilegal.

Lo anterior significa que hay quienes cumplen con los ordenamientos legales para explotar el bosque, pero también actúan en complicidad con ayuntamientos y corporaciones policíacas de la manera que es la que realmente les produce ganancias.

Si bien esto no es nuevo, la violencia sigue azotando a estas regiones, que lograron salir de la pobreza gracias al aguacate y gracias también a él ahora viven azotados por las amenazas: quien no está dispuesto a pagar a los narcotraficantes termina muerto, lo mismo que su familia.

La violencia transformó a los agricultores en guerreros armados. Los hombres traen pistolas y gastan miles de pesos en comprar las armas más sofisticadas para proteger a sus familias y su patrimonio. Sin embargo, no ha sido suficiente para defenderse del crimen organizado, y cada semana aparece un nuevo productor o un familiar asesinado en las calles, en los autos o en los campos baldíos de las zonas aguacateras.

Y eso es precisamente lo que hoy argumentan las autoridades norteamericanas para vetar el principal producto agrícola de Michoacán.

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